•|CAPÍTULO 2: SIMULADOR.

Depuis le début
                                    

—Y está haciendo está maldita cosa. Una presentación. Yo no quiero ser estelar. Yo quiero estar en un equipo de bailarinas y vivir bien. ¿Es mucho pedir?

—Si.—le suelto sin más leyendo la agenda.

—¿Sabes lo peor?

—No.

—Adela.

Esa diva. Es tan estresante y apenas si cruce palabras con ella.

—¿Tu amiga la italiana?

—Ella está tan empeñada en qué debe de tener el estelar de esa presentación.—fruncí el entrecejo al ver cómo mi hermana giró quedando boca abajo.

Cuánta delicadeza y elegancia.

—Su madre fue una maniática del ballet no te sorprendas si ella también.

—Pero nuestra madre no lo es...—se quejó.—Hoy ese señor vestido de pingüino la fue a recoger y se la llevó.

—Claro.—En verdad es que no me interesa pero debo de escuchar a mi única hermana.

—Y la pequeña Scarlett...

—Pobre.—dije mirando la agenda del teléfono.

Levanté la vista a mi hermana y le avente una de las uvas viendo que solamente me levanto el dedo mientras soltó un suspiro.

—¿A qué hora te fuiste hoy?—quise saber poniéndome de pie.

—Debía estar a las cinco en la academia. Solo tengo dos horas para volver.—hablo con cansancio.

Me termine de acercar quitándole el cojín del rostro haciendo que abriera un ojo.

—¿Estás comiendo bien?

—Tengo la dieta, Cars.—ignore su ridículo apodo de siempre y le quite el cabello rubio que heredó de la abuela.—Y quiero un filete con salsa o una pizza.

Joder que todos los deportes son difíciles pero este más y lo hacen ver todo color rosa. Por años he estado presente viendo cómo cada vez mi hermana se presiona más.

—El fin de semana es la presentación, y se que esos días la academia cierra. ¿Quieres un filete contrabandeado?

—¿Con mucha salsa? ¿Y papas?

—Si. Con la condición de que me digas que pasa entre Piero y tú.

—No te metas, Marc.

—Eres mi hermana. Y él es mi mejor amigo y el segundo piloto del Luxxe.

Se que algo se traen ellos. ¿Qué demonios debía hacer Piero en casa a las dos de la madrugada ayer?

—Nada. Solamente hacemos cardio.

Suspiré poniendo los ojos en blanco. Esto pasa cuando se tiene la plena confianza entre un hermano hombre y una hermana menor mujer.

—¿Y nuestros padres saben qué haces cardio con Piero?—solté con sorna.

Tendré una charla amable con LeBlanc.

—Solamente mamá.

—Que genial.—hable entre dientes.—¿Debo de tener esa charla contigo?

Ella sonrió al oírme.

—Por favor no...—dijo ella.—Papá me dio esa charla hace años, no la quiero de nuevo.

—¿Entiendes que lo voy a golpear si te hace daño?

—Si.

—Muy bien, recuérdalo.—hable poniéndole el cojín sobre el rostro nuevamente.

ANACRONÍA. | 𝗟𝗜𝗕𝗥𝗢 𝗜 & 𝗜𝗜 «𝗕𝗢𝗥𝗥𝗔𝗗𝗢𝗥 𝗦𝗜𝗡 𝗘𝗗𝗜𝗧𝗔𝗥»Où les histoires vivent. Découvrez maintenant