Un mal día

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*Narra Macarena*

Aquí voy, dando un paso delante de otro camino a entrar a la cárcel por un delito que sí he cometido, pero por un error, por enamorarme de un imbécil que me ha engañado. Miro a mi alrededor porque todo luce terriblemente extraño y un tanto terrorífico para mí. Me dan un teléfono, llamo a mi madre, le miento porque no me quedaba de otra, le he dicho que me voy con un chico de vacaciones en un velero ¿quién se creería tal cosa? Mi madre era bastante ingenua así que estaba segura se lo creería.

Tenía planeado salir en menos de un mes, cambiaría de abogado y saldría de aquí estoy segura.

Sigo mi camino, me llevan a dejar mis cosas con una chica apodada "Rizos" que se ríe de mi por traer mis propias bragas, una banda para hacer ejercicio y vitaminas para el cabello a Cruz del Sur una cárcel privada.

Ahora estoy adentrándome en lo que realmente es la cárcel, solo escucho gritos de las reclusas y veo como todas están mirando fuera de sus celdas a sus nuevas presas para molestarles yo sinceramente parecía un puto pollito, pero seamos francos ¿Quién no? Me llevan a mi celda, es la celda numero doscientos treinta y cuatro, se abren dos rejas, levanto la mirada y lo primero que veo es una chica de cabello negro, de tes muy blanca con una cara de malvada, detrás de ella de pie otra chica de tes morena con una larga cabellera y en la litera de abajo otra chica muy asustada, sosteniendo un rosario llorando.

-Deja tus cosas en la litera de arriba y haz tu cama. Dijo firme la gobernanta quien me había llevado hasta ahí-.

Me muevo un centímetro y la chica pelinegra me para en seco

-No te muevas, aquí estamos repletas ¿no Saray? Le preguntó a la chica que estaba de pie-.

-Claro, además si se queda Casper tendrá que dormir en el suelo ¿verdad?... ¡responde coño! Le pego un bofetón a la pobre chica que lloraba, yo retrocedí inmediatamente-.

- ¡Que hagas la cama Ferreiro! Repitió la gobernanta, pero esta vez gritando-.

Me quedé paralizada sin saber que hacer y la chica pelinegra con cara de antagonista la cual aún no sabía cómo se llamaba me miró desafiante, me asusté así que la gobernanta me agarro del brazo

-Me llevo a la chica nueva solo para que no le hagas la vida imposible. De un tirón me puso fuera de la celda-.

Íbamos saliendo de allí cuando escuché una amenaza hacia la gobernanta, ahí me di cuenta que esta chica era de temer y no jugaba.

*Narra Zulema*

Había estado jugando con mi pequeña mascota como de costumbre, un escorpión si se lo preguntan, soy la única reclusa que tiene permitido tener algo así aquí, me lo he ganado.

Escuche que alguien se acercaba y me pare de inmediato, se abrió la celda y era la gobernanta con una chica nueva, rubia y demasiado novata, obviamente no la dejaría entrar en mi territorio así como así aunque admito me llamó la atención desde que la vi.

Como siempre me hice la ruda con la gobernanta y la rubiesita delante para que supiera que en esa celda, bueno en casi toda la cárcel la que mandaba era yo.

Además, para esa noche tenía un plan y no dejaría que una novata me lo arruinara. Iba a ir por Yolanda una chica super famosa en la cárcel por haber robado gran cantidad de dinero y esconderlo antes de que la tomaran presa, toda la cárcel sabía que su plan era ir y buscarlo cuando saliera libre y que tenía una pista escondida dentro de este agujero, le faltaban tres semanas para salir. Todas ahí queríamos el dinero, yo lo quería para fugarme, esa siempre ha sido mi meta y no dejaría que saliera viva de allí ni mucho menos que se quedara con el dinero.

Esperé a que la noche cayera, me dirigí a la celda de Yolanda con la excusa de invitarla a fumar, ella tenía a la chica nueva de la mano era su compañera de celda ahora.

Nos dirigimos al cuarto de lavado, y ahí hice mi magia, básicamente la quemé con una maquina de vapor, pobrecita murió.

A la mañana siguiente seguí mi rutina habitual para no levantar sospechas, y en las duchas mientras Casper quien era mi criada me humectaba crema en las piernas veo entrar a la chica nueva, ella ni siquiera me miro por un segundo.

*Narra Macarena*

Pasé toda la primera noche llorando, por suerte me ha tocado una buena compañera llamada Yolanda, y me ha regalado un rosario, se quedó despierta conmigo para que dejara de llorar, cerré los ojos tratando de dormir y se me vinieron algunos recuerdos horribles de cómo me habían engañado, como había llegado ahí ¡que estúpida! Pero de pronto mis pensamientos cambiaron, se vino a mi cabeza aquella chica de cabello negro con quien había tenido mi primer encuentro en la cárcel, me parecía muy interesante y aunque fuera malvada era hermosa. Estaba en eso cuando de pronto la celda se abrió, yo cerré los ojos para que Yolanda creyera que me había dormido, mire hacia la puerta y era ella invitándole a fumar, quedé intrigada, pero de tanto llorar me dormí.

En la mañana fui a las duchas, normal, cuando de pronto entro y veo a la chica antagónica siendo masajeada por alguien mas como si fuese su esclava, no quise seguir mirando para no levantar sospechas de que la había visto con Yolanda en la madrugada ya que por cierto aun no aparecía.

*Narra Zulema*

La rubia muy nueva podía ser, pero ya parecía que la conocía muy bien, sabía que algo escondía, posiblemente me había visto con Yolanda y podría delatarme así que haría lo posible por acercarme a ella, claro que me acercaría por eso no por otra cosa.

Llegada la hora del desayuno me senté con mi amiga Saray y con mi criada Casper (ni siquiera se cual es su nombre real y tampoco me interesa saberlo la verdad) vi pasar a la rubia, se sentó a desayunar sola, cuando de pronto se acerca uno de los guardia a obligarla a comer, yo observaba todo muy bien desde donde estaba.

La rubia se negó a comer, pero el guardia le seguía insistiendo, ella lo único que hizo fue preguntar por su "nueva amiga"

-Ayer he hecho una nueva amiga, se llama Yolanda ¿sabe usted si está castigada o si le ha pasado algo? Preguntó curiosa-.

-Ha fallecido. Dijo el guardia y la cara de la rubia cambió totalmente-.

-¿Cómo? Volvió a preguntar la rubia-.

-Si tienes alguna información debes dármela. Susurró el guardia-.

-Anoche la vi salir de la celda con... Ahí entré yo y me senté golpeando mi bandeja del desayuno en la mesa-.

-Ups, permiso. Dije y el guardia se alejó, la rubia me clavó una mirada asustadiza-.

En serio no podía creer que aun no haciéndole nada me tuviera tanto miedo, me parecía linda y tierna a la vez aunque no se lo demostraba obviamente, pues yo no sentía eso por nadie, ni mucho menos venía alguien a quitarme así mi heterosexualidad.

¿me delatará en algún momento o callará para protegerme? 

Te odio tanto, que te amoWhere stories live. Discover now