Capítulo 1 - ¿Eres tu al que llaman "el nuevo"?

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-¿Mi elemento?–ella asintió con la cabeza algo abrumada por el hecho de que el chico más guapo del colegio le estuviera dirigiendo la palabra–¿De verdad no sabes a cual pertenezco? Soy de Fuego, por supuesto–respondió orgulloso Seth, el protagonista de nuestra historia.

Una chica le había pedido que se reuniera con ella en el tiempo que tenían libre entre después de comer y las clases. Quería hablar con él y, si reunía el coraje necesario, declarar su admiración a aquellas facciones que tanto la embelesaban y no podía parar de mirar.

Él ya conocía el por qué lo habían llamado. Era bastante popular entre la población femenina de la escuela de Emment, como era de esperar, y ya se había acostumbrado a que todas las semanas se le declararan, al menos, tres chicas. Eran uno de sus momentos preferidos pues, que hablaran de él como un Dios salido de un volcán, le subía un poquito más el enorme ego que le movía el cuerpo.

Qué decir, su cabello azabache peinado en una suave cresta y su penetrante mirada verde moteada de rojos, acompañados de las facciones extremadamente afiladas y la tez morena -propias de aquellos puros afines al Fuego- hacían que Seth resultase bastante llamativo. Sin olvidarnos, por supuesto, del aro que colgaba de su ceja izquierda, algo que según tenía entendido, volvía loca a más de una. Todo su cuerpo era un altar hacia la belleza y era lo que mostraba con mayor orgullo, cuidándolo como oro en paño.

–¡Oh, qué bien!–exclamó la chica aún algo cohibida por su presencia mientras movía uno de sus pies y agachaba la cabeza avergonzada por lo que iba a ser capaz de hacer–Yo soy de Viento. Podríamos complementarnos muy...–tragó saliva, intentando deshacer el nudo que se le había formado en la garganta–Bien–dijo volviendo a levantar la cabeza por cuarta vez y a dedicarle una sonrisa tímida a Seth.

Su pecho se movía muy rápido. Los nervios y la posibilidad de ser rechazada humillantemente por el chico que le gustaba le estaban matando. Encima algunos de los estudiantes se paraban a lo lejos para curiosear, atentos de otro de los típicos rechazos dramáticos que vivía Seth. Mordió su labio superior con fuerza y esperó la inminente respuesta que tanto ansiaba saber desde hacía tiempo. A pesar de esto, ella conocía que había una probabilidad muy ínfima de que esto sucediera, pero ella no iba a perder la esperanza.

–Perdona, pero no me hablo con pseudoelementales como tú–dijo arrogantemente Seth, metiéndose las manos dentro de los bolsillos del uniforme que les obligaban a llevar.

Para los menores el uniforme era el mismo: una camisa blanca, una chaqueta negra que les llega hasta la parte baja del muslo, unos pantalones también negros -aunque si se desea también puede llevarse falda- y unos zapatos del mismo color que los pantalones bien brillantes. Sin embargo, a partir de séptimo y después de la prueba elemental, éstos cambian para diferenciar a los alumnos por su elemento: Fuego, Aire, Agua y Tierra.

La chica llevaba el uniforme negro, lo que indicaba que aun no había pasado la prueba. En cambio, el de Seth, aunque también era negro, contaba con tonalidades rojizas, amarillas y naranjas presentes en los botones de la chaqueta, en el cinturón, la corbata -típica de los estudiantes veteranos- y los zapatos, evocando el color de las llamas.

Cansado de la situación, pasó una de sus manos por la cresta y miró con aires de superioridad a la chica– Vete a soplarle a otro en la oreja– dijo despectivamente. Su mente tenía la creatividad de formar frases haciendo referencia a los elementos para utilizarlas como burlas.

Seth se dio la vuelta y puso rumbo hacia su habitación, ya no tenía nada más que hacer allí. Pocas veces perdía el tiempo con alguna chica que no fuera de Fuego. La lealtad al elemento era algo vital en su familia, siendo una de las más destacadas por ello. Debía estar demasiado buena para dejar a un lado sus creencias. Pero claro, cada uno tiene un precio y a Seth le pirraban algunas de Tierra. Le encendían más que una poción avivadora de llamas.

Mariposas de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora