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Los médicos de la clínica querían seguir controlando a Adelaine un día más, pero dado que Callum vivía con ella, la dejaron volver a casa haciendo una excepción

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Los médicos de la clínica querían seguir controlando a Adelaine un día más, pero dado que Callum vivía con ella, la dejaron volver a casa haciendo una excepción. Ada no soportaba estar en ese horrible lugar —por muy limpio y elegante que fuese—, necesitaba estar en su cama y abrazar a sus hermanas cuanto antes.

Había llorado una hora completa, presa de un estado de angustia que no podía controlar. Brianna la abrazó como su madre nunca lo había hecho antes y Alioth, luego de deshacerse del indeseable de Robert, se había sentado al otro lado de la cama sin decir ni una sola palabra, pero haciéndole saber que estaba allí para ella.

Ada no se había sentido tan estúpida en su vida. Al final, había terminado como su madre, enamorada de un hombre que solo la utilizaba, con el corazón roto por alguien que no la quería.

¿Cómo no se había dado cuenta? Él y Geraldine la habían engañado muy bien, tendría que haber seguido su instinto como al comienzo. Siempre supo que Geraldine no la quería allí, y fue una ilusa por pensar que eso había cambiado. Y Robert... ni siquiera quería pensar en él. Era demasiado doloroso saber que todo lo que le había dicho era una gran y horrible mentira.

Llegaron al palacio después de un viaje que le resultó interminable, y cuando bajó del coche, Charlotte fue la primera en aparecer ante sus ojos. No dijo nada, solo la abrazó haciendo que Ada tuviese que poner todo su esfuerzo en contener las lágrimas.

—Estoy bien, Charlie —susurró luego de inhalar profundamente.

La princesa se separó de ella y la tomó por los brazos para examinarla en detalle. —No te ves bien. No te ves nada bien, tienes los ojos hinchados y estás pálida como un cadáver.

—¡Charlie! —Exclamó Geraldine por detrás de su hermana—. No le digas esas cosas a la pobre Ada.

Al reconocerla, la joven sintió que un golpe de aire frío le helaba la columna vertebral, dejándola tiesa como una tabla.

Cuando Geraldine apareció en su campo visual e intentó abrazarla, Ada tuvo el impulso de retroceder como si así pudiera protegerse de todo el daño que ya le había causado. Dio un paso atrás y chocó con Alioth que acababa de salir del coche. Este la sostuvo rodeándole la cintura con un brazo y miró a sus dos hijas que contemplaban la reacción de Adelaine con perplejidad.

—Ada... ¿Estás bien? ¿Qué sucede? —Preguntó Dina arrugando la frente.

—¿Te sientes mal? ¿Estás mareada? —Intervino Charlotte dando un paso al frente—. Será mejor que la llevemos a su cuarto, papá. ¿Quieres que llame a Max para que te cargue hasta allí? Está con John en su estudio.

—Estoy bien —musitó Ada—. Puedo caminar sola.

—En todo caso, ¿por qué ibas a llamar a Max? —Replicó Alioth—. Yo puedo llevarla.

Charlie lo miró con suspicacia. —A tu edad sería preferible que no hicieras tal esfuerzo. Tienes que estar bien para llevarme al altar en una semana.

Mentiras reales (Descontrol en la realeza 5)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora