Capítulo 31|| Amelia

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DÍA 0

Las noches las paso encerrada en mi habitación. Quizás pienses que ya he perdido la cabeza, que ya escribo incoherencias de mi vida que ya ni te está importando. He leído las hojas anteriores a esta y me pregunto, ¿cómo fue que pude salir vida de todo eso?

He pasado noches sin dormir, viendo cómo Axel se deja llevar por el cansancio. No me ha tocado desde el día de la bañera, ya ni me acuerdo qué día fue, pero lo anhelo, lo necesito. Más bien, necesito sentirme útil, aunque sea para eso.

He pensado muy bien sobre escapar ahora que nada me ata a Axel, ni un bebé ni la estúpida situación del secuestro. Todo eso ya pasó. Pienso irme al centro de la ciudad, alquilar un departamento y buscar un trabajo, cualquiera con tal de darme un ingreso monetario. Lo único que hago aquí es pudrirme por dentro y llegar al abismo de mi salud mental.

Tengo que esperar a que Axel y Andrew se vayan para poder salir de aquí. Por más que sienta cosas por Axel no puedo seguir estando cerca de él, estoy perdiendo la cordura. Lo puedo sentir. Me estoy volviendo completamente loca.

Ya ni me importa morirme, ¿para qué voy a vivir? ¿Para qué si lo he perdido todo?. Mi familia, mi bebé, mi futuro...Todo lo he perdido por culpa de Axel. No me importa que él se disculpe por lo que me hizo hace años, eso no va a borrar todo lo que he vivido desde ese día.

No he sabido nada de Sara desde hace unas semanas, por más que pregunto nadie me contesta. Quiero encontrarla pero me da miedo. Soy una estúpida, se supone que quería matarla pero ahora pienso de otra forma. Solo quiero desaparecer, no quiero convertirme en lo que es ella, sería rebajarme a su nivel. Sé que eso no le gustaría a mi padre.

Me siento muy mal, es como si algo maligno me haya poseído. Tengo fiebre algunas veces y otras solo me siento agotada y nerviosa, ni siquiera dejo que Axel se me acerque y eso ya es como algo raro. Lo anhelo mucho, me desespero si no me toca aunque no sea de madera sexual, solo deseo que su piel toque la mía como un recordatorio de que no estoy sola aquí, me siento como una fugitiva.

¿Sí lees lo que escribo? Es una locura, pero ya no más. Todo se acabó. Buscaré la manera de salir de este estilo de vida aunque tenga que morirme para lograr salir. Da igual ya todo lo que piense, no me importa. Nada me debe importar pero sigue y sigue apareciendo Axel en mi cabeza. Es una dulce maldición, me siento anclada a él, quizás eso es lo que siempre quiso lograr. Que me sienta dependiente de él como una sanguijuela.

Esto está muy mal, tan mal que es una locura. Estoy segura, estoy segura, estoy segura de eso. Pero ya es tarde, muy tarde para dar marcha atrás, no puedo respirar si él está lejos. Es como si una parte de mí estuviera con él. No puedo creerlo, ha tanto he llegado, enamorarme de mi captor como una estúpida después de que por culpa de él mi futuro quedó arruinado.

Pero no debo pensar en eso, al fin y al cabo él me salvó de terminar desmembrada como mi hermana y mi padre. Le agradezco eso y algunas cosas más. No he tenido el coraje de decirle mis sentimientos pero él ya lo ha hecho, lo susurra cuando piensa que estoy dormida, se desvive susurrando que todo es su culpa, que me estoy muriendo por su culpa pero a decir verdad, esto es culpa de ambos.

Soy una mujer débil y él es un hombre impotente en muchos sentidos, fui yo la que cayó en la trampa.

Quizás esta sea la última vez que te escribo, no estoy segura de mis planes para mañana pero ya no voy a estar en este lugar junto a Axel.

Debo irme.

**********

Miro a Axel desde la cocina mientras él revisa unas cosas en la computadora. Estos días me ha dolido tanto la cabeza que siento que explotará en cualquier momento pero al menos he dejado de llorar en la cama hecha un ovillo. Lo miro intentando imaginarme esta situación de otra manera, su perfil está tenso por lo que está leyendo con su mano derecha sosteniendo su mentón. Hay papeles esparcidos por toda la mesa junto con algunas fotografías de Sara y de otras personas, algunas de ellas con una cruz negra en sus rostros.

Relatos de un secuestro ©Where stories live. Discover now