Dime Señor

78 2 0
                                    

Entre sueños lo recuerdo, como sus manos acariciaban cada curva, como sus ojos imaginaban mi desnudez aun cubierta. Se veía tan hermoso, tan dulce, tan puro, que por un momento pensé que besaba a un ángel.

Sus ojos escrutaban mi interior, como anhelando saber que pasaba por mi mente mientras trataba de acercarme más de lo que estaba a él.

Dios, ¿Por qué no puedo detenerme, por qué me entrego tan fácilmente?

Sé que sus ojos me mienten al igual que mi corazón, pero aun así quiero seguir.

Sé que saldré herida, que me arrancará el alma y se lo ofrecerá a los infiernos, pero ¿Importa realmente? Desde antes buscaba la muerte, solo que nunca pensé que sería tan dulce y embriagador.

Su aroma inunda mis sentidos, Dios ¿Por qué juegas así conmigo?, ¿Acaso estoy pagando por cada pecado que he cometido?, por esa ira que sentí hacia mis progenitores, por esa vanidad al maquillar con perfumes mi cuerpo, o por la lujuria que ahora estoy sintiendo.

¿Por eso me has mandado a este ángel?

Él seria quien me matara y pondría a tu disposición mi corazón, él seria quien cortara una y otra vez mi cuerpo con besos húmedos. ¿Lo planeaste así verdad?

Y cuando haya conseguido de mí lo más puro, él seria quien me mandara a los infiernos y me pondría los grilletes. Se reiría de mí, mientras yo lloro aun entre recuerdos de noches con luna llena, ahí arrodillada, mirando hacia él, con el vestido negro empapado de sangre, entregándome a mi lento suicidio.

Dime señor, ¿Por qué me he enamorado del ángel de la muerte?

No necesito arder en llamas para saber que estoy en el infierno. Yo sé Padre que no eres un ser de odio, pero ante mi corazón negro ¿no tenias otra opción verdad? Dime hierba mala, oveja negra, lobo perdido, pero entiende que aun amo y sufro, entiende que el corazón duele, que las lágrimas perforan.

Pero ¿sabes? solo necesitaba un abrazo, mas solo recibí visitas de tu hija Soledad, que cada noche, en medio de la oscuridad ella cantaba para mí. Pensé que él sería quien la ahuyentara, más solo vino a matarme a mí.

Con sus cálidas manos secó cada lágrima, pero provoco que cayeran de mí gotas de sangre. Con su abrazo me sentí renacer, mas al dejarme el aire se volvía mucho más frío.

Y me dejo aquí, tan sola, desnuda y hambrienta, y solo pude verlo como volaba lejos de mí, intentando agarrar mi pecho en un intento de sacar mi corazón, tan dolido, tan negro.

Si tan solo él supiera que una noche me bastó para amarlo, ojala supiera que con él se fue mi alma.

Dime, Señor, ¿él te habla sobre mí?, ¿acaso entre sueños dice mi nombre o guarda con recelo mi alma entre sus alas?

O dime la verdad, ¿sus ojos ya no ven hacia mí?, pero lo entiendo muy bien. Hay tantos ángeles brillantes, sus alas son enormes y son tan bellos, ¿quién no se enamoraría de ellos? Él seguramente mira hacia ellos, no me lo dice, pues su silencio canta para mí todas sus verdades.

Ahí frente a él ha de estar un ángel, ha de ser muy hermosa ¿verdad?, con el corazón tan rojo y puro, con el alma limpia, tan reluciente, incluso usted la ama mucho, ¿verdad Señor?

Y yo.... Y yo sigo tirada aquí, entre cenizas oscuras, ya no puedo moverme, y mi corazón yace entre mis manos, quise regalárselo, pero está tan podrido que no me atreví a enseñárselo.

Dime Señor, ¿quién lo quisiera?, él no lo quiere, nadie lo quiere.

Dime Señor, ¿Acaso lo quieres tú?

Con mis plumas negrasWhere stories live. Discover now