Preludio

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Preludio

La penumbra de la noche que con calma anunciaba la finalización de un día más, avisó a todos los integrantes de la abadía de Evesham que debían prepararse para su misa nocturna y posteriormente su comida. Nada era excepcional en la rutina de todo el cuerpo religioso. Levantarse muy temprano, realizar su característica eucaristía matutina, cuidar de los campos y los animales, después del almuerzo, estudio bíblico, de latín y griego y por las noches de nuevo una misa, la comida y a más tardar a las ocho de la noche, todos se recluían en sus dormitorios para la perentoria hora de descanso. 

Esa era toda la vida que había conocido el novicio Brian Johnson, desde que tenía memoria se había consagrado a Dios. En ese tiempo no era extraño que los padres dejaran a sus hijos en las puertas de las iglesias y desaparecieran. Para el año 1430, no era sencillo mantener a una familia. Aún después de saber su procedencia, nunca se resintió con sus desconocida ascendencia, para él, la abadía era su casa y todos sus habitantes su familia.

Tenía un especial apego por el sacerdote Gerhard. Fue quien lo crío y le guio por el buen camino. Un apacible anciano de sesenta y cinco años, fue todo lo que necesitó para aferrarse a la vida y la misión de la religión.

Nunca fue difícil llegar a escuchar una opinión sabía y acertada de los experimentados labios del maduro hombre. Incluso cuando tuvo su primera erección a los doce años, pudo escuchar de él palabras que le devolvieron la tranquilidad y reafirmaron su camino del celibato.

Todos los días no podía pasarlos sin bendecirlo y honrarlo. Era su modelo a seguir, su amigo, su padre y su pastor. Era todo cuanto le motivaba a las mañanas levantarse y continuar. Para tener diez y nueve años, siempre le decían que era muy centrado y maduro.

Nunca presentó la llamada rebeldía de los años intermedios, ni tampoco mostraba flaqueza por la carne. Ninguna mujer sin importar que tan hermosa fuera, le despertaba una irrazonable lujuria.

«Serás el próximo obispo» muchos de sus compañeros bromeaban cuando lo veían tan serio referente a todas las prohibiciones que ellos tenían que seguir en el camino de servicio de Dios. Y quizás lo llegase a ser, pero el destino nunca está escrito en piedra, ni siquiera el minuto que sigue al presente. La frugalidad no impide que el hado decida tomar una conducta insurrecta. He ahí el misterio del existir, he ahí el verdadero portento de estar posado en el mundo.

Esa noche, 23 de Mayo de 1430, para la abadía de Evesham y para Inglaterra, comenzaba un infierno del que la muerte era la más tentadora opción.

Escocia en alianza con España, le declara la guerra oficialmente a Inglaterra. Sin embargo, no era sólo un aviso diplomático, esa misma noche se empezaron a escuchar las primeras armas de fuego. 

En una tierra baldía sin Dios algunoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora