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Prólogo.

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• Historia protegida bajo derechos de autor, cualquier plagio o adaptación será denunciado inmediatamente

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— ¡Lárgate, eres una bestia, no eres hijo mio!

Mis rodillas clavadas en el suelo, la cabeza agachada el corazón exhalando el último aliento de vida. Aún recuerdo esa noche en la que me echaron a la calle, lanzaron cuatro trapajos  por la ventana y cerraron la única esperanza que tenía de ser alguien bueno.

No sabían lo que estaban haciendo ni el monstruo que estaban creando, yo era solamente un niño que anhelaba un hogar y un poco de cariño de los seres que me habían dado la vida.

Llovía, recuerdo que llovía tanto que la ropa que habían lanzado por la ventana se llenó de barro. Permanecí de rodillas, empapado y ahogado en mis propias lágrimas hasta que la lluvia terminó. Me levanté, recogí mis pertenencias pese a su suciedad y caminé kilómetros en busca de la bondad de alguien, no me importaba de quien, solo quería un poco de bondad para salvar mi corazón que poco a poco se convertía en cenizas.

Dormí en un banco aquella noche fría de invierno, eran las cinco de la mañana ¿Dónde iba a ir un niño inocente a esa hora?

Desperté en una habitación extraña, desconocida para mi, delante de mi una cruz enorme, recién barnizada, recuerdo el cartel: "No tocar". Estaba desorientado y aturdido, lo último que recordaba es ser vencido por el cansancio y cerrar los ojos en un banco bajo la lluvia.

Una señora entró la habitación, su atuendo me llamó la atención y entonces me lo explicó.

— Estas en un convento, te encontraron inconsciente bajo la lluvia en un banco lleno de barro, con las rodillas raspadas y todo tu equipaje lleno de suciedad.

No respondí, moría de miedo y con razón, un ser como yo nunca debió entrar en aquel convento.

Mientras más crecía, menos amaba, menos sentía, menos sentía piedad de nadie, ni siquiera por las únicas personas que me dieron cobijo cuando más lo necesité, era como si la bestia de mi interior quisiera sangre, quisiera muerte, quisiera la más cruel venganza para aquellos que me dañaron.

Hoy me encuentro delante de lo que las monjas aseguraban que daría tranquilidad a mi alma, la tranquilidad que según ellas necesitaba para seguir adelante "Dios".

Jamás creí, jamás sentí que mi alma merecía ser salvada, tampoco creo que tenga salvación.

Sé que mi historia te esta dejado más confuso/a de lo que estabas, pero créeme, solo es el principio y ya te digo que entenderme no es nada fácil.

Tal vez te interese saber cómo soy físicamente, pues entonces sigue leyendo, si has llegado hasta aquí significa que quieres adentrarte en mi mundo pero ya te digo que escapar no es nada fácil.

Mi tez es blanca, tengo un tatuaje en el cuello que me identifica, mi pelo es negro como el azabache, soy alto, musculoso, mis labios son gruesos y mis ojos verdes, aunque en realidad, debería importante bien poco el color de mis ojos, realmente son de un color rojo sangre brillante e intenso ¿Confundida/o? Yo también lo estaría si fuera tú.

Siempre visto de negro, no me gusta destacar, soy más de pasar desapercibido en la oscuridad, sobre todo en la oscuridad de la noche, te sorprendería lo que puedes llegar a ver y oír.

Mi voz es ronca, de esas voces poco comunes que no olvidas nunca.

No fui un chico normal mientras iba a clase, pese a que estudiaba y vivía en un convento, nunca me sentí parte de ellos, nunca sentí el llamado del que tanto hablan.. ¿Cómo es qué dicen? Ah si, el llamado que te guía por el buen camino y te lleva hacía la bondad.

Me dieron la libertad cuando cumplí diecisiete años o más bien me expulsaron definitivamente de allí cuando notaron en mi algo extraño que ya no me empeñaba en esconder, la bestia.

Hoy en día vivo en un apartamento roñoso, casi en ruinas, con lo que consigo cada día para comer, a veces ni puedo llegar a pagar el alquiler. Empecé a ir a la universidad e intenté estudiar, pero lo único que conseguí fue estudiar los teléfonos que conseguía de chicas que intentaban conocerme, entenderme, chicas a las que le atraía la oscuridad que me persigue y poco a poco las fui convirtiendo en mis víctimas, chicas con nombre y apellido que quedaron echas mierda por mi culpa

¿Habéis oído eso de "Nunca despiertes a un demonio si no quieres conocer su infierno"? Pues eso les ocurrió, despertaron el infierno que desato, el dolor que soy capaz de provocar porque ni siento, ni padezco, el corazón lo tengo de adorno solamente para que me mantenga con vida.

Ana, Dana , Candy, Susana, Kimberly... una infinita lista de nombres de todas aquellas que no salieron ilesas de mi

¿Qué soy? A día de hoy no soy capaz de describirme a mi mismo, ni siquiera me miro en el espejo del baño. Algunos dicen que un vampiro, otros dicen que un lobo, pero ni chupo sangre, ni aúllo a la luna... tal vez son ellos que son gilipollas.

Soy un ser con mirada perdida y sonrisa infernal.

Soy una bestia y la bestia tiene nombre: Myke Walker.

Bienvenido a mi mundo.

Bienvenido a mi mundo

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En los ojos de la bestia ® [01]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora