- pues nosotros vamos...- pero el auto de marina liando liando la puerta hizo que olvidasen toda esa falsa pelea.

- ¡TITA MARINA! adiós mami, adiós Nati.

- ¡guardarnos galletas!- le pidieron a la morena que asintió.

Natalia sonrió viendo como se alejaban.

Eran un par de diablillos, pero eran unos diablillos encantadores.

Alba los acompañó a la puerta y pronto volvió a entrar.

- ¡tía!- se le escapó una carcajada.- ¡tú quieres que mis hijos te maten!- se apretó la nariz para contener la risa, sin lograrlo.- ¿como vas a mencionar a Shrek?- apoyó sus manos en los hombros de la más alta.

- miden un metro y pesan diez quilos mojados, Alba. ¿Qué van a hacerme?

- ¡oye! -se carcajeó- mucho cuidado con la gente pequeña Natalia- clavó su índice en el pecho de la susodicha.

- ¿pequeña como tú?- dijo vacilonia.

La rubia asintió sin quitar sos ojos de los achinados de la morena que no dejaban de sonreír.

- ¿y eso por qué?

- somos peligrosas- afirmó cambiado repentinamente el tono de la conversación.

- ¿ah, sí?- le siguió el juego.

- eso dicen...- dijo peligrosamente cerca de la chica.

- ¿oye y si vamos arriba?

- ah, ya veo, te gusta el peligro

- el peligro no, tú.

Alba tomó su mano y la guió a la habitación, como si no supiera donde se encontraba.
Mientras ella intentaba procesar las palabras de la morena y el peso que podrían llegar a tener, Natalia no dejaba de repasar la conservación con Blaya y la que ella y Alba debían tener.

Para cuando volvió a tierra firme, ya estaban en la cama y la rubia había cerrado la puerta y bajado las persianas, dejándolas sumidas en la penumbra.

Natalia no cuestiono cuando Alba cerró la puerta, supuso que era costumbre, demasiado tiempo conviviendo con peques.

La rubia comenzó a besarle el cuello y Natalia sentía que se desacia allí mismo, pero a la vez se moría de ganas de desabotonar la camisa de Alba. Igual y todo había estado en su mente, tal vez la rubiq solo estaba esperando a que tomase la iniciativa, tal vez no necesitaban dicha conversación.

Cuando la rubia hizo que se deshiciera de su camiseta, Natalia decidió que era el momento de po ese en igualdad de condiciones diciones.

Llevó su mano hasta el botón más alto de la camisa de la más baja, sin quitarlo, pero expresando su deseo de hacerlo.

- Nat...- Alba se separo con algo de desaprobación ¿frustración?

Vale, igual si necesitaban esa.
conversación.

- lo siento- susurró.- no... ¿no quieres?- intentó sacar el tema.

- no es que no quiera...

- ¿y entonces?

Los ojos de la rubia se movían de un lado al otro, solo evitando la propia mirada de la morena.

- ¿Alba estas bien?

- es que yo no soy tú- dijo de repente como escupiendolo.

- ya, claro que no eres yo. Si no sería...

- no me refiero a eso, Nat... es que tu eres ¡joder! Tú eres... esres oreciosa- salieron sus palabras astilladas y afligidas, al igual que su mirada.- yo yo... yo he tenido a dos críos dentro y...

- y aún así me sigues pareciendo la persona más guapa de España.- dijo sostienendo la cara de la chica entre sus manos para que la mirase a los ojos.- eso fue lo primero que dije cuando te fuiste de mi furgo la primera vez que estuvimos juntas. "Acaba de irse la mujer más jodidamente sexy con la que vas a estar en todo tu puta vida, Natalia" eso fue lo.rpiemro que pensé. Te juro que he marcado el día en el calendario y todo.

Hizo que la rubia soltaste una risa de incredulidad.

- Alba, no voy a intentar convencerte de hacer nada que no estés preparada para hacer ¿vale?- le quitó el pelo de la cara. La otra, que intentaba esquivar su mirada, apoyó la mejilla sobre la mano de Natalia en cuanto esta la rozó.

- y yo no quiero que hagas cosas que no te apetece hacer, solo por contentarme.

- vale, ¿pues tenemos un trato?- dijo bajito, pegando su frente a la de Alba.

- vale- susurró la otra cerrando los ojos ante el contacto de sus frentes y narices.

- ah, y albi.- separó sus cabezas y retomó el contacto de sus manos.- que sepas que tu cuerpo me parece maravilloso. Además de que es muy bello; ha traído dos personas al mundo y funciona de puta madre... estoy segura de que funciona un millón de veces mejor que el mío que tiene mas metal que un puto reloj antiguo.- rió para sí, aunque Alba no llegó a entender.

- ¿a que te refieres?

- a que si a mi me mandan a cargar con dos gremlins dentro durante muchos meses acabo de cama veintiséis años como mínimo.- volvió a reír, haciendo que la rubia sonriera sutilmente.

Natalia no pudo no cautivarse al ver sus labios curvados y se acercó a ellos, con los suyos propios, con riesgo de que la rubia la rechazase. Que no pasó. Al contrario.

Fue un beso distinto. No como los que podían darse mientras tenían sexo. Fue un beso sin segundas intenciones, solo impulsado por el deseo de compartir ese calor que a ambas le subia por el pecho desde hacía tiempo.

- ¿oye te digo algo?- dijo la morena rozando los labios de la otra.

- dime.

- no hemos puesto las galletas en el horno.

- es verdad- rió y se acercó de nuevo a esos labios para depositar un beso corto.

Natalia vio la poca intención de levantarse de Alba y lo entendió.

Dejó beso en su frente y salio de la cama.

- ahora regreso.

Se alejó en bragas y sujetador, dejando que Alba prestase atención por primera vez en la cicatriz que seguía la línea de su columna desde el fin de la nuca hasta la mitad de la espalda, logró hilarlo con el único comentario que la más alta había evadido y cuando regresó a la cama para tumbarse junto a la rubia, esta juntó valor y decidió preguntar.

- Nat... ¿a que te referías con eso de que tienes más metal en el cuerpo que un reloj antiguo- la citó.

- ah... pues eso, literamente. Tengo una placa de metal en la columna y unos clavos en la pierna izquierda dos o tres, no recuerdo. Y solo me quitaron uno que tenia en este brazo mira.- enseño una cicatriz casi invisible en su brazo izquierdo, que extrañamente no había cubierto con ningún tatuaje.

- ¿pudo preguntar como pasó?

Natalia sonrió y asintió, dando a entender que era una herida que ya había sanado y cicatrizado, ya no sólo físicamente.

- tenía diecisiete... iba muy borracha y me caí por unas escaleras que iban directo a una calle por donde casualmente pasaba un motociclista distraído. En realidad no recuerdo como fue pero aquí estoy.

Un pitido las saco de su cómoda burbuja, afortunadamente aún no era el timbre.

- las galletas.


Hace una sana estaba listo esto pero me daba penita releerlo.
El próximo super feliz y soft, promesa.




nómada Where stories live. Discover now