Capítulo 6.

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Los celos hasta entonces, ahogados en llanto, se hicieron dueños de su alma.

Gabriel García Márquez; Amor en los tiempos del cólera.

Aunque me prometí dejar el pasado atrás y continuar con mi vida, no pude hacerlo. Tal y como lo pensé, ver a Mía y a Xiao juntos, me dolía mucho más. Al día siguiente, intente salir con ellos para reanudar nuestra amistad. Mía estaba contenta al lado de Xiao y parecía que el joven se sentía de la misma forma.

Al final, el resultado fue tal que tuve que recoger todos los fragmentos de mí destrozado corazón, uno por uno, todo el camino a casa. Xiao y yo volvimos juntos en el mismo tren, pues Mía había quedado con su padre (aunque para mí no fue más que un truco barato). Nos abandonó cuando recibió una llamada y nos pidió que nos quedáramos hasta terminar de merendar.

La conversación murió en cuanto Mía desapareció y aunque intercambiábamos un par de sonrisas de vez en cuando, todo intento por romper el hielo fue inútil, al tal grado de preferir dejar todo a medias y salir del sitio huyendo.

Xiao llevaba una chaqueta de mezclilla holgada, una remera negra y unos jeans rasgados que me hacían imposible dejar de verle. Saque mi móvil para continuar viendo la serie que había dejado en pausa la noche anterior y así tener armas para ignorarlo; por suerte, el vagón iba casi vacío y no me resulto demasiado difícil mantenerme cuerda. Xiao se puso los audífonos y se perdió en la ventana, mirando la oscuridad dentro del túnel.

Preferí enfocarme en leer los subtítulos, hasta que Xiao me quito un audífono y me coloco uno suyo.

— Mira — dijo de pronto, tomándome por sorpresa. Su cuerpo estaba demasiado cerca al mío, pude sentir su aliento a café rozar con mis mejillas. —, me gusta mucho este grupo.

Intente concentrarme en la música, no creí que fuera un chico que disfrutara de Placebo, pero al parecer si lo hacía y mucho. Me intrigaba saber el motivo de su acercamiento, trague saliva, estática, no pude moverme y tampoco podía respirar. Comencé a temer que se diera cuenta, así que le sonreí.

— Me gusta mucho Blind — respondí.

Xiao me sonrió.

— Creí que no te gustaría, Mía los detesta — musitó. Me dolió escucharlo decir su nombre, pero era completamente normal, era yo la que se estaba dejando llevar.

— Claro — respondí. —. Ella es más de ritmo urbano.

Asintió.

— Sí, agh ¿A ti no te gusta? — me preguntó.

— Me gusta — sonreí al admirar la mueca de asco que formó. —. Pero soy más de escuchar a Marilyn Manson.

— ¡Marilyn! — formó una mueca de sorpresa que se me antojo de lo más adorable. — ¡Yo lo amo!

Mía había elegido una cafetería en el otro distrito, tal vez procurando que Xiao y yo tuviéramos todo el tiempo posible para conversar. Sin querer, así sucedió y la conversación comenzó a fluir a lo largo del trayecto. Xiao y yo teníamos más cosas en común de las que pude haber esperado, nos gustaba la misma música, ambos preferíamos a los gatos y estábamos de acuerdo en que la carne de pollo era lo peor que el ser humano podía ingerir en la vida.

— Adoro el pescado, mucho más si es en caldo — me dijo.

Asentí encantada.

— Ya sé, aunque es normal que lo ames, eres asiático — declaré.

Él comenzó a reír.

— ¡En china no comemos mucho pescado! — exclamó. —. Bueno, si tenemos muchos platillos con pez, más en las costas, pero es como aquí. Allá comemos cerdo y codorniz... hasta ratas.

Negué completamente asqueada.

— ¿Haz comido rata? — pregunté.

— ¡No! Pero mis abuelos sí — me respondió entre risas.

Me parecía fabuloso que la vida me hubiera dado esa oportunidad, conversar con Xiao no hizo más agudizar mis sentimientos. Me gustó la forma de sus labios al sonreír. Como desaparecían sus ojos cuando reía y su peculiar voz, fina pero masculina.

Desee que el momento jamás terminara, que el tren se detuviera en medio del camino que por alguna razón, Xiao y yo tuviéramos que quedarnos ahí, juntos para siempre.

— ¿Alba? — escuche a alguien llamarme. Levanté la vista para encontrarme con Ale. — ¿Qué haces por aquí? — me preguntó, regalándome la más hermosa y sincera sonrisa que pude ver en él hasta ese momento.

Su emoción era palpable, Ale siempre me recibía de esa forma, como si sus ojos no tuvieran la oportunidad de ver a nadie más que a mí.

Xiao borró la sonrisa de su rostro en cuanto su mirada se encontró con la de Ale. El chico se sentó en el asiento que estaba en frente y le sonrió a Xiao amablemente.

— ¿Estás en una cita? — me preguntó. — Lamento si interrumpo algo.

Negué con la cabeza, antes de que la situación se mal interpretara.

Me giré para mirar a Xiao, quien había adoptado una postura seria que jamás le había visto. A pesar de no conocerlo demasiado, Xiao siempre tenía un rostro sereno, reconfortante.

— Xiao, él es Alemán. Un amigo de la universidad — dije, Ale acrecentó su sonrisa, formando un par de huecos en sus mejillas. —. Ale, él es Xiao chen, es el novio de mi mejor amiga. Sólo que ella nos abandonó y como somos vecinos, decidimos volver juntos.

Ale asintió y se acercó a mí estirando el torso. Llevaba un suéter con cuello de tortuga color negro que me fascinaba. Sus rizos estaban detenidos con un gorro y su nariz colorada por el frío. Se veía adorable.

— Oye ¿lista para el viernes? — me preguntó y tomó mis manos, acunándolas con las suyas. — Estas calientita.

— Y tú estás muerto — replique. —. Estoy lista para el viernes, pero no tan lista, aún no les digo a mis padres.

Ale formó una mueca y puso los ojos en blanco.

— Diles que ya eres un adulto — me dijo, soltando mis manos, abrió su mochila para sacar unos guantes negros sin dedos.

— Si se enteran que habrá chicos, seguro me cuelgan — respondí.

— Yo te cuido, no dejaré que Diego se te acerque.

— ¡El que me preocupa eres tú! — exclame y comencé a reír.

Xiao volvió a ponerse los audífonos, sentí que mi momento desaparecía, aunque resolví que era lo mejor. Tal vez buscar un hueco en donde no lo había, era una tontería.

— Puedes llevar a tu prima a la que más confianza le tengas, tal vez si va ella, te dejen ir. — Ale volvió a tomar mis manos y las acuno de nuevo, envolviéndolas con los guantes.

— No hay, mi familia vive en otro estado... — la idea no era mala, incluso pensé en alguien así. Xiao encendió su móvil y pude ver en la pantalla una foto de él junto a Mía. Miré a Ale pensando en la solución y le sonreí, entusiasmada. —. De hecho, creo que si hay — le dije.

La esperanza inundo los ojos de Ale y provoco que su sonrisa creciera a un nivel que ya no puedo describir. Sus ojos me atravesaron como si pudieran encontrar la respuesta.

Me mordí el labio, buscando las palabras adecuadas. Le arrebate su audífono a Xiao y lo hice escuchar la conversación.

Él se giró desconcertado y yo le señale la foto en la pantalla de su móvil.

— ¿Qué sucede? — me preguntó.

Yo le sonreí.

— Pasa que ustedes son mi boleto para la pijamada del viernes.


¿Él es una chica? |LGBT+|Where stories live. Discover now