3- Afrodita Vs Hera

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─Perdonen ─interrumpió Sean llegando como si fuese un visitante─, disculpen la molestia, ella es mi perdida hermana, la llevamos buscando hace horas, ha perdido la memoria y no sabe muy bien las cosas, pensó que esta era su casa… me la llevaré, ven, Reyna…

«Oh, pobrecilla» pensó Miranda Doupierre al ver a la chica tan desolada y triste.

─Reyna ─llamó Sean─. Es hora de irnos, ven pequeña.

Reyna parecía ida del mundo mientras observaba a quienes por diecisiete años habían sido todo para ella mirarla como una extraña, dos lágrimas volvieron a brotar de sus ojos. Sean suspiró profundo y tomó a Reyna entre sus brazos como una niña y la sacó de allí, se subieron a la furgoneta en la que habían llegado para regresar a la academia.

En el trayecto Reyna apenas podía contener los sollozos, pero ver cómo su vida se destruía de la noche a la mañana por algo que aún le parecía imposible y absurdo era desconcertante y doloroso. Por su parte Sean, quien intentaba ignorarla, sentía leves estremecimientos en su interior, él había sido guardián desde su nacimiento, siempre supo todo y por eso nunca perdió nada, pero sabía lo que era una pérdida y pese a que él no era fan de Reyna, se conmovió con su dolor.

Angelina esperaba a Reyna en su cama, sabía lo que pasaría con ella, pues ya ella lo había experimentado, la repentina amnesia de su familia todavía la desconcertaba, pero ella había superado aquello como un duelo, se hizo la idea de que habían muerto.

Reyna llegó a ella casi que abatida, parecía no quedarle más lágrimas por derramar, por lo que Angelina la tomó entre sus brazos y la abrazó con fuerza, esperando transmitirle fuerza y comprensión.

─Sabías lo que pasaría… ¿verdad? ─preguntó Reyna entre sollozos, Angelina asintió con una mueca de dolor─ ¿Por qué no me lo dijiste?

─No me creerías, te muestras escéptica a esta situación cuando te hemos intentando convencer de mil maneras…

─Es fácil decirlo, no vivirlo… ─se quejó Reyna.

─Yo lo viví, sé lo que duele… ─confesó Angelina al borde de las lágrimas, al escuchar eso, Reyna se retiró de su pecho con el gesto desencajado─ Yo también tuve padres, era hija única, y los perdí, los perdí cuando me dijeron «Hola, eres la reencarnación de una diosa griega llamada Artemisa»

─si es cierto… si es verdad… ¿Por qué no podemos continuar con nuestras familias? Podríamos hacer lo que se supone que debemos hacer con nuestros padres…

─Reyna ─dijo Angelina negando con la cabeza─. Tener este poder es peligroso y requiere disciplina y concentración, los padres quieren que vayas a la escuela, que hagas deberes, ayudes en la casa, pasar vacaciones… Son el punto débil… El amor es la debilidad de toda persona… No puede haber un solo vínculo entre tú y alguien de esa manera… Si encontraran todo en tu casa, te reconocerían… y te asesinarían…

─Pero…

─Entiendo tus preguntas… ─le interrumpió Angelina con gesto serio─; pero debes mantener la mente en este juego…Porque…

Angelina suspiró hondo intentando pensar si era seguro decirle a Reyna alguna de sus sospechas, Reyna asintió colocando toda su atención a la hermosa rubia delante de ella…

─Creo que existe una manera de recuperar a nuestras familias… Para eso hay que entrenar, cosa que llevo haciendo hace meses, pero necesito ayuda, y creo que tú eres la indicada…

Los ojos de Reyna se llenaron de luz y esperanzas… ¿De verdad había manera de recuperar a sus padres? Si era así, ella haría lo que fuese necesario…

La Reencarnación De AfroditaWhere stories live. Discover now