Encuentro

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Isis

Salir del hospital luego de un día entero de guardia, soportando a los pacientes o sus familiares; llegar a la casa y tener que limpiar cada rincón, desplazando más mi descanso;  dar de comer a una bebé de 10 meses y tratar con las metidas de pata de mi hermano mayor… ¡Me agota! Merezco poder dormir al menos 6 horas seguidas, pero no, había otros planes esperando destruir los míos.

Las tres de la mañana es la hora perfecta para estar tirada en una cama durmiendo como un oso antes de tener que despertar cuatro horas después para ir a trabajar y dejar a mi pequeña en la guardería. Es el plan de una persona trabajadora y preocupada por el bienestar de su única hija, pero no, mi hermano pensaba diferente.
El muy adoptado decidió ir a un casino y apostar hasta sus propios órganos, junto con los míos. 

—¿Qué estás dónde?.—terminé de despertar del todo cuando la palabra casino salió de la boca mi hermano.

—En… en un casino. Isis… Necesito que me ayudes o van a romperme las piernas.— suspiro cansada, siempre es lo mismo.

—No, es tu problema Anker. Me cansé de ser tu banco personal.— es mi hermano y lo amo pero es hora de que deje de salvarlo.

—H…hermana, por lo que más quieras, ven y sálvame una última vez.— ya perdí la cuenta de cuántas veces repitió estas mismas mentiras.

—No, debo dormir, Anat tiene clases en unas…— me detengo cuando una voz muy varonil y ronca suena a través del parlante.

—Ven por tu hermano con mi dinero o te mando su cadáver.— eso fue espeluznante, no es como otro corredor de apuestas.

—¿Q…quién eres?.— sabía que no tenía que cuestionarlo, pero el sonido de su voz me dejó casi sin aliento.

—El asesino de tu hermano si no te veo aquí en media hora con 50.000 dólares en efectivo.— es el monto justo de la herencia que mi abuelo me dejó.

—La dirección.— no me queda de otra más que salvarlo.

Adiós a mis esperanzas de comprar una casa propia en el campo. Maldito Anker, vas a devolver cada dólar.

—Ven al casino Ludoword.— mi suerte mejora cada vez, ese casino está a 10 minutos de viaje.

—¿Podría darme una hora? No tengo el efectivo conmigo, debo retirarlo del banco.— espero diga que sí o corto la llamada y vuelvo a dormir.

—Ni un minuto más o le dejó unos cuantos golpes a tu hermano a forma de recuerdo, Anker me las paga de una forma u otra.—

—Hágalo, unos golpes me harían muy feliz. Es lo que se merece por despertarme tan temprano.— su ronca risa me obliga a cerrar los ojos, suspiro y cuando pensé que volvería a hablar, corta la llamada.

Mi linda niña sigue dormida a mi lado, tiene el sueño pesado y es peor cuando está enferma como ahora. Me levanto con toda la pesadez del mundo y voy hasta el closet para cambiarme por algo más abrigado y largo. Pienso en qué hacer con mi bebé, lo mejor será llevarla, soy una mala madre por cargar a mi hija de 10 meses a un maldito casino.

Tu tío va a pagarlo muy caro, haré que prefiera volver con ese tipo y no conmigo.

Una vez lista me encargo de preparar al sol de mis inviernos, un conjunto polar rosado es el elegido. Sigue dormida, nada puede perturbar su paz, no lo heredó de mi, eso es definitivo.
Sigo con el bolso para bebés, guardo los pañales, biberón, toallitas húmedas, y otro cambio de ropa en caso de que pase algo más.

Si, es muy exagerado.

—Vamos bebé de mami.— le hablo a mi hija, beso su frente y la acomodo en mis brazos. La noche es muy fría y ella ya está enferma.

El pago, el inicio Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz