⚶13

134 12 38
                                    

Esa noche fui a ponerme la pijama que su hermana me había prestado y al terminar regresé a la cama, no pasó mucho tiempo hasta que nos volvimos a quedar dormidos.

A la mañana siguiente me despertó el sonido de un trueno, miré la hora en mi teléfono y me di cuenta de que sentía el pecho pesado, miré hacia abajo y noté una cabellera recostada sobre mí y un brazo envolviendo mi cintura, volví a recostarme al ver que eran cerca de las cuatro de la mañana; alcanzaba a distinguir muchos ruidos en la parte de abajo de la casa, no era muy común para mí escuchar movimiento tan temprano en una casa, pero suponía que era porque sus padres debían ir a trabajar.

Pensándolo dos veces y un poco temerosa, comencé a acariciar el cabello de Cazz, pasé mis dedos por entre su cabello de la raíz hasta la punta repetidas veces haciendo que el chico me abrazara con un poco más de fuerza, como si sintiera que se alejaba y no quisiera separarse.
Así pasó el tiempo hasta que volví a quedarme dormida, no volví a abrir los ojos hasta notar la luz entrar un poco por las pequeñas hendiduras de la persiana, la paqueña presión que había sentido en mi pecho como hacía un rato había desaparecido y Cazz se encontraba sentado en el escritorio frente a la computadora.

—¿Tan temprano y ya estás frente a un monitor? Dios, que pereza me das. —Dije sentándome y me recargué en la almohada en la que estaba acostada.

—Uy, buenos días a ti también señorita "duermo doce horas seguidas y no paro de quejarme".

—Deja en paz mis quejidos ¿quieres? —Fingí indignación y sonreí, el chico rodó los ojos y sonrió mientras negaba con la cabeza.— ¿Llevas mucho tiempo despierto? —Pregunté tallando mis ojos y salí de la cama sentándome en la orilla, frente a él.

—Un poco, sí.

—¿Y por qué no me levantaste?

—No lo sé, te veías tan tierna y cómoda ahí acostada, que preferí no molestarte.

—¿Tierna? —Dije repitiendo algo confundida.

—Y cómoda. —Completó citandose a sí mismo para evitar mi pregunta.

—¿Sabías que te mueves un montón en la noche? —Me levanté y caminé hacia donde había dejado mi ropa la noche anterior.

—Pff, claro que no. —Se giró sobre la silla y me miró.

—Claro que sí, en la mañana me desperté y aún estaba lloviendo. Quería pararme a ver qué hora era pero no pude levantarme porque al parecer, soy una almohada muy cómoda.

—Becca, si me acosté en tu hombro es porque estaba muy cerca del cojín en el que estaba acostado, no es mi culpa que te adueñaras de la cama completa. —Se encogió de hombros excusándose.

—Estabas encima de mi pecho, tonto. —Le dije y lo miré pero de inmediato miró a otra parte.

—¿Y por qué no me quitaste de encima?

—No lo sé, te veías tan tierno y cómodo que no te quise despertar. —Repetí exactamente lo que me había dicho e imité su voz haciendo que ambos riéramos.— No, pero en serio no quería despertarte, era muy temprano y recordé que habías mencionado lo cansado que estabas la noche anterior y el incidente que tuvimos en la madrugada... Solo te acaricié el cabello.

La habitación se quedó en silencio, miré mis manos y sonreí al recordar la textura de su cabello y cómo me abrazó con más fuerza como si no quisiera soltarme; Cazz se tapó el rostro con ambas manos.

—Dios, que vergüenza, definitívamente no estoy hecho para compartir la cama.

—Descuida, es algo normal, supongo. Emi también hace algo parecido cuando se queda dormido.

The Side Seat ||Cazzeros||Where stories live. Discover now