Invierno en Liyue

1.2K 99 9
                                    


Desde Monstadt hasta Liyue, atravesando la helada zona de Espinadragón, la temporada de invierno comenzaba a hacer estragos; la nieve caía sobre el campo, congelando a los pequeños y desprotegidos slimes hydro, y las bajas temperaturas que empezaban a asolar las llanuras empujaban a las criaturas del elemento pyro hacia la cálida cueva de la Regisvid, migrando hacia Liyue, entre el Estanque Luhua y el Valle Tianchiu. Por la contra, aquellos pertenecientes al elemento cryo salían de sus cuevas con el fin de molestar a los valientes aventureros que atravesaban los helados paseos para cumplir las misiones del gremio. A pesar de que la temperatura no llegaba al frío extremo de Espinadragón, los hilichurls tampoco se alejaban de sus campamentos, provistos de fogatas y cortavientos que los mantenían a una temperatura estable.

Sin embargo, al contrario de en las desiertas afueras, dentro de las respectivas ciudades el ambiente era alegre y festivo; la gran celebración de invierno había llegado a las siete naciones. Las calles, decoradas con luces y flores, se encontraban llenas de personas que paseaban y visitaban tiendas para comprar regalos. Ying'er no dejaba de vender sus deliciosos perfumes, Flora hacía preciosos ramos, los cocineros entregaban cientos de pedidos, y la taberna Cola de Gato se había preparado para la fiesta con suficiente vino de diente de león.

—¡Lumine! ¡Mira, están vendiendo flores de loto crujientes! ¡Tengo mucha hambre!—la chillona voz de Paimon no se hizo esperar en cuanto la viajera decidió pasear por la ciudad protegida por el arconte geo. Su idea era pasar las fiestas en Monstadt, compitiendo en el concurso de vuelo que Amber había preparado y ayudando a Sara en El Buen Cazador a repartir la comida que había preparado. Pero no había podido denegar la invitación que le había llegado en la última carta que recibió.

—Hay mucha cola, y tenemos que reunirnos con Zhongli y Childe—Lumine se ajustó su abrigo, un regalo por parte de Jean, y siguió caminando hacia la plaza donde anteriormente había tenido lugar la celebración del Rito del Ascenso, tratando de ignorar las quejas de la pequeña comida de emergencia.

Atravesaron el arco buscando con la mirada a sus dos amigos, pero el lugar estaba lleno de gente. Paimon sobrevoló un poco las cabezas a la vez que Lumine avanzaba entre la multitud, hasta divisar a los nombrados.

—¡Los encontré!—señaló.

La viajera seguía a Paimon a ciegas mientras evitaba chocar con las personas, hasta que tropezó con una de las baldosas que separaba la plaza con la pequeña zona de agua y nenúfares que rodeaba el lugar. Trató de retomar el equilibrio para evitar caer sobre ella y que sus botas y su abrigo se mojaran; con el frío que hacía, empaparse no era una buena idea. Puso las manos delante para al menos evitar daños mayores, pero para su sorpresa se chocó contra algo cálido y blando. Al abrir los ojos se encontró con una divertida mirada azul que la observaba con diversión.

—Ojou-chan, deberías mirar por donde vas—Childe soltó aquel comentario con un tono bromista, y Lumine se separó con rapidez.

—Fue culpa de Paimon—respondió simplemente, dando un pequeño salto para evitar el agua y pisar tierra firme.

—¡No es culpa de Paimon!—la nombrada se ofendió, agitando los puños al aire a modo de queja—¡Además no me das de comer! ¡Tengo hambre!

—Podemos ir a comer juntos—intervino Zhongli, mirando a los presentes—. Así, mientras, podemos hablaros de la celebración, ¿o ya os la explicaron?

—No, no nos hablaron de ella—respondió Lumine; Lisa se iba a encargar de contarle la historia, pero había estado ocupada en la biblioteca y no había tenido tiempo de sentarse a hablar con la viajera sobre todo el significado de la celebración de invierno.

