—¡Pues yo estoy harta de su maldita demencia!— Contesté removiendome en sus brazos.— ¡No quieras venir años después y recuperar a la familia feliz solo porque el señor Germán Calle dice que cambió!— Me solté de su agarre toscamente.

—¡Tu cambio me lo paso por el culo! ¡Toda ésta maldita farsa también!— Grité empujándolo lejos de mi, Germán tambaleó unos pasos hacia atrás.

—¡No esperen que acepte a mi dichosa hermana cuando nació de una maldita infidelidad!— Señalé a la pelirroja la cual solo observaba todo desde un rincón, negué con mi cabeza viendola.—¡Tampoco esperes que sea sonrisas y arcoíris cuándo siento asco porque seas mi padre!— Terminé sintiendo mi pecho subir y bajar con pesadez.

—¡Deja de decir tanta estupidez, Daniela!— Gritó mamá con fastidio al escucharme, la vi incrédula.

—¡Abre los ojos por una mierda!— Pasé mis manos por mi cara con frustración.—¡Germán te puso los cuernos y tú estás tan ciega! ¡¿Qué putas te pasa, mamá?!— Pregunté caminando hacia ella.

—¡Pasa que eres una rebelde! ¡Nada te gusta! ¡Estoy cansada de que seas una inmadura y una caprichosa!— Mamá pinchó su dedo índice contra mi pecho.

—¡No, mamá!— Negué con mi dedo índice.—¡Lo que pasa es que no quieres ver la puta realidad! ¡No quieres ver que Germán te vió la cara de estúpida y tuvo una hija con otra!— Reí con ironía en su cara, mamá estaba pálida del enojo.

—¡Ahora quieres tapar el sol con un dedo con el marido perfecto y familia perfecta!

No esperaba que en mi cara llegará otra bofetada volteando mi rostro, tomé mi mejilla sorprendida de ver cómo por primera vez en su vida me alzaba la mano.

—¡Suficiente!— Me gritó tomándome de los hombros sacudiéndome.—¡No permitiré éstos shows en mi casa! ¡Se hace lo que yo diga y punto! ¡Te guste o no, Daniela!— Me soltó bruscamente de un empujón.

— No aceptaré está basura.— Murmuré sintiendo ganas de llorar de repente.

—¡Si pones un pie fuera de ésta casa pagarás las consecuencias!— Gritaba mamá a mis espaldas cómo una loca.

—¡Me vale verga tus consecuencias!— Grité saliendo de la casa tirando la puerta a mis espaldas.

—¡Daniela Calle! ¡Ven en éste instante!— Gritaba mamá dando un espectáculo en la acera del vecindario.

Sin importarme mucho, seguí caminando a paso decidido hasta llegar cómo a 2 cuadras de distancia lejos de casa. Sentía mis piernas arder un poco ya que caminaba rápido intentando alejarme del desastre que había construido mi papá.

Apoyé mis manos en mis rodillas respirando pesadamente, sin poderlo aguantar, todo el contenido que había en mi estómago era expulsado por mi boca en arcadas. Totalmente asqueada limpié mi boca con la manga de mi suéter para caminar hasta un alto que había en un cruce.

Me senté en la acera derrotada, triste, decepcionada y para colmo vomitada. Sin poder atrasar más el momento, mis lágrimas se acumularon en mis ojos y el nudo de mi garganta se volvió insoportable, me eché a llorar cómo no lo había hecho hace mucho tiempo. Escondí mi cabeza entre mis rodillas haciéndome bolita.

«Es un mal sueño, es un mal sueño» Me repetía internamente, tratando de convencerme que nada de lo que había pasado era real, pero desgraciadamente todo había pasado y no era un sueño.

Entre lágrimas busqué mi teléfono en mi bolsillo, quería sentir paz, tranquilidad, y sabía que ella podía darmela. Busqué su número entre mis contactos hasta que lo encontré, piqué en la pantalla y automáticamente los tonos de llamada comenzaron a sonar.

Eviterno || TerminadaWhere stories live. Discover now