Estrellas negras que iluminan

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La cama era más grande que su voluntad en las mañanas,
El armario le quedó grande cuando decidieron sacar toda su ropa.
"Ahora habrá espacio para más monstruos", pensó ella
Y en su cabeza, se escuchó una risa frenética.

"Qué se le va a hacer, mi tierna amiga.
Te has quedado sin gemela y necesitas compañía".
La gravedad pesaba más, las lágrimas eran menos espesas
Y ahora no había nadie que las contuviera por ella.

A una de las dos le tocaba perder.
Ella lo sabía muy bien,
Pero no quería que fuera así.
A veces deseaba haber caído también.

El tiempo le pasó por encima, 
Cumplió trece años, y no veintiséis como las dos contarían,
La habitación se llenaba de rimas y de chistes que los monstruos hacían.
El golpe de la pérdida desintegró la mitad de su vida.

La niña, ahora no tan niña,
Crecía aún más dividida,
Sin amigos que comprendieran
Lo que las voces decían en su cabeza.

Clamaban por su atención una y otra vez,
Daba miedo mirarlos cuando no había nadie que la pudiera proteger.
Subir allí era buscar el infierno al aire libre,
Sin espejos donde verse para reencontrarse.

Los monstruos no solo estaban arriba, 
Ahora se escondían donde ella dormía
Y cada mañana debía cubrirlas...
Las noches sin sueño la hacían ver de pesadilla.

Con delineador tapaba su melancolía
Y dibujaba en cartulinas blancas, las mismas estrellas negras que veían al mediodía.
Le recordaban a la vida artística que una vez adornó el techo que compartían
Y las historias a medianoche, como si no hubiesen alienígenas.

¿Y quién lo diría? Que ella pronto pintaría
Estrellas con marcadores en las paredes de su alcoba amarilla
Donde había monstruos en el armario y monstruos en el techo, justo arriba.
¿Y quién lo diría? Que su hermana se convertiría en las estrellas bonitas.




Monstruos en el techoWhere stories live. Discover now