Tras aquella conversación, procedieron a retomar su camino hacia la zona comercial de Liyue; varios puestos de comida se habían colocado en la calle, vendiendo especialidades y platos típicos a los transeúntes. Pudieron ver a Xiangling, acompañada de un Xingqiu que retaba a Chongyun a comer el nuevo invento picante de la cocinera, a la vez que el joven de visión cryo intentaba huir de un terrible destino para sus sensibles papilas gustativas. Por otro lado, Baizhu tomaba de la mano a Qiqi mientras le enseñaba la celebración que se estaba llevando a cabo en la ciudad; le causaba mucha ternura ver la ilusión de la pequeña al ver "por primera vez" esta fiesta todos los años, a causa de su mala memoria. Incluso Xinyan tenía su propio escenario para tocar música en la calle y contribuir al ambiente festivo.

—¡Lumine! ¡Cómprame esto!—Paimon se había adelantado a un puesto de comida, y la nombrada soltó un suspiro, acercándose a ella para revisar cuánto costaba—¡Quiero diez!

—¿Diez?—la rubia se sorprendió, mirando su cartera. Justo había terminado de subir todos sus artefactos al máximo nivel y se había asegurado de refinar su espada. El dinero que le quedaba lo estaba ahorrando para ascender—Es demasiado...

—Yo voy a querer seis de estos—señaló Zhongli. Childe sacó una bolsa de mora.

—Yo invito, coged lo que queráis.

—¿Seguro?

—¡Claro! Es una fiesta especial—su sonrisa sincera hizo que Lumine apartara la mirada, asintiendo conforme estaba de acuerdo. Se acercó a pedir la comida que más apetecible se le hacía, y miró al fatui que se ocupó de la cuenta.

En cuanto los cuatro tuvieron la comida que querían, fueron a sentarse a una mesa. Zhongli y Childe a un lado, mientras al otro estaba la viajera con Paimon flotando a su lado. Mientras comían, el mayor de todos procedió a hablar.

—Ahora os contaré sobre el significado de esta celebración—comenzó—. Hace años, tras mantener la paz entre las siete naciones, una ola de frío invadió Teyvat. Entre la situación de posguerra y la helada, la comida escaseaba en todo el mundo, creando una situación de hambre y miseria en cada punto del mapa. Como solución, todos los Arcontes se reunieron con la finalidad de crear un tratado de cooperación entre naciones. A pesar de que al principio La Dama de Fuego estaba reticente a participar, todos acabaron firmando el contrato para ayudarse unos a otros. Cada Arconte llevó a su ciudad principal un mensajero que se ocupó de repartir la comida suficiente en cada familia. Poco a poco las naciones se comenzaron a revitalizar, y en las heladas siguientes se continuó con la tradición. Años más tarde el frío intenso del invierno fue sostenible, la situación de posguerra cesó, y las condiciones creadas fueron óptimas para un correcto desenvolvimiento de las actividades económicas durante todo el año. Sin embargo, la gente se había adaptado a aquella celebración, y continuaron festejando regalándose entre ellos. Es un buen movimiento del flujo del mora, por lo cual los comerciantes en esta época del año disfrutan del dinero y de hacer felices a los demás.

—Por supuesto, también está la versión para niños—puntualizó Childe, sonriendo—. Desde pequeños nuestros padres nos dicen que tenemos que escribirle una carta al Arconte, y él nos dará lo que pedimos si nos hemos portado bien durante todo el año.

—Teucer debe estar pensando que estás vendiendo muchos juguetes del señor cíclope—comentó Lumine. El chico de cabello naranja asintió—¿Por qué no volviste a Snezhnaya? Pensaba que esta fiesta había que pasarla con la familia.

