[ Ikuya Kirishima ]

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No escucha razones fácilmente, tienes que obligarlo a escucharte.






Cuando __________ llegó a Shionezaki al fin pudo respirar, tomó con fuerza las asas de su mochila, había sido un largo viaje y ahora debía de enfrentar un nuevo reto.

Miró el cielo y notó que pronto llegaría la noche, tenía que hallar a Ikuya antes de que se vaya a casa, era lo suficientemente lista para saber que ese mocoso seguía entrenando hasta tarde.

No hubo inconvenientes para ingresar a la preparatoria, la luz naranja bañaba los pasillos y oscurecía los salones.

Habían pasado años desde la última vez que estuvo ahí.

Escuchó los sonidos provenientes de los vestuarios, fue prudente al esperar hasta el momento en que oyó como él empezaba a cerrar su bolso, ni siquiera tenía que cerciorarse de si Kirishima era quien estaba ahí, ella lo sabía.

Abrió la puerta y vio al chico con una toalla sobre los hombros, listo para irse.

— Ha pasado tiempo, Ikuya.

Para él cada palabra fue una aguja insertada lentamente en su herido corazón.

Parecía que su cerebro aún no procesaba el hecho de que esa mujer estuviera en frente suyo.
Kirishima frunció el entre cejo, tomando con fuerza su bolso y simplemente retomó su camino para irse, ignorando a la (H/C) al pasar por su lado.

Pero antes de que cruzara el umbral de la puerta, __________ lo tomó del brazo—. Ikuya —el chico seguía sin decir palabra, ejerciendo fuerza para liberarse e irse lo más rápido que pudiera—. ¡Ikuya! —exclamó sin lograr elevar su tono de voz contra él.

Pero Kirishima parecía incapaz de oír razones.

La chica mordió su labio inferior, se sentía lastimada ante las acciones del menor. Aunque sinceramente, esperaba aquella reacción.

Ikuya le daba la espalda mientras ella seguía reteniendo su brazo. Envolvió el delgado torso de Kirishima, ocultando su rostro en la espalda del chico, sintiendo el suave material de la sudadera deportiva gris, combinado con el calor corporal que desprendía y embobándola con el olor a cloro y lavanda con el que lo recordaba.

— Te extrañé, Ikuya —murmuró en voz baja, con sus palabras siendo apasiguadas por la espalda del chico.

Kirishima volvió a forcejear, intentando safarse y huir por todos los medios de aquella situación la cual había pensado evitar un montón de veces en su mente—. Vete.

— Lamento no haber podido estar junto a ti todo este tiempo.

Apretó los puños, se sentía molesto ante esas palabras tan vacías.

Los ojos le habían empezado a arder, estaban cubiertos de una capa de lagrimas, como si fuera a llover en el atardecer.

Ikuya había dado la vuelta, enfrentando a la mujer frente a él—. Vete, vete como siempre lo has hecho — gritó, todas las inseguridades que pensó durante el tiempo que estaba lejos de ella empezaron a nublarle la mente—. ¡No quiero verte, te odio!

Pero __________ parecía indiferente ante sus palabras, como si estuviera preparada de ante mano para lo que le dijera.

Hace casi dos años que ambos no se veían. Ikuya era el novio de __________, la amiga de su hermano.

Llevaron una relación saludable, los mejores momentos que el menor de los Kirishima podía recordar.

Aunque al parecer no significaron mucho para ella, __________ desapareció un día, extrañado, Ikuya pensó que quizás era porque estaba ocupada, por eso no respondía sus llamadas.

El pequeño corazón del nadador se había roto cuando recibió la carta de despedida de su novia explicando los motivos de su ida, su hermano se la había entregado por medio de Hyori. Al parecer __________ había decidido ir a América.

Él seguía intentando safarse del abrazo que mantenían—. Ikuya, por favor escúchame —rogaba mientras él solo hacía caso omiso a sus palabras, diciendo constantemente vete o ya no te quiero—. Vamos, solo entiéndelo —decia en voz alta cuando el menor movia su cabeza de un lado a otro para evitar oírla—. Si te lo hubiera contado hubieras querido ir, y yo no podría llevarte conmigo.

