Punto débil

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El olor a madera mojada y a mar es persistente en esta zona, más alejada del ruidoso centro de la ciudad y el bullicioso paseo marítimo lleno de turistas. Incluso a estas horas de la noche, muchos locales suelen estar abiertos, ya que Marbella, como tantas ciudades costeras españolas, depende de la embriaguez de sus visitantes para funcionar.

Carlo descansa apoyado contra la barandilla del solitario muelle hasta el que han conducido por idea de éste, después de dar una discreta vuelta a la prisión donde retienen a Toni. Igor se coloca a su lado, pero su postura es menos natural, más rígida.

La ira inicial de Carlo por la captura de Toni se ha disipado, pasando por una etapa de nerviosismo y desconfianza, y desembocando en un limbo. El ojo del huracán.

Ambos saben que Carlo especialmente debería estar descansando, que su estado mental no es excusa y que necesitará todos sus sentidos despiertos mañana, pero también saben que no va a conciliar el sueño, por lo que Igor decide acompañarle, como siempre.

Charlan sobre cosas insustanciales, sobre recuerdos del pasado y planes de futuro que podrían truncarse de salir mal el plan del día siguiente. Y Carlo se relaja poco a poco ante los dimes y diretes de Igor, conforme la noche les arropa en la oscuridad, y la madrugada desinhibe sus mentes.

El frío, que se adhiere a sus ropas como si se hubieran sumergido y expuesto a los elementos, no cala, pero adormece, sacando la picardía que hay en ambos, relajándoles hasta el punto en que descuidan sus palabras, demasiado cómodos con la cercanía del otro.

"¿Dónde tienes el punto débil?" pregunta Carlo, dirigiéndole una mirada juguetona.

Igor duda, consciente de la naturaleza bromista de Carlo, pero sabe lo insistente que es y que no dejará de inquirir en el asunto. "Si se lo diguio, va a istar intentiando diarme ahí tiodo el día"

Una suave risa, casi como una exhalación, abandona a Carlo antes de que añada en voz baja. "¿No te fías de mí?"

Igor tuerce el gesto, escudriñando su expresión, intentando averiguar si hay un sentido oculto y más serio de lo que anticipaba en esta conversación, pero lo duda por el tono pícaro con el que ha formulado la pregunta. Y es que Carlo es especialmente bueno en esto, en jugar con la gente, en ponerles contra las cuerdas con cuatro palabras invasivas pero atractivas y un tono de voz que te anima a confiar en él, pero que bien podría ser tu fin si fueran sus intenciones.

Si Igor tuviera sentimientos, sería algo que le gustaría.

"Me fío de iusted, pero sié lo ciabezota que puede lliegar a ser también"

Igor sonríe brevemente, y su visión periférica detecta que la proximidad a la que Carlo se encontraba ha aumentado ligeramente.

No hace falta que Carlo responda, su sola presencia y ese aura inquieta y caprichosa que le caracteriza hacen todo el trabajo, e Igor suspira derrotado, cerrando los ojos.

"La niuez" admite, finalmente.

"¿Cómo?"

"La niuez es mi punto débil... Si va a hacierse el graciosillo y golpiarme en ella, estie es el momento"

Ninguna respuesta parte de los labios de Carlo y el silencio nocturno los envuelve durante unos instantes. Un equilibrio sólo sostenido en ese plano existencial por el murmullo de las olas rompiendo contra los pilares de madera que sostienen el muelle. Un equilibrio arrastrado por la brisa marina que acaricia la piel de Igor.

Hasta que siente una caricia adicional.

Las yemas de unos dedos se deslizan por su cuello, acariciando su nuez, y teme abrir los ojos.

'¿Pior qué es pliacentero?' se pregunta. 'Igor no gustiar contiacto físico'.

Pero no se mueve, permite el contacto sin oponer resistencia, tan sorprendido consigo mismo como aterrado.

Le gustaría poder razonar el escalofrío que recorre su cuerpo desde el estómago hasta la nuca, pero no puede, porque eso implicaría permitir que su cerebro procesase que quien está tocándole de una manera tan íntima es Carlo, y tan sólo intentarlo hace que sus latidos se aceleren.

Sus ojos se mantienen cerrados y los dedos continúan mapeando su cuello, escudados en el pretexto silencioso de la curiosidad científica pero demasiado ligeros y delicados sobre su piel como para no dudar de sus verdaderas intenciones.

"Carlo" susurra Igor, apremiante, incómodo, pero sin apartarse, embriagado por el momento que acontece, por una sensación que desconocía poder sentir.

"Quiero ver lo resistente que es" responde al instante, con un temor tan sutil en su voz que Igor podría habérselo imaginado.

Carlo ocupa su espacio vital un poco más, lo suficiente como para no ser excusable si aparecieran terceros, pero no tan asfixiante como cuando siente su respiración en el cuello y sus labios rozar su piel, erizándole el vello de la nuca.

Definitivamente, su punto débil.

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⏰ Last updated: Jun 22, 2021 ⏰

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