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Capítulo 5.

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YULIMA TYLER.

Él se aleja, gira la cabeza y pone el dedo índice entre sus labios, nadie más ha oído su nombre, solamente yo.

— Vamos ¿O vas a quedarte ahí? —Pregunta Janet.

— Si, ya voy. —Respondo obligándome a mi misma a dejar de mirar como se marcha.

Janet y yo nos despedimos. Ella se va con sus padres y yo me voy con los míos.

— ¿Ahora vas a explicarme? —Pregunta mi padre haciéndome notar su enfado.

— No hay nada que explicar papá, me escapé para ir a las carreras con Janet y unos amigos del instituto, si me permitieras salir de noche esto no pasaría. —Respondo a la defensiva.

— ¿Perdona? No te permito salir de noche por burradas como esta ¿Carreras? ¿Sabes la gentuza qué se acumula en esos sitios?

— Nada de gentuza, la gente me trató bien, como una más, tú eres el único que los juzga sin conocerles. —Ataco.

— ¡Yulima! —Exclama mi madre.

Pongo los ojos en blanco, saco mi móvil, los auriculares y me los pongo para no escucharlos.

Observo por la ventana, mi mente se pierde, Myke, ese es el nombre de ese chico de ojos verdes, un chico peculiar que no se ve dos veces en la vida.
Pelo negro azabache, ojos verdes, ni muy claros, ni muy oscuros, extraños me atrevería a decir, alto, de piel blanca y con un carácter.. ¿Misterioso?

— Hija. —Me quita un auricular— Estas en las nubes.

Acabamos de llegar y ni siquiera me había dado cuenta.

MYKE WALKER.

Luz se empeña en llevarme por el buen camino, en evitar que me descarrile ¿Pero alguna vez he caminado por el carril correcto?

— Es la décima vez que te saco de un calabozo este mes. —Reclama.

— Pues no me saques, deja que me pudra en la cárcel. —Digo pateando una lata.

— ¿Crees qué podría hacer eso? Eres mi niño, como un hijo para mi, no podría dejar que te pase nada malo.

— ¿Las monjas tenéis hijos? —Pregunto.

— Te tengo a ti, te crié, te quise y al contrario que las demás hermanas, no te juzgué, no te vi como el hijo del diablo. —Suelto una carcajada.

— ¿Entonces por qué te empeñas en cambiarme? —Pregunto parando en seco.

— Porque se que tienes un corazón noble. —Responde desatando mi incontrolada risa.

— ¿Cuál corazón? ¿Te recuerdo lo qué hice aquella noche en el convento?

— Eras un niño. —Excusa.

— ¿Te he pedido yo qué me excuses? No te empeñes en defender lo indefendible.

— Eras rebelde.

— ¡Quemé el dichoso santuario en el qué rezáis! —Exclamo— Y no solo eso ¡Lo disfruté! Me encantó ver como esa mujer ardía.

Ella llora, pone las manos en mi rostro y desesperada e intenta ver algo en mi que no existe, mi alma.

— Myke..

— No vuelvas a llamarme así. —Le aparto las manos.

— Nunca te llamaré bestia ¿Me oyes?

— Es lo que soy, es lo único que queda en mi, una bestia que cada vez se hace más fuerte y está apunto de deshacerse del Myke que quieres.

En los ojos de la bestia ® [01]Where stories live. Discover now