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GULA

Dios, esto esta delicioso, la comida de mi madre es la mejor, podría comer esto por siempre, esto definitivamente esta hecho para los dioses, no puedo creer la suerte que me toco, que mi sea una chef profesional es lo mejor del mundo.

—Por lo menos intenta no comer como un cerdo Gael—mi madre me regaña.

—Es tu culpa por hacer esto tan delicioso—termino de tragar, levanto mi mano y abro mis 5 dedos—mis felicitaciones al chef, le doy 5 estrellas—mi madre ríe y empieza a recoger los platos pero yo me adelanto y se los quito—debes estar cansada, ve a dormir yo me encargo de la limpieza—le doy una enorme sonrisa, ella asiente y se va.

Siii, lo logre.

Llevo todos los platos a la cocina y los dejo en el lavaplatos, me doy la vuelta y me dirijo hacia la nevera, la abro y puedo verlo.

Un enorme y delicioso pastel hecho por mi madre, tres leches, adoro ese sabor, tenia planeado comerlo pero estando aquí ya no estoy muy seguro, mi mama se esforzó muco tiempo haciendo este pastel para su trabajo, no seria justo si me lo comiera ¿cierto?, seria un acto cruel hacia mi madre ¿no? si ay algo que odio en este mundo es ver a mi madre triste.

Un recuerdo de ese hombre pasa fugazmente y eso me ayuda a tomar mi decisión y cierro la nevera y regreso al lavaplatos, casi arruino las cosas entre mi madre yo.

Termino de fregar y miro la hora, aun a tiempo, voy a mi habitación y arreglo mis cosas.

Libros, libros y mas tontos libros, aunque mi madre no me obliga a ir a la escuela aun así voy, se que a ella le gusta que yo valla aunque no lo diga, a ella no le gusta dejarme solo durante tanto tiempo pero debe hacerlo, después de todo en esta casa solo somos ella y yo, hablaría al respeto pero odio hacerlo.

Paso por la habitación de mi madre y entro, me acerco a ella y deposito un beso de despedida en su mejilla, me alejo de ahí, agarro mi mochila y me voy.

Salgo del edificio y un exquisito olor llama mi atención, me dirijo al lugar de donde proviene ese olor, es pan, pero no un pan cualquiera, es el pan de ajo que Rodrigo prepara, si vale la pena desviarse del camino por algo, es por el pan de rodrigo.

—Gael, que agradable encontrarte—se acerca y me rodea con su brazo—al parecer el olor de mi pan si llego a tu nariz—dice riéndose.

—Por supuesto que si—hablo orgulloso—sabes muy bien que mi olfato es el mejor del barrio—me paro derecho.

Rodrigo se aleja de mi, entra a su tienda y yo lo sigo, al entrar veo que agarra una bolsa y se mete a su cocina, me quedo en el mostrador y admiro todos los pasteles y panes que ha hecho, el tiene una muy buena mano para cocinar igual que mi madre.

Lo conozco desde hace 3 años, yo intentaba escapar de unos bravucones y buscando refugio entre en la tienda de Rodrigo, lo bravucones entraron en la tienda y me tomaron de los brazos, el líder de la banda Bradd, era todo un idiota, creía tener el derecho a golpearme simplemente porque yo era un chico gordo y el era un atleta con buena formal, cuando Bradd iba a golpearme Rodrigo salio y les apunto a ellos con una escopeta, los chicos salieron corriendo muy asustados, luego de eso el bajo el arma y se presento, de ahí se formo una gran amistad, el me invito a ir al gimnasio en el que entrena y descubrí que también soy muy bueno para luchar, le debo mucha cosas.

—Ten Gael—me entrega una bolsa—esta llena de pan de ajo, disfrútala—agarro la bolsa y le agradezco, salimos de la tienda y nos despedimos— por cierto Gael recuerda que hoy en la tarde ha entrenamiento- se me había olvidado.

—Por supuesto que lo recuerdo—me levanto la camisa— este abdomen no se hace solo—el se ríe y me doy la vuelta, me bajo la camisa y empiezo mi ruta hacia la escuela.

SevenWhere stories live. Discover now