Capítulo XXXVI Fatalidad II Parte

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El estruendo de la explosión conmocionó a Konstantin. Su rostro se llenó de incredulidad ante la primera explosión para luego transformarse en una máscara de furia ante las dos explosiones que le siguieron, casi de manera consecutiva.

Dejando caer el trago de su mano en brusco movimiento que causó que cristales y licor se derramaran sobre el alfombrado suelo, Konstantin rebuscó el arma bajo su abrigo, escuchando numerosos disparos y a hombres gritando órdenes y maldiciones en el exterior. Su mirada se cruzó con la de Reuven, cuyo semblante se había ensombrecido. Asimismo, se percató de cómo este asía de igual manera su arma, pero en especial, del cabreo que refulgía en los ojos del ucraniano.

Un sentir similar a lo que se agitaba dentro de él.

El que algo así estuviese ocurriendo en su propiedad era impensable. Que alguien hubiese osado atacarle le parecía casi imposible. ¿Quién podía haber cometido semejante estupidez?

No iba a permitir que nadie le arrebatase lo que había logrado. Quien quiera que fuese, él le destruiría de inmediato.

—¡Señor, Konstantin! —irrumpió en el estudio con agitación uno de sus hombres.

—¿Qué está sucediendo? —inquirió Konstantin con gélida furia.

—Alguien... Alguien hizo estallar las zonas cercanas a las bodegas del piso inferior, les han disparado a algunos de nuestros hombres...

—¿Quién? —En sus ojos el anhelo de venganza se reflejó.

—Aún no lo sabemos. Estamos...

—¿Aún no lo saben? —cuestionó amenazante—. ¡¿Acaso todos son unos inútiles?! ¿Y para qué mierda están las cámaras?

—Las cámaras fueron desactivadas, señor... El guardia de controles estaba inconsciente. Desde hace un par de horas todos los sistemas de seguridad han estado desactivados. Y... —Su tono se volvió vacilante, pareciendo temeroso de la reacción de su jefe— la seguridad del túnel de emergencia también fue violada. Parece que usaron el túnel como entrada

—¿Parece? —Konstantin entrecerró los ojos con furia—. ¡¿Cómo no se dieron cuenta?! ¡Bastardos inútiles!

No podía creer que algo así estuviese sucediendo. Para que los sistemas fueran desactivados alguien de los suyos debía estar involucrado.

—Al parecer no soy al único al que mis hombres traicionan —se burló Reuven repentinamente, aunque más allá de cualquier burla, en su mirar profunda ira se denotaba—. Este es tu territorio. Así que más te vale resolver esto si no quieres morir —amenazó yendo hacia una esquina en donde Denis había yacido aterrorizado desde que comenzó aquello—. Tú vienes conmigo. Quién sabe. Podrías ser de alguna utilidad.

Reuven asió a Denis por el brazo, quien se mostró aterrorizado. Mas nada pudo hacer cuando fue arrastrado hacia el exterior a pesar de su temor.

Konstantin olvidó a Reuven al mirar a través de la puerta entreabierta a sus hombres correr, sin dejar de escuchar los disparos.

Debía encontrar al culpable de aquello y eliminarlo. Sólo cuando lo hubiese hecho podría salir de allí. Pero antes aún tenía una última cosa por hacer que ya no podía posponer.

  Pero antes aún tenía una última cosa por hacer que ya no podía posponer

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Ojos grises © (Completa)Where stories live. Discover now