Me entró pánico, porque en realidad no era yo. ¿Y si ahora dejaba de gustarle? ¿Y si después de tanto tiempo ya no me quería?

-Lo siento-me disculpé por mi nuevo aspecto bajando la mirada. Lo cierto es que no me había acostumbrado a mirarme en el espejo y verme rubia... ahora se sentía raro... era como si no fuera yo... como si... fuera una extraña.

Cuando Lea me contó lo que haríamos, tuve que someterme a un cambio intensivo de look. Mi pelo ahora me llegaba por los hombros y era rubio, estaba mucho más delgada, ya que la recuperación fue larga e intensa y mis ojos eran verdes. ¿A qué no sabíais que se pueden operar los ojos para reducir las capas de melanina y aclarar el iris? Ya, yo tampoco lo sabía, solo me dijeron que me operarían para sacarme las gafas y luego.... bom, hasta eso había cambiado.

-Ey... eres hermosa...-me aseguró Eric- da igual si eres rubia, morena, pelirroja o con el pelo azul, delgada, rellena, con los ojos azules o violetas...me encantas porque eres tú... mi Arianne...

-Eric, no soy Arianne, soy Amélie -de repente me sentía triste y casi enfadada conmigo misma. Me senté en el, patéticamente grande, sillón blanco y me concentré en mirar las sombras que causaban las llamas en el suelo.

-Da igual si te llaman Arianne, Amélie, Susana o Lizzie... no tienes que preocuparte, sigues siendo ma belle...

-¿Después de tanto tiempo?

-Sí... después de un infierno, siento como que vuelves para aclarar mis ideas de nuevo. Sigues siendo mi ángel guardián, ma belle...

Sin poder evitarlo tiré de él para tenerlo más cerca, piel con piel, que es lo que necesitaba.

Mis poros prácticamente suspiraban aliviados por el contacto de sus manos y labios en mi cuello.

Después de tanto tiempo, volvíamos a ser un amasijo de piel y labios, de suspiros y respiraciones entrecortadas.

Me sentía completa, aunque mi vida fuera un desastre en toda regla.

En ocasiones llegué a plantearme si no hubiera sido mejor haber muerto ese día. Por lo menos hubiera podido descansar en paz.

Mis familiares acabarían superando mi muerte y continuarían con sus vidas... ahora estoy condenada a saber que superarán mi muerte y continuarán, pero sin saber que yo estoy viva y sola.

Pero ahora llega Eric con su clara sonrisa y me siento feliz. En este momento me da igual todo, solo soy consciente de sus labios sobre los míos, de su cercanía... de su calor, que en estos momentos llena las paredes de mi blanca y solitaria habitación.

Acaricio su mandíbula con suavidad deslizando mis dedos como cerciorándome de nuevo de que no era un espejismo causado por la desesperación. Él me sonríe y juguetea con mi pelo, como tantas veces había hecho.

-Cuéntame cómo están todos...-le pidó acurrucándome en sus brazos aún más.

-Lo cierto es que hace mucho que no hablo con ellos... nos hemos distanciado un poco desde... ya sabes, la muerte de... -sentí como me besaba la frente- Arianne Lowell.

-Vaya... -dije un poco apenada. Las echaba muchísimo de menos.

-Si quieres podríamos llamarlas... -propuso él para animarme. Sonreí con tristeza, ojalá pudiera haberme despedido como dios mandaba.

-Sabes que nunca van a poder saber que soy yo, ¿verdad?

Chasqueó la lengua.

-Es cierto, bueno, yo sigo siendo su amigo... además podría presentarte como mi novia...

Quiero darte un besoOnde as histórias ganham vida. Descobre agora