capítulo 37

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—Ophelia Ember Owen Nott. —dice ella obedientemente.

¿Nott?

—¿Te apellidas Nott? —pregunta Ginny, leyéndome el pensamiento.

—Ajá. —dice Ophelia, como si no fuera importante.

—Hemos venido a salvar a una persona, a no ser que el Ministerio se nos haya adelantado. —continua Harry.

—Gracias. —replica la voz. —Visitantes, recojan las chapas y colóquenselas en un lugar visible de la ropa.

Hermione me tiende una chapa; Sophie Weasley, Misión de Rescate.

—El Ministerio tiene estilo, ¿verdad?

—Visitantes del Ministerio, tendrán que someterse a un cacheo y entregar sus varitas mágicas para que queden registradas en el mostrador de seguridad, que está colocado al fondo del Atrio.

—¡Muy bien! —responde Harry en voz alta, con mucha impaciencia. —¿Ya podemos pasar?

El suelo de la cabina telefónica se estremece, y la acera empieza a ascender detrás de las ventanas de cristal. La cabina queda completamente a oscuras, y con un chirrido sordo, empieza a hundirse en las profundidades del Ministerio de Magia.

Neville pone las manos encima de mis hombros, y cuando lo miro me parece asustado.

—Todo estará bien, Nev. —le prometo, aunque yo estoy sintiéndome igual de nerviosa que él.

—El Ministerio de Magia les desea buenas noches. —dice la voz de la mujer cuando nos detenemos.

La puerta de la cabina telefónica se abre y todos nos apresuramos a salir a trompicones de ella, Neville me sigue muy de cerca.

En el Atrio no hay ningún ruido más que el constante susurro del agua de la fuente dorada.

—¡Vamos! —nos indica Harry en voz baja, y los ocho nos echamos a correr por el vestíbulo guiados por él.

Pasamos junto a la fuente y una mesa donde se supone debe estar el jefe de seguridad, pero que en este momento se encuentra vacía, hasta que llegamos a los ascensores del vestíbulo.

Todos entramos precipitadamente en uno de ellos, Harry pulsa el botón numero nueve y la reja se cierra con un estrépito, el ascensor empieza a descender. Hace un ruido muy molesto que me pone los pelos de punta.

—¿Es un mal momento para decir que tengo mucha, mucha hambre? —pregunto mientras me muerdo nerviosamente el pulgar.

—Sí. —exclaman todos mis amigos.

—Tú siempre tienes hambre. —opina Hermione.

El ascensor se detiene, y la voz de mujer anuncia: "Departamento de Misterios".

Salimos al pasillo, donde sólo vemos moverse las antorchas más cercanas, cuyas llamas vacilan por la corriente de aire provocada por el ascensor.

Harry se vuelve hacia la puerta negra.

—¡Vamos! —vuelve a susurrar, y nos guía por el pasillo. Luna va pegada a él y mira alrededor con la boca entreabierta. —Bueno, escuchen... Quizá... quizá dos de nosotros deberían quedarse aquí para... para vigilar y...

—¿Y cómo vamos a avisarte si viene alguien? —le pregunta Ginny alzando las cejas. —Podrías estar a kilómetros de aquí.

—Nosotros vamos contigo, Harry. —declara Neville.

—Sí, Harry, vamos. —dice Ron con firmeza.

—No te vas a llevar todo el protagonismo, miope. —le digo guiñando un ojo. Me vuelvo hacia la puerta, y ésta se abre.

courageous| neville longbottomDove le storie prendono vita. Scoprilo ora