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Era mediodía cuando Fernando manejaba a la comisaría, solo ya que tras comprarle el celular a su hija ésta se quedó en la casa de una amiga, había ido también hasta la oficina a explicar su situación, al ser uno de los socios no le hicieron demasiado problema (e intentó buscar sin éxito su saco, otro problema del que se debía preocupar, ya que su otro teléfono estaba allí y tenia pendientes con sus clientes) y al supermercado porque su heladera estaba completamente vacía y no estaba cómodo con la idea de vivir a delivery. Su amigo pidió que lo esperara fuera de la comisaría, por lo que allí estaba fuera del auto fumando un cigarrillo mirando distraidamente los autos confiscados.

Antes de dar otra calada, siente un golpecito en su espalda por lo que se da vuelta encontrándose con el oficial que lo había atendido el día anterior.

-Buenos días ¿Fernando verdad?-le dijo el oficial amablemente, el abogado mantenía su seriedad asistiendo.-¿Como esta?

-Bien... gracias-el abogado respondió confundido, el muchacho que tenía enfrente le parecía un poco extraño, y no entendía porque le estaba hablando, los policías en general nunca habían sido lo suficiente amables con él.

-Me alegro- hubo unos segundos de silencio muy incomodo, en el que se miraron a los ojos sin saber que decir, hasta que el más joven carraspeó y miró a un costado rascando su nuca-Yo... yo me acerqué a usted porque ayer se olvidó, se olvidó su saco ¿si? y un teléfono tenia muchas notificaciones... pero anoche no parecía conveniente llamarlo, además había terminado mi turno ¿Sabe? Juro que de otra forma se lo hubiera hecho llegar antes, y hoy tengo el turno de día y pensaba llamarlo o darle las cosas al oficial que saludó ayer, pero no lo vi y...

-Ey, esta bien, no pasa nada-el abogado intentó, sin éxito, sonreír para tranquilizar al otro que ridiculamente se sonrojó y asintió- Realmente te agradezco yo estuve buscándolo, pensé que lo había perdido, no se me ocurrió que podría estar acá.

-Si quiere, podemos entrar y recuperarlo, se lo guardé en mi escritorio.

-Me parece perfecto- contestó suavemente-Y, por favor no me trates de usted, me siento demasiado viejo.-Se sorprendió a si mismo diciendo eso, él era una persona que detestaba que los más jóvenes lo tutearan, pero el nerviosismo que irradiaba el pobre tipo le causò pena y lo impulsó a decirle aquello.

Ante eso el oficial asintió con la cara roja y tras un suave vamos, se adentraron a la comisaría, que se encontraba completamente vacía, Fernando mientras tanto, intentaba duramente recordar su nombre. No quería preguntarle y hacerlo sentir aun mas apenado, como si hubiesen escuchado sus pensamientos, una mujer se acercó al policía y le sonrió coquetamente -cosa que hizo que el abogado levantara una ceja por la falta de profesionalismo- y le habló.

-Damian ¿como estas?-melosamente preguntó ella, Fernando memorizando el nombre que salía de la chica que, era más bajita que ambos, rubia de ojos celestes,.se veía extremadamente delicada incluso con el traje de policía- Quería saber si hacías algo a la tarde, podemos tomar algo, si podes.

-Eh..-el susodicho la miró-¿Podemos hablar más tarde? Tengo que arreglar un problema con este hombre, y no me gustaría hacerlo esperar demasiado.-de repente, ella se dio cuenta de la existencia del mayor y se despegó rápidamente de Pedro, su coquetería siendo terriblemente descubierta.

-Buenas-murmuró y tras un carraspeo se giró- hablamos más tarde entonces- y se fue con paso firme.

Se miraron- Ella es, es un poco intensa a veces, pero es buena persona, lo juro. Voy a buscar su saco, espere- espérame acá- seguido de esto lo dejó solo. No podía evitar mirar con ojo crítico al muchacho, parecía demasiado, liviano -por decirlo de alguna manera- para ser policía. Negó con la cabeza y se sentó en uno de los incómodos asientos que se asemejaban a los de los hospitales, miró en su reloj la hora pensando en cuanto iban a tardar en cocinar, para ser las tres de la tarde tenia en el estomago solo un café y una tostada (que para variar, con sus habilidades culinarias, se había quemado).

Mientras el estaba nuevamente en su nube, un hombre se le acercó y golpeó su cabeza con un bolso. Parpadeó confundido, pero preparado para insultar mucho, cuando vio a su amigo sonriendo se levantó y le dio un buen golpe en la nuca.

-¿Por que sos tan idiota?

-Un poco de respeto señor, esta hablando con una autoridad-dijo Juan, sonriendo-No era necesario que entraras pero te agradezco por tu caballerosidad- levantó el bolso que se había caído, y se dio la vuelta dispuesto a salir del trabajo.

-Estoy esperado a alguien-dijo Fernando lo que ocasionó que su amigo se diera la vuelta con cara de perversidad, levantando las cejas varias veces-No, no a esa clase de persona, el oficial que me atendió ayer esta buscando el saco que me olvidé.

-Mmm-lo miró con los ojos entrecerrados- como digas, pero hay por acá, algunas preciosidades que te puedo presentar.

El abogado iba a contestar, cuando vio que Damian volvía con su saco en mano, y una sonrisa, vio a Juan y lo saludó respetuosamente antes de devolverle la prenda-Sano y salvo.

-Muchas gracias- le dijo y sacó del bolsillo su segundo teléfono que estaba repleto de notificaciones, lo que causó un silbido de su parte, tenia bastante trabajo que hacer-Así que... Supongo que nos veremos en otra ocasión.

-Si... Si claro, este, que tenga buen día-el mas joven tendió su mano para saludarlo y se dio la vuelta. Fernando hizo lo mismo, saliendo de la comisaría mientras su amigo hablaba de alguna cosa, cuando impulsivamente se giro sobre sus talones.

-¡Damian!-exclamó y unos oficiales que iban pasando se le quedaron mirando, mientra el anterior llamado se daba vuelta, Juan miraba confundido desde la puerta, donde había quedado hablando solo- Te doy mi tarjeta, por si algún día necesitas un abogado-revolvió en los bolsillos del saco recién entregado- es el numero de mi oficina-el policia le sonrió.

-Bueno...muchas gracias

-Hasta luego- y al abogado salió caminando rápido de allí, arrastrando a su confundido amigo hasta el auto, cuando reaccionó, Fernando ya estaba por arrancar.

-¿Qué... Qué fue eso?

-¿Mmm?¿Qué cosa?

-Toda esa impulsividad, que acabo de ver.-el otro lo miró, sonriendo como si no entendiera de lo que hablaba.

-Deja de hacerte la cabeza, me parecia lo correcto-dijo mientras manejaba a la casa, buscando cambiar de tema-¿Comemos unas hamburguesas?

-Mientras seas vos el que cocina...

SEMPITERNOTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang