Debí de estar a punto de quedarme dormido porque cuando oí un fuerte golpe, me levanté de un salto y me las arreglé para golpear el lado de mi muslo en el borde  de la mesa frente a mí.  

—¡Jesús! — presionando mi mano en mi pierna para aliviar el dolor, salté hacia la  puerta justo cuando otro fuerte golpeteo llenó la cafetería. 

Sintiéndome un poco somnoliento y tal vez un poco nervioso también, levanté el lado del periódico que protegía todo lo que ocurría en el interior de las miradas de los demás.

Mi ritmo cardíaco se redujo un poco cuando vi que era Harry Styles de pie al otro lado del cristal.

Levantando mi dedo para indicar que tardaría un minuto, volví a pegar el periódico en su sitio y dejé escapar un largo suspiro antes de empezar a abrir la puerta. 

Allá vamos, pensé. 

Cuando entró, cerré y bloqueé la puerta tras él. 

—¿Harry? — masajeando mi pierna con la palma de la mano izquierda, dejé que mis ojos recorrieran su cuerpo de la cabeza a los pies.

Si alguien me hubiera obligado a decir una cosa positiva de mi marido, sería que había nacido para llevar trajes.

Habría mentido si hubiera dicho que eso me molestaba.

El traje negro, la camisa blanca y la corbata negra que llevaba en ese momento hacían que sus ojos verdes como el bosuque resaltaran aun más, y me quedé mirándolo un poco más de lo  necesario o aceptable.  

—¿Qué haces aquí? 

—Esa es una gran pregunta. Yo me cuestiono lo mismo, porque no es como si viniera aquí todas las noches o algo así. Te llamé hace una hora. Tú no contestaste. 

—¿Qué? —pregunté, confundido.

Frotándome el puente de la nariz, traté de salir de mi estado de semi-sueño.

Si lo estaba mirando y notando cómo su traje acentuaba sus ojos intensos, cómo la barba incipiente quedaba tan increíblemente bien en él, debía de estar todavía en el país de los sueños.

En lugar de una respuesta, me hizo otra  pregunta, pareciendo exasperado conmigo. 

—¿Dónde está tu teléfono, Louis? 

Teniendo cuidado de no chocar con él, caminé alrededor de su cuerpo  perfectamente musculoso de nuevo a la barra y me incliné para tomar el teléfono,  que había dejado en uno de los estantes inferiores unas horas antes. 

—No lo he tocado desde que llegaron las sillas, y debo haberlo puesto en silencio por error, ¿Pasa algo?

Miré la pantalla y vi dos llamadas perdidas de Harry Styles y una de Sally. 

Sally iba a tener que esperar mientras yo me ocupaba de mi marido. 

—¿Estás bien? —preguntó con el ceño fruncido. 

Mirándolo, por fin empezaba a recomponerse, aunque todavía no lo tenía lo  suficientemente claro como para darme cuenta que había hecho una pregunta, así  que no respondí.

Me quedé mirándolo.

Durante varios largos segundos, pensé que él de alguna manera se las arreglaba para tener mejor aspecto al final del día, mientras que yo me veía peor a medida que avanzaba el día.

Ni un solo rizo estaba fuera de su cabeza bien peinada.

Cuanto más lo miraba, más se hundían sus cejas, lo que le añadía un extraño atractivo que no debería haber notado.

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