Capítulo 6 - El gran día

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Por fin era el día. Aquel que tanto le había estado atormentando pues debía salir todo a la perfección. No iba a dejar que ningún fallo se interpusiera en su objetivo. Ahora sería el momento de sacar a la luz todo lo que era capaz de hacer Seth en el campo de batalla como elemental de Fuego. Estaba tan nervioso que se tuvo que encerrar en su habitación para no tener la tentación de acercarse a la primera chica y llevársela a la cama pues debía mantener un mínimo de respeto hacia Laia, aunque apenas habían intercambiado palabras después de que empezaran a salir. Incluso tuvo que rechazar ácidamente a una alumna que no dejaba de perseguirle, dejándole una buena bofetada como cortesía.

Aburrido a la vez que agobiado, se puso a meditar qué podía hacer antes de pasar alrededor de 20 días fuera y que no podría hacer allí. Aprovechar ahora que podía. Lo primero que se le vino a la mente fue comer, aunque aún se tenía que esperar casi una hora para que el comedor fuera abierto. Lo segundo fue su higiene personal, cosa que si no hacía hoy no lo haría hasta dentro de bastantes días. Claro, todo suponiendo que consiguieran algún río o lago en el que poder bañarse sin peligro alguno. Después de una lucha interna sopesando las cosas buenas y malas de ducharse, ganaron las buenas. A pesar de lo desagradable que le resultaba, imaginarse que su cabello estuviera lleno de grasa a los pocos días le superaba.

Mientras se duchaba a regañadientes, las palabras de las que podrían venir del castaño le vinieron a la mente, golpeándosela. No sabía por qué, pero le había dado muy mal rollo haber escuchado aquello. "Tengo un mal presentimiento" recordó. ¿Qué era lo que podía salir mal en una simple práctica que se realiza todos los años? Por si no fuera poco, dos magos estarían vigilándoles todo el tiempo por posibles incidentes que puedan ocurrir y, a parte, más personas que se presentaban voluntarias para ayudar a que se cumplieran todas las normas impuestas. Digamos que la vigilancia en esos días se aumentaba muy considerablemente y apenas podían entrar o salir personas en la escuela sin pasar un riguroso control. "Estoy seguro que solo quiere llamar la atención" pensó Seth enfadado. Seguramente era una estrategia de Vicent para tocarle las narices por no haberle dejado entrar en su equipo.

–ARG–ronroneó y su pecho vibró. Quería sacárselo de su cabeza, mas no era capaz de conseguirlo. Como cuando no quieres pensar en algo pero por más que lo intentas es inevitable que vuelvas a ello porque eres tú mismo el que se obliga.

Exaltado por lo que le iba a venir en pocas horas, subió la temperatura de la ducha y la puso al máximo. El cuarto de baño comenzó a llenarse rápidamente de vapor de agua, dificultándole la respiración al pelinegro por la enorme humedad que se estaba concentrando. En el vapor pudo ver como dos personas, las que parecían ser él y Vicent, acercándose más de la cuenta. Como un universo alternativo donde él no se hubiera parado a sí mismo en el sofá. Sobresaltado, atizó el aire en el que estaba viendo aquella imagen.

Por más que intentara dejar de pensar en el castaño siempre estaba allí. Lo encontraba en cada palabra y en cada rincón, como si éste fuera omnipresente. Estaba ya harto. Aquello, lo único que conseguía, era aumentar su odio hacia Vicent, aunque este no estuviera haciendo nada para merecerlo. En el fondo sabía que era culpa suya, pero el reconocerlo le dolía demasiado. Era más fácil odiar a alguien que odiarse a uno mismo. Apagó el chorro de agua y salió de la ducha empapado y medio mareado. De su cuerpo se podía ver como se vaporizaba el agua en el contacto con el aire por diferencia de temperatura. Era raro, parecía que estaba ardiendo de odio, aunque en su interior literalmente era lo que estaba pasando. Se vistió lo más rápido que pudo con el uniforme más limpio y menos arrugado que tenía y salió pitando hacia el comedor. Por suerte, había tardado tanto en la ducha que éste ya estaba abierto. Debía mantener su mente en lo importante.

Mariposas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora