Amor, odió y lujuria

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Desde la perspectiva de Sesshomaru

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Por ti... ¿Qué es lo que sentía? Odio, no podía estar más claro.

¿Cómo amar a un ser tan despreciable como tú? ¿Cómo amar a un ser que nunca tuvo que haber nacido en este mundo? Tú, hanyou, que eres fruto de una sucia relación.

Desde el día en supiste alzar tus manos y usarlas para destruir al que quisiera robarte la vida, yo, Sesshoumaru, me puse como meta aniquilarte. Acabar con tu inmunda existencia con mis propias manos. Sentir tu desgraciada y mestiza sangre fluir por mis brazos, escuchar tu último suspiro. Ese se convirtió en uno de mis sueños.

Cada vez que nos topábamos, tú me mirabas con esos ojos dorados llenos de rebeldía y odio.

Gritos desesperados de dos vidas que trataban de aniquilarse la una a la otro se escuchaban en las profundidades de los bosques.

Siempre tú terminabas más agitado y tambaleante que yo. Siempre eras el primero en caer, pero aún así, una misteriosa fuerza siempre te hacía volver a estar de pie. Pero sumamente débil. Esos momentos eran en los que yo podía tomar tu vida, en los que yo podía haberte aniquilado con el veneno de mis garras. Sin embargo, a pesar de verte tan frágil, tan moribundo, me dabas una sensación de una fuerza inexplicable.

Es ahí cuando yo desaparecía y te dejaba en la soledad en la que estabas acostumbrado a vivir.

Por las noches en las que estabas profundamente dormido después de nuestros sangrientos combates, yo te iba a contemplar. Escuchaba claramente tu respiración, olía la sangre que aún derramaban algunas heridas tuyas, y hasta a veces, olía mi propia sangre.

Con el paso de los tiempos, en los que tú y yo seguíamos combatiéndonos, siempre me agradaba ver como te tambaleabas débil, luego de los cientos de golpes acertados que te había propiciado. Me gustaba escuchar con lo agitado de tu respiración. Adoraba contemplar tus ojos dorados llenos de ira hacía mí. Creo que en tus ojos estaba esa fuerza indescriptible que te hacía ver por momentos digno de luchar contra mí. En esos momentos yo, Sesshoumaru, un inuyoukai de raza pura, te admiraba. Admiraba a un sucio hanyou como tú.

Sin duda, nuestras peleas se habían convertido en algo rutinario de las que cada uno se había acostumbrado. Así como también mis idas nocturnas a contemplarte.
Una de esas noches, luego de que habíamos tenido un combate en donde habías perdido mucha sangre y caído inconsciente al suelo, yo te fui a observar. Estabas dormido, tu corazón palpitaba, tu respiración la escuchaba con claridad. Yo no entendía de dónde era que sacabas tantas fuerzas, pero me quedé allí, sobre un árbol, observándote y admirándote. Un nuevo sentimiento se estaba formando en mí.

Días pasaron y no te volvía a cruzar para combatir, por eso volví al lugar donde te había visto dormir como un niño pequeño, y allí estabas. Tus heridas casi ni se notaban, tu rostro estaba limpio de cualquier cicatriz. Sin embargo, tus atuendos rojos estaban destrozados y yo podía admirar tus formados abdómenes y pálido pecho.

Una extraña excitación se apoderó de mí y me acerqué a tu inconsciente cuerpo. Me agaché y te tomé entre mis brazos. Con una de mis manos, luego, toqué tu piel, era la primera vez que te sentía sin implicar herirte de alguna manera. Era suave, parecida a la mía.

Observé con mis fríos e inexpresivos ojos tu rostro sereno. Eras bello, quizás no tanto como mi belleza pura, pero parecido.

En ese momento me di cuenta que por la razón por la que no te había aniquilado era porque el amor había surgido. Un extraño amor el cual expresaba haciéndote sufrir para que me demostraras lo fuerte que eras. Y en ese momento también me percaté de la lujuria que sentía yo por ti. Era por esas dos razones que yo iba a contemplarte por las noches.

En ese instante tú abriste los ojos y antes de que pudieras emitir queja alguna, mis labios se posaron sobre los tuyos. Por alguna razón no te opusiste.

Primero los roce, luego le di pequeños besos húmedos hasta que mi lengua pidió acceso a tu boca. Tú te negaste. Eso me excitó aún más. Y te forcé a hacerlo, al darme paso me deleite al sentir tu tímida e inocente lengua. Estaba tan húmeda tu boca. Lentamente comencé a pasar mi mano por tu pecho hasta tus abdominales. Tú, con dificultad apoyaste una de las tuyas sobre mi cabeza, perdiéndose tus dedos en mis cabellos sedosos. Querías que profundizara aún más el beso. Lo hice como tú querías.

En instantes estaba sobre ti, besándote tu rostro y cuello. Tú respiración estaba agitada, como yo adoraba sentirla. Como adoraba sentir tus brazos sobre mi espalda aprisionándome contra tu cuerpo.

En cierto momento frené mis instintos y volví a observarte. Estabas encantador. Tus mejillas levemente ruborizadas, tus ojos confusos y tu respiración agitada. Tu cabello desordenando y tu pecho al aire libre para que yo pudiese deleitarme con él. Sin embargo, esas orejas que tenías sobre tu cabeza me hacían recordar tu naturaleza.

- Maldito hanyou. Maldito bastardo -susurré en tus oídos mientras mis manos descendían más allá de tus abdómenes.

- ¿Por qué me odias? -preguntaste en un hilo de voz.

- Porque eres el fruto de una relación que nunca debió haber sido. Porque mi padre se acostó con la sucia humana de tu madre. Porque de alguna manera tú y yo estamos conectados. Te odio porque eres un ser repugnante -seguía susurrando en su oído mientras mordía el lóbulo de su oreja.

- ¿Y por qué me haces sentir tan agradable sensación ahora? -preguntaste con inocencia, mi adorado bastardo medio hermano, a la vez que gemías del placer.

- Porque también te amo, porque también deseo tu cuerpo, pero aún así. Aún así te odio con todo mi ser, Inuyasha.

Tan sólo me limité a tocarte, a sentir tu cuerpo, a hacer gozar a tu dura y caliente virilidad. Me limité a olerte, a susurrarte palabras de odio, amor y lujuria. Bajo ninguna circunstancia dejé que me tocaras más allá de mi espalda. Después de todo, tú no eras digno de tocar a un ser como yo.

¿O acaso yo era el ser que no era digno de ser tocado por alguien tan puro y bello como tú?

Fin​

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One Shot De SesshinuDove le storie prendono vita. Scoprilo ora