CAPITULO 4

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Rex:

Ya estaba de camino a mi casa, miraba por la ventana de la limusina, podría observar mucho mejor el hermosos atardecer, cosa que me provocaba sin duda una pequeña sonrisa, quedando hipnotizado por los colores y el ambiente.

- Se ve pensativo joven, ¿le ocurrió algo?

- Sólo disfruto del hermoso atardecer que hay, no siempre se puede ver uno así todos los días... Es hermoso... Pero ya que me conoces bien, sabrás que no es lo único que hay en mi mente. - antes de seguir hablando suspire - Parece ser que la madre de Leonardo nos odia, pero odia más que alguien como nosotros pise su casa... La comunidad de allá es un poco igual, te juro que entre todas esas miradas me sentí comido vivo, pero que más da, los prejuicios siempre estarán presente en la vida.

- Así es joven Rex, los prejuicios en esta vida jamás acabaran, pero como usted dice, siempre debe de haber un por qué para todo. - me sonrió desde el retrovisor

- Si que me conoces bien Damian jeje.

Tenía razón, es una pequeña palabra que siempre digo, cuando algo no parece estar bien o no van bien las cosas, el motivo siempre lo vamos a encontrar con un simple por qué.

...

Llegamos a casa al cabo de una hora, Damian dejo la limusina en el garaje, guardandolo con mucho cuidado para luego retirarse a su habitación. Tenemos varios empleados en la casa que se encargan de la limpieza, pero debido a que su hogar queda muy retirado, mi padre decidió hacer unas recamaras para cada uno, dejando que "vivieran" aquí, claro, siempre y cuando gusten quedarse, mientras pueden ir con cuidado a su hogar, puesto a que el barrio es tranquilo y sereno.

Entre a mi hogar, una gran mansión, no del mismo tamaño que mi instituto, pero eran casi iguales. Al entrar varias, y varios trabajadores encargados de limpieza me saludaron, a lo cual yo correspondía cada saludo con una sonrisa, yendo de inmediato a la cocina, moría realmente de hambre. En la casa de Leonardo nos dispusimos a trabajar tanto que la comida se nos olvido por completo, y ahora muero más de hambre que nunca.

- ¡Joven Rex! Pasa hijito, siéntate que ahora mismo te sirvo la comida. - al entrar a la cocina fui recibido por nuestra cocinera, Amanda, la esposa de Damian, quien es de la misma especie y edad. Ella al igual que Damian es muy amable y cortes, aunque mostrando siempre una sonrisa

- Gracias Amanda, muero de hambre y mi estomago únicamente piensa en los platillos de nuestra gran cocinera - le sonreí, sentandome en el comedor, esperando a la comida de Amanda, la cual consistía en carne asada untada en salsa roja, y de postré mi favorito, fresas con crema - Se ve delicioso como siempre Amanda, muchas gracias por la deliciosa comida. 

- No agradezca, para eso trabajo para ustedes, y por cierto, sus padres llegaron pero se fueron de inmediato, tienen que arreglar ciertos papeles con otra empresa... Perdón por no decirle más, pero no entiendo todo eso de los papeles y firmas. - se sentó conmigo en el comedor.

- Ya veo... Siempre tan ocupados mis padres. Espero que este bien todo con su trabajo, y no ocurra alguna tragedia.

Mis padres trabajan en una empresa muy conocida, la marca más conocida de ropa y calzado, ellos son los dueños. Su marca se hace llamar Fur-Extreme, y tuvieron un gran éxito, tanto que sigue estando en la cima de ventas cada año, sin parar. 
Mi padre contrata a los mejores, con disciplina y entusiasmo, mientas que mi madre hace diseños nuevos, uno más genial que el otro, y aunque tenga ya su edad, sigue teniendo imaginación de niño de preescolar.   

...

Termine con la deliciosa comida, dándole las gracias a Amanda, yendo directo a mi habitación para acostarme en cama, después de un día lleno de trabajos escolares, ya merecía un descanso. Suerte que hicimos las tareas Leonardo y yo, así que no tenía ya nada de que preocuparme. 
Cerré mis ojos, acomodandome en mi gran cama, cayendo perdido en sueños casi al instante. 

Entre mundos distintos. ( Furry/Gay )Where stories live. Discover now