Revive

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Noches oscuras, iluminadas por los sueños de Morfeo y los placeres de la luna en su máximo deseo de pasión.

Estoy aquí viendo al cielo, esperando un milagro, esa llave que me libere de los pesados grilletes que me sostienen contra el piso.

-Es una noche fría- susurro para mí misma.

Las noches en prisión son más que frías, son oscuras y las risas se oyen macabras y profundas.

-Ahh- Suspiro cansada, otra noche aquí, encadenada en el frío patio, al intemperie.

Cuantas veces he estado aquí, no sé porque no me mandan a la silla eléctrica o me matan aquí mismo y ser de los buitres su comida.

Pero claro está que eso sería el más grande de mis deseos, el morir y dejar de sufrir. Pero mis carceleros saben bien que eso quiero, por eso prefieren mantenerme viva, para que cada noche fría recuerde todo lo doloroso que he vivido y aquellos sueños que nunca cumplí.

Pues saben que el silencio de la soledad, mas el tiempo con sus susurros e intervalos pueden enloquecer a la persona más cuerda del mundo, pues ante su lúgubre presencia las mentiras de una vida perfecta se rompe cual doncella en su primera vez.

Tal vez por eso sigo aquí, mi vida es una total mentira, siempre la realidad me lo dice, mientras ríe divertida por tantos títeres que tiene. La odio, la odio tanto que es el único sentimiento que tengo. Duele, pero después de tanto tiempo me he acostumbrado a ello. Me aferro tanto a este sentimiento, pues es lo que me recuerda que aun sigo viva y que soy humana. Un sentimiento frío, oscuro y lamentable, pero lo tengo, una vil forma de llenar el corazón.

Si tan solo pudiera salir de aquí, me iría muy lejos y buscaría la verdadera esencia de la vida. No necesito bastos estudios, no necesito dinero, solo mi espíritu y yo.

¡Oh Dios!, maldigo ese día que cometí aquel crimen desastroso. Quitar una vida merece la peor de las sentencias, ¿Por qué no medite en eso antes de ejecutarlo?

Malditas influencias, malditas voces que entre sonrisas orgullosas me apuntaban con el dedo y hacían de mí una muñeca de porcelana.

Nunca pensé que con una sonrisa podía matar, nunca pensé que las máscaras cortaran las venas como si fueran vidrios.

Nunca pensé.

Nunca lo imaginé......

Y ahora la lluvia cae, gota tras gota caen a mi rostro mezclándose con mis lágrimas. la perfecta compañera de la noche, un intento pobre de hacer saber que hay alguien más que sufre y llora, mientras se encuentra encadenado al piso de algún patio, viendo la misma luna, sintiendo el mismo frío, con el mismo arrepentimiento.

Y tan solo anhelando una vida.

Sonreí ante tal verdad. Deseo encontrar esa persona, unir mi corazón tal como la lluvia une el cielo con la tierra, decirle que aun podemos ser libres, que aun puedo ser libre.

Pero para eso debo dejar este lugar, herir de muerte a mis carceleros, correr, no mirar atrás, seguir corriendo, tropezar, caer y volver a levantarme.

Debo encontrar a la persona a la cual asesiné hace tantos años, quitar la tierra y los escombros de su cuerpo, gritarle hasta que despierte, decirle que ya no quiero estar con estos grilletes, que el patio es frío y que la soledad duele.

Decirle que nunca debí abandonarlo y luego matarlo.

Decirle que reviva, decirle que es la clave de mi felicidad, las alas de mis sueños.

Decirle que Dios lo sabe, todos lo saben, yo fui quien lo mato, pero ¡que mire que intento revivirlo!

Decirle que despierte, decirle que vuelva, decirle que ¡VIVA!

Decirle a mi verdadero yo que con su vida me quite la mía.

Con mis plumas negrasWhere stories live. Discover now