Prueba 2

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MI PEQUEÑO HERMANITO

 Intentas levantarte con el mejor ánimo posible, decides dejar de hacerte reproches, porque generarte más culpa de la que ya tienes no va a solucionar nada, tienes la almohada húmeda de tanto llorar. Te vistes en silencio y abres la ventana de tu cuarto para que se ilumine.

Calientas el agua para prepararles el desayuno a tus padres, ¡cuánto darías por escuchar que te dirigen la palabra y que no sea solo para darte órdenes o golpes!

Mientras haces las tostadas, vuelves al mismo recuerdo que jamás se borrará de tu mente. Estabas en la piscina con tu pequeño hermano Leo, te aturdías escuchando rock a través de tus grandes auriculares, él chapoteaba por la parte más baja en compañía de su autito preferido. Decidiste descansar los ojos solo un momento, cuando los volviste a abrir, no podías creer lo que estaba frente a tus ojos, tardaste en reaccionar. 

Leo se encontraba flotando boca abajo inmóvil, esperabas que fuera una broma, desafortunadamente no lo era. Tu corazón latía tan rápido como nunca lo había hecho, una desesperación se apoderaba de ti en el mismo momento en que lo sacabas del agua y tratabas de reanimarlo, te dabas cuenta de que era en vano, los médicos tampoco pudieron hacer nada, había agua en sus pulmones, dijeron.

Debías cargar con su muerte a tus espaldas y tus padres se encargaban de recordartelo día tras día. Un ruido te asusta y aparece tu madre con su uniforme de trabajo bajo el umbral de la puerta.

-Buen día mami, te preparé el desayuno -le dices con una voz baja y llena de miedo-.

-Limpia los pisos antes de que tu padre se levante -te dice y se va de la casa dando un portazo-.

Decides comerte su desayuno, ésta mañana no hubo ningún problema, te estremeces al pensar en el día en que te despertó a patadas por haberte quedado dormida, aún conservas las marcas del golpe. Ellos fueron muy duros contigo cuando sucedió lo de Leo no te dejaron comer por tres días, habían trabado la puerta de tu habitación y pensaste que nunca la volverían a abrir, no había llanto, ni perdón que te salvara.  

Vas al baño y lavas tu cara con agua fría para despejarte y no volver a llorar. En menos de una hora limpiaste el piso a gran velocidad y además planchaste su ropa, te sobraba mucho tiempo antes de que tu padre se levantara.

Hace dos meses que no te dejaban salir de la casa, agarraste la llave que escondían arriba de la heladera, sacaste las trabas de la puerta, giraste la llave y se abrió con un leve crujido, solo saldrías un momento a respirar aire puro y luego volverías a entrar.

Te sentaste en los escalones de la entrada, era un cálido día nublado y trataste de disfrutarlo lo máximo posible, quien sabe cuando tuvieras la oportunidad de volver a salir. Tus vecinos que se encontraban trabajando su jardín, te dedicaron una amable sonrisa.

Estabas distraída mirando un pajarito de pecho azul que se había posado en su nido cuando advertiste la presencia de alguien a tus espaldas.

Tu padre en ropa interior te miraba con una furia que jamás olvidarías, sus ojos brillaban de odio y podías sentir la mirada de todo el barrio sobre tí. En su mano derecha tenía un cinturón de cuero con hebilla dorada, te levantaste de un salto exaltada, se acercaba hacia tí a grandes pasos mientras tú suplicabas en llantos que esto no sucediera ... ¡No aquí, no otra vez!

"Proyecto escritor (concurso literario)"Where stories live. Discover now