—Echo de menos a mis hermanos, pero estas son tus primeras fiestas de invierno aquí—Lumine se sorprendió, apartando levemente la mirada para evitar que se notara lo nerviosa que le había puesto el comentario de aquel chico—. Quería pasarlas contigo—su dulce sonrisa y ese hermoso brillo en los ojos hizo que el corazón de Lumine saltara en su sitio y un tenue rubor coloreó sus mejillas.

—Deberíamos irnos, hay gente esperando para sentarse—la viajera se levantó de su asiento, comenzando a caminar seguida de Paimon, quien le echó una mirada rápida a Childe antes de seguir a su amiga. Zhongli se levantó, colocando su mano sobre el hombro del fatui, dándole su apoyo.

Una vez volvieron a reunirse los cuatro, continuaron con su caminata por Liyue, observando los puestos y hablando con los conocidos con los que se cruzaban para felicitarles las fiestas. En cuanto comenzó a anochecer, las luces cobraron mayor protagonismo y la gente se amontonó para ver los fuegos artificiales. En la plaza, Paimon se alejó para flotar sobre las cabezas de la gente y poder ver un espectáculo de fuego, y Zhongli se encargó de cuidar de ella siguiéndola para que no se perdiera. Por su parte, Lumine se acercó a uno de los extremos de la plaza, observando los fuegos artificiales.

—¿En qué piensas?—Childe rompió el silencio, posicionándose a su lado, apoyado en la barandilla.

—En mi hermano. Me pregunto si allá donde está también estará viendo este tipo de cosas—respondió. Lo echaba de menos, quería haber podido estar con él mientras iban a por algo de comer, escuchar con él la historia que había contado Zhongli, y molestar los dos a Childe. Podrían haber visto juntos los fuegos artificiales y recordado su hogar de alguna forma, pero ahora estaba sola. Y, aunque fuera una viajera valiente y una caballera de honor de Monstadt, se sentía vacía. A pesar de todos los amigos que había hecho, a pesar de tener a Paimon siempre a su lado, no estaba con ella Aether, con quien siempre acostumbraba a pelear codo a codo. Se encogió en su abrigo, notando cómo las lágrimas empezaban a acumularse en sus ojos, intentando secarlas antes de que cayeran por sus mejillas—. Lo siento—murmuró.

Pero antes de seguir hablando, los brazos del más alto la rodearon, dejando que ella se apoyara en su pecho. Childe colocó una de sus manos sobre la cabeza de la viajera y la otra en su espalda, acariciándola de forma reconfortante. Ya estaba adaptado como hermano mayor a calmar a los pequeños; cuando Teucer lloraba podía calmarlo con un abrazo, haciéndole sentir que él siempre estaría ahí para protegerlo, que nunca lo dejaría solo. Y eso fue lo que le transmitió a Lumine; que él nunca la abandonaría y que todo estaría bien. La calidez de Tartaglia, su suave aroma y la ternura en las caricias que le daba hicieron que Lumine al fin se calmara entre sus brazos y sus músculos se destensaran. Lentamente levantó la mirada hacia los ojos de Childe; juraba que aquel azul era mucho más intenso que las otras veces en las que se había detenido a observarlo, tal vez por la forma en la que las luces de Liyue los iluminaban, o por la manera en el que aquel chico la estaba mirando como si fuera la persona más hermosa que había visto. La suave brisa despeinaba su flequillo naranja, y sus labios... a pesar de que seguramente estarían fríos por el invierno, se veían cálidos.

Había comenzado a sentir algo por él poco después de terminar de hacer de niñera de Teucer. Lo vio tan preocupado porque el pequeño no se enterara de qué clase de trabajo tenía, intentando ser buen hermano para él, que descubrió una fachada de él que desconocía. No le importó su vida cuando cumplió el sueño del pequeño de ver a los amigos del "señor cíclope" y luchó contra demasiados guardianes de las ruinas para protegerlo mientras, a su vez, intentaba que esa ilusión de Teucer no se viera afectada. Encontrarlo herido después de la pelea, casi sin poder moverse, le había encogido el corazón; había visto un Childe indefenso que solo pensaba en el bien de su hermanito.

