Sueño, luego existo.
Pienso
que sueño tan hondo y cierto
que el sueño me despierta
en mitad del pensamiento.Y me duele este soñar,
pensando que es tan sin sueño,
que los sueños se me rompen
—espumas del pensamiento—
en las arenas del mar
en que soñando, navego.¿Pero existo? ¿Dónde y cómo?
Aquí, encerrado, me encuentro
en el sueño sin salida
que teje mi pensamiento,
preguntándome, doliéndome,
de ser, soñándome, cierto.Soledad de soledades:
ya ni yo mismo me sueño,
pensando que existo y soy
sueño de mi pensamiento.Victoriano Crémer