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Tras convencer a su amigo para que se encargue de cocinar Fernando comenzó a responder a sus clientes y consultas particulares, en sus primeros años como abogado defendía a cualquiera que le pagara el dinero necesario y trabaja en su mayoría para el Estado , mientras pudiera llevar comida a su mesa le daba igual. Ya con los años, dejó de defender delincuentes y pudo con esfuerzo hacerse socio de un bufete con varios colegas y solo trabajaba para gente que merecía una defensa, y también ofrecía su servicio a personas inocentes que no podían acceder a un buen abogado. Básicamente, trabajaba demasiado, un poco por obligación y un poco porque realmente le gustaba su trabajo.

Al terminar y mandar lo necesario para que su asistente agendara, se estiró en la silla y observó a su amigo asaltando su recientemente abastecida alacena con  una cerveza en la mano.

-¿No te pagan lo suficiente para pagar tu propia comida?- dijo y se acercó para también sacar una cerveza de la heladera.

-El que invita paga amigo mio-contestó dando vuelta una hamburguesa.

-Te invitaste solo...

-Perdón por no tener tu sueldo de abogado.-Fernando alzó la ceja y lo miró indignado

-Sos comisario... y no tenes hijos, miserable asqueroso- el policía, ignorándolo sacó la ultima hamburguesa de la parrilla y se dirigió a la mesa del jardín, Fernando lo siguió, al salir de la casa el calor lo sofoco, charlaron para ponerse al día, como hacían cada semana.

Tras pasar la tarde, dieron por finalizada la visita, Clara había pedido quedarse a dormir en la casa de su amiga y Juan, tan aprovechado como solo él podía ser, lo obligó a llevarlo a su casa -aun cuando vivía a solo media hora caminando- alegando que igual le quedaba de camino al gimnasio. 

 Por lo que siendo las nueve de la noche, Fernando entraba a su gimnasio a hacer su odiada rutina, una hora mas tarde volvía a su casa, tan cansado que apenas encontró fuerzas para darle de comer a los gatos de su hija, tras bañarse bastó con apoyar la cabeza en la almohada para que se durmiera, definitivamente necesitaba vacaciones.

...

Eran las 12 de la noche cuando Damian terminaba su doble turno en la comisaria, salió con su bolso, saludando a sus compañeros con amabilidad y casi corrió para alcanzar el ultimo tren que lo llevaría su casa. El tren estaba casi vacío pero por costumbre no se sentó, y luchó contra el sueño que tenia, por suerte solo  vivía a una estación y un par de cuadras de su casa, de otra manera no sentía que pudiera aguantar el cansancio de su cuerpo. 

Desde hacía 3 años era oficialmente policía, si bien le gustaba su trabajo, estaba constantemente cansado, se hacía casi por completo cargo de su madre y de sus dos hermanos e intentando darles lo mejor hasta que estos pudieran valerse por si mismos tomaba cada hora extra que podía. Su madre se había hecho cargo de él y sus hermanos sola, trabajando de lo que podía durante años, casi sin descanso hasta para ayudarlo con los gastos para entrar a la academia, que su trabajo de repartidor no le permitían costear. Así que cuando terminó los años de formación y supo que podía hacerse cargo de la familia, no lo dudó ni un segundo, tenia 24 años y en ocasiones sentía que tenia 50, pero ver a su madre y a sus hermanos felices lo valían.

Bajó del tren dispuesto a caminar las 10 cuadras que lo llevarían a su casa, y así lo hizo, al girar las llaves del portón pudo escuchar a sus perros ladrar, y segundos mas tarde los tres animales se le tiraron encima ladrado con felicidad. Intentó callarlos -como siempre- sin éxito, vio las luces del patio trasero prendidas y las voces adolescentes le hicieron saber que alguno de  sus hermanos había invitado a sus amigos, al abrir la puerta delantera se encontró con la luz de la cocina prendida, y se dirigió a ella sabiendo que su madre le había separado comida como siempre que hacia turnos dobles.

Cuando puso la comida en el microondas, vio a Sebastian, su hermano, entrar por la puerta de la cocina, el adolescente lo saludó apenado.

-Perdón por no avisarte, se invitaron solos, te juro que no gritamos- el adolescente se disculpaba, rascándose la cabeza. Damian sonrió, cruzado de brazos.

-Hagan todo el ruido que quieran, yo duermo igual- vió por la puerta abierta a los ya conocidos  3 adolescentes mirándolos disimuladamente, saludó con la mano y una de las dos jovencitas entre ellos se rió sonrojada- Veo que sigo siendo su crush ¿eh?- dijo a su hermano divertido, este lo miró decepcionado, era obvio que le gustaba su amiga.

-Eso parece...-dijo desolado y el policía rió.

-¿Y Daniela?- preguntó por su hermana.

-Estaba con mamá viendo una película...

Damian se dio vuelta para sacar su comida del microondas, observando como el chico seguía ahí parado sospechó, así que fue hasta el refrigerador para tomar una botella de agua, fingió no ver las 2 botellas de vidrio escondidas en el cajón de las verduras

-Si veo o escucho a alguno de ustedes excedidos de alcohol, voy a rociarlos con agua helada-sentenció y vio a su hermano asentir descubierto, tomando finalmente unos cubiertos se dirigió a su habitación, escuchando un "gracias" por parte de Sebastian antes de cerrar la puerta. 

Luego de cambiarse el incómodo uniforme y comer, se cepilló los dientes dispuesto a dormir, pero al cerrar los ojos recordó la vergonzosa situación en la que se había encontrado esa tarde. Siempre lo puso nervioso hablar con otras personas, pero el estúpido nerviosismo con el que había actuado al hablar con aquel serio abogado era insuperable. Se frotó la cara avergonzado, en su defensa el hombre era intimidante, espero no volver a cruzarmelo, fue su ultimo pensamiento antes de dormirse.


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⏰ Last updated: Aug 02, 2020 ⏰

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