Sus encuentros siguientes en la Casa Dorada fueron intensos. Entrenaban juntos casi a muerte, para luego descansar un rato mientras hablaban; bueno, el que más hablaba era Tartaglia, mientras Lumine lo escuchaba y respondía brevemente a algunas de sus preguntas. Había notado que últimamente el chico estaba más distraído, cometía más errores, pero ella no se quedaba atrás. A pesar de su experiencia en combate no podía evitar dejar que su concentración se perdiera al ver la alegre sonrisa del fatui cada vez que ella entraba por la puerta, o cuando vislumbraba aquella expresión de concentración cuando disparaba una flecha.

Los corazones de ambos se aceleraron a medida que sus rostros se acercaban. Las luces festivas de Liyue iluminaban los ojos de ambos y su cabello era acariciado por el viento. Childe, atrevido, tomó uno de los mechones de Lumine y lo pasó por detrás de su oreja, bajando la mano para acariciar la mejilla de la chica y dejarla ahí, acunando su rostro con suaves caricias. Ladeó un poco la cabeza para evitar que sus narices chocaran, rozándose levemente y haciéndolos sonrojar; la distancia entre ambos era tan corta que sus respiraciones chocaban. Lumine notaba las aceleradas pulsaciones del fatui al tener sus manos apoyadas en el pecho del chico, y él podía intuir que ella se encontraba de la misma forma debido al suave temblor de los labios de la rubia. Los ojos de ambos se fueron cerrando hasta notar el roce de sus labios, sintiendo una descarga eléctrica atravesando sus columnas. Al acortar por completo la distancia entre ellos, sus labios al fin se unieron en un suave y pausado beso. Lumine, inexperta y tímida, se dejaba guiar por Tartaglia quien, a pesar de estar igual de nervioso que ella, dominaba en el beso haciéndola estremecer. No tardaron en separarse, mirándose a los ojos con un tenue rubor adornando sus mejillas. Childe sonrió coqueto, y Lumine apartó la mirada avergonzada sin saber qué decir.

—¿Quieres otro, Ojou-chan?—canturreó Tartaglia, colocando sus brazos en la cintura de su contraria para abrazarla. La rubia llevó la mano a sus labios, acariciándolos levemente con sus dedos.

—No se si te has portado tan bien como para dejar que vuelvas a hacerlo—respondió ella. Childe rió y se acercó besando los dedos de Lumine, que se mantenían tapando los labios de la chica.

—Entonces te los robaré como chico malo que soy—bromeó divertido, haciéndola sonrojar. La viajera apartó la mano y sonrió con suavidad, dejando que Childe se acercara a ella y rozara sus narices en un tierno beso de esquimal. Las manos de Lumine se deslizaron hasta los hombros del fatui y los ojos de ambos se encontraron—Ojou-chan, yo...

—¡¡Hey!! ¡¿Qué tal si exploras esa área más tarde?!—la voz chillona de Paimon los sorprendió, haciendo que se alejaran con rapidez. Lumine la miró avergonzada.

—No deberías interrumpir así—suspiró la rubia.

—Estábamos teniendo un momento, sabes—se quejó Childe.

—Perdón, la perdí de vista unos instantes—se disculpó Zhongli.

—No pasa nada.

Paimon se quejó de que volvía a tener hambre, y Zhongli y ella se adelantaron en el camino. Detrás de ellos iban Childe y Lumine, andando uno al lado del otro. Sus manos se rozaron con timidez, hasta que ella se armó de valor y tomó la mano del fatui. Su contrario se sorprendió y sonrió, para luego entrelazar sus dedos. Se miraron de reojo y se sonrieron, para luego mirar hacia delante y continuar su camino.

—Por cierto, no me he olvidado—comentó el chico. Ella lo miró.

—¿De qué?

—De tu regalo.

—¿Mi regalo?

—Claro, por la fiesta de invierno.

—Pero yo no tengo ningún regalo para ti.

—Mmm, entonces dame un beso como regalo—sonrió divertido. Ella apartó la mirada.

—Eso no es un regalo.

—¡Para mí sí!

—Está bien—Lumine terminó accediendo, haciendo que una ancha sonrisa se dibujara en el rostro de Childe. Ella se acercó a él y le dio un rápido beso en la mejilla antes de separarse.

—¡Eso no vale!

—No especificaste—puntualizó la rubia, con una pequeña sonrisa divertida. El fatui hizo un leve mohín, pero luego la pegó a él de la cintura y se acercó a su oreja.

—Entonces te daré el regalo esta noche y me cobraré bien el mío—le susurró juguetón. La chica se sonrojó violentamente y lo golpeó con fuerza—¡Ah!

—No pienso dejarte hacer eso.

—¿Ah? ¿En qué piensas, Ojou-chan?—preguntó con diversión. Lumine negó rápidamente y adelantó el paso—¡No huyas!—rió él, yendo tras ella.

Ambos corrieron por la calle principal de Liyue, sobrepasando a Zhongli y Paimon, hasta terminar en el campo. Childe terminó alcanzándola, tomándola de la muñeca, pero tropezó haciendo que ambos cayeran en la hierba. Se rieron, se miraron y sonrieron.

—Gracias—dijo Lumine— por habernos invitado a Paimon y a mí a este festival y enseñarnos más de la cultura de este mundo—continuó. Su expresión se había relajado, y había alzado la mano para acariciar la mejilla de Childe. Él tomó la mano de la rubia y besó el dorso de ésta.

—Gracias a ti por haber aceptado. Sé que tienes muchos amigos en Monstadt y que ibas a pasar el día allí. Me alegra que aceptaras venir aquí—sonrió sincero—. Me encanta pasar tiempo contigo. Sabes que si pudiera me iría de aventuras contigo.

—Lo sé—respondió ella. Siguieron acercándose hasta notar de nuevo el roce de sus labios.

—Me gustas, Lumine.

—Y tú a mí, Ajax.

Sellaron esa confesión con un largo beso, tirados en el campo y con las luces de Liyue de fondo. Las estrellas resplandecían sobre ellos, la música del concierto de Xinyan resonaba lejana para ambos, y el aroma de las flores de seda los envolvía como si fuera uno de los deliciosos perfumes de Ying'er. Sus labios se movían más ágiles que la primera vez y sus cuerpos se pegaron para evitar el frío del viento que atravesaba el prado. Después de ese beso vino otro, y otro más, hasta que decidieron levantarse tomados de la mano.

—Deberíamos ir a...

Pero un ruido los detuvo. Un grupo de slimes cryo empezaron a amontonarse, acercándose hacia la entrada a la ciudad de Liyue. Ambos observaron la escena y luego se miraron uno al otro, sonriendo con complicidad.

—¿Quieres pelear?—preguntó ella.

—Sabes que siempre quiero—respondió el fatui sacando su arco. Ella agarró su espada y corrieron a proteger la ciudad.


—Son 2500 moras.
—¡Gracias!—respondió Paimon cogiendo las brochetas. Zhongli miró hacia los lados.
—¿Dónde están Childe y Lumine?
—¿Ah?—la comida de emergencia miró hacia los lados—¡No están!
—¿Ahora quién va a pagar?
—¡¿No trajiste dinero?!
—No, ya lo llevaba Childe. ¿Y tú?
—Lo tiene Lumine...
—¿Van a pagar ya? Hay más clientes a la cola.
—¿Aceptan esto como pago?—Zhongli agarró a Paimon mientras la pequeña compañera gritaba y se quejaba.

Sí, sin duda el festival de invierno de Teyvat era un gran día para recordar.

_________________

¡Y hasta aquí puedes leer! Espero que os haya gustado ♥


Misy

Invierno en Liyue || Childe x Lumine || Genshin ImpactWhere stories live. Discover now