Capítulo 7: Pequeña quemadura

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Mi madre fue directo a dormir y la casa estaba en silencio, después de eso no pude dormir, estaba muy inquieta y no sabía que pensar, ni que haría de ese instante en adelante. Y casi sin darme cuenta, saqué una linterna de mi armario y luego me dirigí al bosque, cerré la puerta del patio lo mas despacio que pude para que no hiciera ningún ruido y empecé a caminar.

La luna creciente iluminaba muy poco, así que tuve que prender la linterna para seguir mi camino sin caerme. Recién entré en el bosque, todo lo que sentí era el silencio, sólo escuchaba el sonido de mis pisadas en el suelo, bastante aterrador si no fuera la primera vez que me hubiera escapado para una pequeña visita nocturna a mi lugar favorito.

Al llegar me senté bajo el árbol de siempre, abracé mis rodillas para recibir un poco de calor mientras miraba las estrellas, eso siempre me reconfortaba. No estuve allí mucho rato cuando una brisa helada me envolvió, tirité de la impresión, se me había olvidado llevar algo para el frío, no quería irme, así que soplé mis manos para calentarlas, no funcionó.

Cuando me puse de pie dispuesta a irme, escuché algo a mi derecha, luego a mi izquierda, lo primero que pensé era que Lucas me había seguido, de nuevo, y que estaba tratando de asustarme.

- Sal de una vez, no es gracioso - Apunté con la linterna para buscarlo.

- ¿En serio? - Me sobresalté al escuchar la voz de Peter a mi espalda, no pude evitar soltar una exclamación.

Volví mi vista para verlo, la luz de la luna me dejaba ver su pálida piel, sus ojos azules como el cielo se veían oscuros, no se le veían las pupilas, tenía el ceño fruncido y estaba a solo unos pasos de mi, parecía molesto y mucho, pero mi corazón empezó a latir con fuerza.

- Perdona - Dije después de suspirar - Creí que eras alguien más.

- Entonces, ¿Cómo es que sigues aquí? El bosque es peligroso, y más a estas horas, deberías irte - A pesar de que sus palabras eran un tanto rudas, las dijo con tranquilidad.

- ¿Y qué si no quiero irme? Me gusta mucho estar aquí -

Él se quedó en silencio unos instantes. Yo empecé a caminar, el cielo estaba despejado y podía ver mejor, sin embargo prendí la linterna. Escuché pasos a mi espalda y suprimí una sonrisa, yo esperaba que él me siguiera.

- ¿Por qué? ¿Acaso ibas a verte con alguien? - La pregunta extraña hizo que me detuviera. Parecía como si eso le molestara.

- No, a nadie le gusta venir a este lugar. Yo vengo aquí para estar sola.

- Por eso mismo deberías irte - Gruñó - Algo te podría pasar y nadie lo sabría.

- Si tratas de asustarme, no estás haciendo un buen trabajo. El bosque no me da miedo.

- Vamos, Alice, ¿No entiendes que es malo que te quedes aquí? - Eso sonó un poco a suplica, cómo si él supiera algo que yo no, iba a preguntarle sobre eso, pero luego recordé que dijo mi nombre.

- ¿Cómo sabes mi nombre si yo nunca te lo dije? - Por un momento él se sorprendió, y de nuevo frunció el ceño, como si se recriminara algo internamente, luego se encogió de hombros. Cuando habló su voz sonó más tranquila.

- Pues, es un lindo nombre.

Un click sonó en mi cabeza.

Recordé al chico que me había ayudado la primera vez que entré en el bosque, tenía un parecido con Peter, pero el chico que yo tenía al frente era más fuerte, más guapo y su mirada emanaba un conocimiento muy grande y también un tipo de sufrimiento, y aunque antes no parecía recordar el color de sus ojos, en ese instante supe que eran azules.

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