PRÓLOGO

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La noche era sombría, oscura, tenebrosa, tenía miedo, mucho miedo por lo que vendría con la llegada del sol, esta noche de temor no se compararía con el terror que llegaría con el amanecer, pues entre mas se acercaba la salida del sol mas corta se veía su tiempo de vida, pues entre mas minutos pasaba y la noche se acababa, su cuerpo temblaba, su sangre se helaba y sus lagrimas aumentaban, pues a la mañana siguiente llegaría el día de su muerte.

Aquella pequeña celda, húmeda, hecha de piedra, no parecía haber sido usada hace siglos, estaba sucia, llena de polvo como si nadie nunca se hubiera preocupado por darle el mantenimiento necesario para el uso de un humano, le parecía cruel que incluso el peor de los villanos tuviera que pasar el último de sus momentos de miserable vida en un lugar tan solo visitado por sucias ratas y otra clase de alimañas como si a nadie le importara el estado de la persona retenida en su interior, pues claro, era un lugar hecho para eso, para almacenar a la "escoria" de la comunidad, un lugar oscuro hecho especialmente para quebrar almas y destrozar las pocas esperanzas.

Pero entonces... ¿Por qué ella estaba ahí?

¿Por qué alguien sin algún crimen por el cual pagar estaba encerrada?

¿Por qué tenia que morir por pecados que ni siquiera había cometido?

No tenía sentido...nada tenía sentido ya, pero eso ya era algo obvio, después de todo, para esa persona el sentido común ya quedaba de lado, si incluso podía mandarla a ejecutar a ella que era sangre de su sangre, que era su única hija.

sí...ese día Hellea, única princesa del imperio de Belferia, y anterior sucesor al trono había sido condenada a muerte por nadie más que su propia madre, la emperatriz viuda, quien sin un solo gramo de arrepentimiento acusó a su hija de un crimen que no había cometido sentenciándola así a la guillotina.

Aún no sabía que había hecho para merecer el odio de su madre.

¿No se suponía que todos los padres deberían amar a sus hijos?

¿No se suponía que debía ser ella quien la protegiera?

¿No se suponía que ella debería quererla, al menos un poco?

Entonces ¿Por que su propia madre le hacía esto?

¿Por qué?...

Se encontraba en una esquina de aquel oscuro lugar, sus piernas se encontraban flexionadas contra su pecho, envueltas entre sus delgados brazos, mientras que su rostro se hallaba escondido en su melena negra que caía sobre sus hombros en enredados mechones de color negro, tan oscuros como la noche que estaba pasando metida en esa celda. 

Aquella jaula de piedra ubicada en lo más recóndito del palacio se hallaba silenciosa, lo único que se podía escuchar eran los sollozos de la confundida muchacha, que disminuían con el pasar del tiempo, pues de tantos gritos y horas llorando, su garganta le ardía, le dolia mucho, sus ojos estaban rojos, hinchados por las lagrimas derramadas, y su corazón que siempre desbordaba alegría se estrujaba en su pecho, mientras que sus labios que hasta hace pocas horas mantenían una sonrisa de oreja a oreja ahora se hallaba desformada en una mueca de dolor al pensar en el destino que le esperaría en la mañana.

Levanto la mirada hacia la pequeña ventana atravesada en barrotes de duro metal, su única conexión con el mundo exterior y su perdida libertad.

¿Acaso...esta sería su última vez mirando un cielo estrellado?

Al parecer sí, pues su muerte llegaría al amanecer

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Hello...bueno, esta es una nueva historia, una original que espero que les guste mucho, ya que he estado pensando en ella desde hace mucho tiempo, así como muchas otras más que ya vienen en camino.

SANGRE MALDITAWhere stories live. Discover now