— Pudiste llamarme.

— ¿Y tú hubieras respondido?

___________ conocía a su novio, decirle o no de su partida hubiera sido irrelevante conociendo su temperamento, de cualquier manera la hubiera ignorado hasta que lo vaya a buscar. Esa hubiera sido una gran tortura, pero Ikuya siempre quería que sus caprichos fueran cumplidos, solo la perdonaría si cruzaba todo el continente para disculparse, y cuando regresara a América él se enfadaria nuevamente.

— Claro que sí.

— Mentiroso —murmuró, ella tenía la razón—. Solo... solo quería disculparme contigo.

La mirada de Ikuya cambió, esas palabras habían dolido más que ninguna otra—. ¿Solo disculparte?

— Yo no...

La conversación de ambos había sido interrumpida por el sonido del tono de llamada en el celular de __________.

El menor vio molesto cómo en la pantalla del aparato ese aparecía el nombre de Natsuya—. ¿No me llamaste a mi, pero si a mi hermano?

Al fin había conseguido safarse de ella y corrió lo más rápido que pudo para alejarse de ese lugar.

__________ iba matar a Natsuya.

Colgó la llamada y apagó su celular para salir tras su novio, Kirishima no había escogido mejor momento para llamarla.

A pesar de haber salido corriendo, no necesitó de mucho tiempo para encontrar al menor, en una esquina del entrepiso de las escaleras, mirando por la ventana.

Se acercó lentamente hacia él, la luz natural los estaba abandonando, y las lágrimas bajaban por el rostro de Ikuya en forma constante, brillando conforme el sol desaparecía.

Cuando estuvo frente a él, puso las manos sobre aquellos hombros trabajados, Ikuya temblaba, quizás de frío, o por la inmensa tristeza que lo había empezado a inundar—. Puedo jurarte que nunca ha pasado ni pasará nada con tu hermano —susurró, manteniendo el silencio del deshabitado ambiente, siempre cercana al cuerpo de su novio.

__________ no quería ni imaginarse las imágenes que debían estar pasando por la cabeza del menor, ella siempre estuvo consciente de los celos que sentía Ikuya por Natsuya. Pero la única forma de tener información sobre el menor sin que este la mandara al demonio era a través de su hermano.

— Bebé, no voy a dejarte solo otra vez.

A Ikuya le encantaba que __________ le diga bebé.

Apartó algunos mechones que se colaban entre aquellos llorosos ojos ámbar, acarició con suavidad las húmedas mejillas del chico y pudo sentir su calidez, todo su rostro se había tornado de color carmín. Puso una mano sobre su pecho y sintió el acelerado corazón de su novio.

Ikuya había empezado a hipar, se abalanzó contra el cuerpo de __________ y la abrazó. Estrechando su cintura, el agarre fuerte le hacia sentir seguridad, impidiendo que escapara de sus brazos.
A ella le gustaba la sensación ruda, jadeando un poco, él podía llegar a ser algo bruto cuando no pensaba con claridad.

El hombro de la camiseta negra de  __________ se había humedecido—. ¿Solo quieres disculparte? —murmuró, sintiendo su garganta doler y su voz sería cortada en cualquier momento—. Solo vas a disculparte y luego me vas a dejar.

__________ tomó las rojizas mejillas del chico, acercando su rostro al suyo, él había crecido bastante desde la última vez—. Ikuya, no pienso dejarte. He venido para estar contigo, nunca más voy a irme —murmuró, acercándose a esos delgados y rosados labios.

Solo lo besó.

Besó a su bebé como si el mundo se fuera a acabar, porque así se había sentido todo el tiempo, en una especie de vacío sin sentido al estar privada del cariño de Ikuya, no quería tenerlo lejos ni un segundo más.

[ Free's Type of boyfriend ] ©Where stories live. Discover now