𝑳𝒂 𝑩𝒆𝒓𝒈𝒆 𝒅𝒆 𝑳𝒂 𝑺𝒆𝒊𝒏𝒆

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  Cada dos semanas, Nina y Mara se juntaban para ir a algún museo. O, bueno, en realidad a cualquier lugar que tuviera su relación con el arte: centros culturales, galerías de arte, muestras al aire libre, y hasta una vez habían ido a una subasta, en la que no compraron nada, pero sí le dieron un vistazo a lo lejos de las obras carísimas que vendían.

Ese martes volvieron a ir al Museo Nacional de Bellas Artes porque había una nueva exposición de un artista relativamente nuevo. Mara la esperó a Nina en la puerta del establecimiento, como hacía cada vez. No vivían cerca la una de otra, así que casi nunca se iban a buscar a la casa, simplemente se esperaban en el lugar acordado.

Compraron su entrada a doscientos pesos que también les permitía acceso a la muestra permanente, y se dirigieron primero al salón donde las obras de ese tal "Hazanni" estaban.

Ninguna de las dos entendió nada de lo que vieron. Tampoco sabían en realidad si había que encontrarle un sentido a esas manchas homogéneas de colores azulados y grises. Una obra era una ventana rota, como si le hubieran tirado una piedra con una fuerza brutal. Otra obra, que estaba unos pasos más adelante era simplemente una roca apoyada en un soporte. Nina pensó "yo podría haber hecho esto"; Mara, por su parte, refunfuñó "¿para ésto pague doscientos pesos?". La vida de las jóvenes no tenían relación alguna con el arte, Nina venía de una familia de abogados y ella estaba en cuarto año de la carrera de abogacía; Mara recién se habían convertido en administradora de empresas. Ambas disfrutaban de distintos tipos de música y de producciones audiovisuales, pero estaban alejadas de todo lo que era pinturas, esculturas, dibujos, o lo que fuera que se expusiera en un museo.

Con un suspiro exasperado, y luego de recorrer rápido esa muestra, Mara salió del salón, dirigiéndose directo a la muestra permanente. Esa le gustaba un poco más. Nina se quedó un rato más, pero ni bien se retiró fue a buscar a su compañera de salidas de los martes.

Aquella era la tercera, o cuarta vez que visitan ese museo. Luego de tanto tiempo de hacer esos recorridos de lugares artísticos, ya se estaban quedando sin destinos a donde ir, sin visitas que realizar. Repetían espacios, mas procuraban que las muestras fueran nuevas.

Nina encontró a Mara parada enfrente de un cuadro cuyo artista era de los pocos que conocía. Se puso a su lado. Una a la par de la otra, contemplaron esa obra de arte que ya habían visto unas tres o cuatro veces. Nina se dio cuenta en ese momento que nunca antes se había fijado como se titulaba esa obra. Se inclinó apenas para vislumbrar el nombre que estaba indicado a un costado.

Luego de unos segundos así, ambas en silencio, pareció que a Mara se le escapó un susurro.

—La extraño un montón.

La vista de Nina se plantó en el perfil Mara de inmediato, le tomó unos segundos breves notar que estaba dolida y decaída, volvió a observar el cuadro de nuevo. Era una pintura de un paisaje, con colores que ya estaban gastados por el tiempo, pero se podían apreciar esos verdes, celestes y ocres con la misma delicia que supuso que la gente del mil ochocientos lo hizo.

—Yo también —fue lo único que le pudo responder, y ahí le ganó la tristeza a ella también.

Era extraño, no pasaba seguido en sus salidas, hasta que asimiló qué fecha era.

Julieta había fallecido hacía exactamente once meses. Había sido amiga de ellas durante años, pero por separado. Nina y Mara se habían conocido gracias a Julieta, que una vez había decidido invitarlas a pasear juntas, pero en esa ocasión no pudieron desarrollar una amistad sólida. Para Mara, Nina era la amiga de Juli; para Nina, Mara era la amiga de Juli y eso era todo. No habían podido generar vínculo, pero no se llevaban mal. Se respetaban, porque Juli casi nunca se relacionaba con mala gente. Tenía un buen ojo para las amistades. Cuando la enfermedad de Julieta empeoró y la tuvieron que poner en coma, un día antes les pidió que fueran al hospital a verla. Las citó a la misma hora. Las dos llegaron al momento exacto, se sorprendieron al encontrarse en la puerta.

La Berge de La SeineOnde as histórias ganham vida. Descobre agora