#4

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- Llama a Jagged Stone y pídele diez euros. - Era el reto perfecto. No lo suficientemente malicioso a primera vista para hacer quedar a Marinette como una villana, pero lo suficientemente "fuerte" para parecer un buen reto por sí mismo y no un nuevo intentó de exponerla. Una parte de ella esperaba que Lila encontrara una forma de librarse de eso (siempre lo hacía), pero si lograba verla entrar en pánico, podría darse por servida.

Conociendo todo el contexto, Adrien tuvo que aguantar una carcajada para no levantar sospechas. Esa faceta ligeramente malvada de la chica era algo que hubiera asustado un poco al Adrien de 14 años, pero el Adrien ebrio del presente encontraba fascinante.

- Pero Marinette. - Comenzó a hablar con su voz de mosquita muerta. - Se supone que los teléfonos están prohibidos.

- Error. - Replicó Max. - Nunca se dijo eso, solo fue una medida de seguridad para no grabar.

- Aún así, es grosero involucrar a terceros en nuestros juegos. Y seguramente Jagged ya está dormido.

- Neh, papá seguramente pensará que es divertido. A demás, casi no duerme durante la noche: dice que a esa hora fluye su creatividad o algo parecido.

Efectivamente, el alcohol obraba milagros en Juleka, quien a pesar de haberse vuelto un poco más segura de sí misma con los años, seguía siendo bastante introvertida. El milagro también era para Marinette, porque de alguna forma, todos estaban interviniendo a su favor y no al de Lila. "Bendito sea el alcohol", pensó la joven diseñadora.

Kim buscó el teléfono de la italiana y se lo lanzó. La chica fingió no atraparlo, con la esperanza de que se rompiera para fugarse de eso, pero el protector de pantalla y la funda hicieron un trabajo excelente. Después, cuando desbloqueó su teléfono, se le ocurrió una idea "brillante".

- ¡Oh, cierto! Olvidé que se me borraron todos mis contactos la semana pasada.

- Qué oportuno. - Murmuró Alix, con una pizca de sarcasmo. No era la única a la que toda esa renuencia comenzaba a resultarle sospechosa.

- No te preocupes, Juleka y yo tenemos el número de Jagged. Kim, ¿mi teléfono? - El aludido se lo lanzó, y Marinette lo atrapó con un movimiento más propio de Ladybug que de su identidad civil.

Viéndose acorralada, Lila intentó una última táctica desesperada: marcar mal un número. Pero Rose, que estaba justo a lado, lo notó.

- Ese de ahí es un cuatro, no un uno. - Señaló, con su usual amabilidad. Lila se las arregló para sonreír de forma casi convincente.

- Gracias, Rose, no lo había notado.

Adrien y Marinette estaban expectantes. ¿Sería ese el momento en el que la torre de mentiras de Lila se derrumbaría sobre ella? Honestamente, lo dudaban. Esa mujer era astuta como el diablo mismo. Pero al parecer, estaba a punto de ocurrir lo impensable.

El tono de espera sonó una, dos, tres veces. Y siguió sonando hasta mandar a buzón.

- Intenta otra vez. - Pidió Alix.

- Pero...

- No seas cobarde, hazlo. - Ordenó la pelirrosa en un tono que no admitía réplicas.

Con una cara que indicaba que estaba a punto de llorar, Lila marcó de nuevo. Pero nuevamente, el número mandó a buzón.

- Bueno, se intentó. Supongo que podemos dar el reto por cumplido.

Sorprendentemente, la que habló fue Marinette. No estaba decepcionada del resultado del reto: lo esperaba, en cierto sentido. Pero había disfrutado como pocas cosas en la vida del miedo de la italiana. Verla al borde del pánico había sido casi tan delicioso como el beso de Adrien.

Verdad o RetoOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz