un pequeño adelanto...

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CAPÍTULO DECIMOSEXTO
 

Esa noche no pudo dormir. No se sentía mal por lo que había pasado, más bien al contrario; sólo deseaba volver a verlo y pasar unos días con él sin miedo a ver a alguien conocido.

Su marido no había puesto pegas, más bien parecía contento de su marcha, aunque prefirió no pensar en eso; sólo podía pensar en la boca de Alberto, en sus manos recorriendo sus curvas, en la forma de llevarla al placer como nunca Jaime lo había logrado. 

La mañana amaneció soleada, perfecta para viajar. Se levantó antes de que sonase el despertador, dolorida en ciertas partes pero deseando volver a repetir; ese día lo tenían libre y no le cupo la menor duda de que no saldrían de la suite en muchas horas. Después de una ducha relajante se enfundó unos leggings negros imitando al cuero, un blusón rojo ajustado y unos botines color camel de tacón pequeño. Se recogió el pelo en una larga cola de caballo y dejó las maletas en la entrada, a la espera del WhatsApp de Alberto para salir.


Alberto durmió toda la noche seguida, feliz y con ganas de pasar esos dos días con la mujer a la que amaba más que a nadie en el mundo. No veía la hora de volver a tenerla entre sus brazos y oírla gemir de esa forma que lo volvía tan loco que podría correrse sólo con sus gemidos. Debía de dejar de pensar en eso o tendría una erección de caballo constante, y lo que menos le apetecía era tener que masturbarse; prefería que fuera ella quien lo aliviara con su cuerpo.


Salió con tiempo más que suficiente, a esas horas el tráfico podía llegar a ser espantoso, llegando a la casa con 15 minutos de adelanto. "Buenos días preciosa, estoy en la puerta con un taxi. ¿Estás lista ya?".


Oyó el móvil mientras terminaba de maquillarse, sonriendo al ver que había llegado tan pronto; eso significaba que estaba tan ansioso como ella. Despidiéndose de su hija que en ese momento se levantaba y dejándole 200 euros para ese fin de semana salió con la maleta, una rebeca y el bolso de mano, haciendo malabares para cerrar la puerta. El corazón le dio un vuelco al ver salir a Alberto en su ayuda; estaba guapísimo con unos vaqueros y una chupa de cuero y una pinta de malvado que la hizo temblar de arriba abajo, completamente excitada.

 - Buenos días preciosa - se inclinó sobre ella dándole un suave beso en la mejilla, muy cerca de su boca, con una mano en su cadera para pegarla a él - ¿Has dormido bien?


Le devolvió el beso, deseando estar en otro lugar para volver a probar esos labios sin miedo a que les vieran su marido o Alicia - Algo dolorida pero feliz - susurró mirándolo con una sonrisa traviesa - ¿Y tú?

Se acercó a su oído, rozando sus labios por la zona del cuello, sintiendo su temblor - Deseando volver a tenerte entre mis brazos - subió sus labios por el borde de la oreja, sacando sólo la punta de la lengua - Vamos antes de que te arranque la ropa y te folle contra la puerta de tu casa.


Sólo con esas palabras estuvo a punto de provocar que Sofía se corriera ahí mismo. Sonrió como pudo y subió al taxi aún con la piel de gallina, deseando llegar al hotel pronto

Pasaron el trayecto con el brazo de él sobre sus hombros y con su espalda pegada a parte de su torso deseando estar solos para dar rienda suelta a su pasión. 


Bajaron del taxi separados, podrían encontrarse con alguien conocido y eso eralo que menos quería ella. Mientras Alberto pagaba, fue a por un carro para las maletas, que él cargó sin dejar de mirarla a los ojos con deseo, mirada que ella le devolvió sin ningún pudor. Entraron dirigiéndose al mostrador donde la azafata facturó sus maletas y les deseaba buen viaje.

- Voy a por algo de lectura - dijo Sofía mientras caminaban - ¿Me esperas aquí o vienes conmigo?


Se acercó un poco más a ella aprovechando un rinconcito escondido entre la pared y la puerta de la tienda. Apoyándola en la pared, empezó a besarla como llevaba deseando desde que la vio media hora atrás, bajando la mano a su nalga, notando la humedad entre sus piernas y pegándola a su erección.

La pasión de SofíaWhere stories live. Discover now