11.La venganza es un plato que se come frío

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10 de febrero de 2018

Aún me cuesta creerlo, pero debo seguir adelante. Tengo una misión que cumplir.

Sin perder un segundo más me dirijo hacia el despacho de Alessandro. Los hombres de la familia se encontran reunidos allí, apuesto a que planeando alguna estocada desde las sombras y no pienso quedarme fuera. No esta vez.

Dos toques en la puerta son suficientes para anunciar mi llegada.

—Oh, Rina. Eres tú, hija —el abuelo se levanta para abrazarme. Luego nos sentamos juntos en el sofá ante la atenta mirada de los demás—. ¿Cómo estás?

—Bien —doy la misma respuesta de siempre. Llevan días preguntando lo mismo. Observo detenidamente a los presentes en la habitación. El ambiente es tenso. Es evidente su descontento ante mi presencia y saben por qué vengo—. ¿Interrumpo?

—Sinceramente —interviene Bruno algo brusco— sí. Estamos en medio de algo importante...

—Pues siéntete en libertad de hablar, Bruno —le corto el rollo—. No pienso moverme de aquí hasta destapar el misterio que os traéis desde hace semanas.

—Catarina... —intercede Luciano impasible.

— Ahora no, Luciano —replico—. Es momento de que habléis. He esperado demasiado —me cuesta decir la última frase—–. Puedo ayudaros. No pienso quedarme en casa y esperar a que los tíos resolváis todo. ¡Mi padre ha muerto! —Mi exclamación detiene todo movimiento en la habitación—. Mi padre ha muerto a manos de sus socios traidores. No pienso quedarme de brazos cruzados. Podéis incluirme en vuestros planes o puedo trazar uno por mi cuenta. Creedme, no será algo bonito.

Termino mi monólogo dejando el salón en un completo silencio, a excepción del resoplido de Luciano.

—No pienso meterte en esto —objeta el susodicho.

—Ya estoy metida hasta el cuello —insisto—. Soy parte de la familia, y de vuestro mundo. El día... —suspiro al recordar—, el día que papá murió supuestamente me contaría todo. Él confiaba en mí lo suficiente para hacerlo. ¿Qué hay de vosotros?

—Confiamos en ti, hija —asegura el abuelo—. No lo dudes ni por un segundo. Mi hijo estaría orgulloso si te oyese hablar así, como toda una Varone.

Adopto una pose más relajada en el sofá.

<<No fue tan difícil.>>

—Bien —suelto el aire contenido—. Aclarada la situación podéis comenzar por el principio.

—Carlo estaba harto de trabajar para los demás —comienza Bruno—. Desde siempre los Varone hemos sido el cerebro de Roma, mientras que otros se llevan el crédito y además, comparten los beneficios. Estaba indignado.

—Yo también lo estaría —intervengo—. Pero eso es algo que todos aquí sabemos.

Mi padre lo había manifestado en voz alta en varias ocasiones.

—Solo que esta vez mi tío decidió tomar acciones —continúa mi primo—. En los dos últimos años Carlo ha logrado desarrollar una pequeña cantidad de fármacos a escondidas. Estos son totalmente diferentes a los anteriores y ya no solo se basan en elíxires curativos, sino todo lo contrario.

>>Alucinaciones, dolor, tortura física y mental...; cualquier daño que puedas imaginar hacer a alguien, basta una gota del medicamento para lograrlo. No tienes que ensuciarte las manos y lo más importante, no deja rastro alguno.

<<Sádicamente brillante.>>

—Por lo visto papá se mantuvo bastante ocupado —todos perciben la ironía en mis palabras.

Pasión y PoderWo Geschichten leben. Entdecke jetzt