Capítulo 7.

73 7 3
                                    

Qué bonitos son los momentos a su lado. Qué pequeñita y a la vez grande me hace sentir. Y es que a su lado el resto del mundo no existe. Y es que a su lado la sonrisa de mi cara es tan grande que puede verse a través de ella. Puede verse el alma. Y eso es lo que yo siento cuando me mira a los ojos, que puede verme el alma. Puede escarbar hasta el lugar más insospechado de mis sentimientos y encontrarse en ellos. Encontrar todo esto que llevo dentro. Todo esto que siento a su lado. No sé qué es todo esto. No tengo claro lo que siento, no tengo claro lo que pienso. Solo tengo claro que le quiero. Pero, ¿como amigo? No lo sé. Puede que como algo más pero María no deja de estar de por medio y yo no quiero imaginar hacer daño a otra persona. Yo solo quiero que Hugo sea feliz, a lado de quien sea, a lado de la chica que logre hacerle sonreír día tras día. Dios, Julia, te estás enamorando, pienso.

-María, esto se ha acabado. No te tortures más. Ni tú ni yo merecemos estar así. No quiero que sufras pero…-un pequeño suspiro por parte de Hugo.-Quiero intentarlo con Julia.

Julia aún no puede creerse lo que acaba de escuchar. Siempre le han dicho que escuchar detrás de las puertas es de mala educación pero era necesario. Ha sido oír la voz de María al otro lado de la puerta y tener que detenerse en ese mismo instante. Escuchando aquellas palabras de Hugo. Dolorosas para María. Increíbles para Julia. Qué ironía, ¿no? Pensar que lo que para alguien puede ser el dolor más fuerte del mundo, para otra persona puede ser el principio de la eterna felicidad. O no.

María se gira para que Hugo no pueda verla, no quiere que Hugo sienta lástima o pena por ella. No quiere que le vuelva a ver llorar, por él. Como tantas otras veces. Le aparta la mano cuando intenta secarle las lágrimas. No dice nada, se levanta y se va. Él sabe que le ha hecho daño, mucho. Como también sabe que  no se merece que nadie le haga daño. Pero antes o después tendría que saber qué es lo que pasa por la cabeza del joven. No puede mentirla, a ella no. Prefiere que piense que es muy mala persona por lo que le ha dicho, antes que seguir fingiendo algo que no sentía. Lo que ambos han vivido ha sido nuevo para él al igual que para ella. Espero que algún podamos ser amigos, piensa Hugo.

Julia debe apartarse a toda prisa de la puerta de Hugo, antes de que María salga y le pille allí. María sale aún con los ojos llorosos, no aguanta ni a llegar a su cuarto para romper a llorar de nuevo. Y es que sabe que en el fondo Hugo ha hecho bien, ha hecho lo que debía. Le ha explicado sus sentimientos y ha intentado que sufriera lo menos posible. Pero esto es tan complicado. Para María, Hugo fue la primera relación. El primer beso. El descubrimiento de un nuevo sentimiento. Poder sentirte querido. Conocer el amor. Encontrar un motivo por el que despertarte cada mañana. Sonreír sabiendo que eres el motivo de seguir para alguien. Enamorarte de una mirada. Querer lo desconocido. No sentir miedo, solo libertad. Y eso son cosas que no se olvidan de la noche a la mañana. O que, simplemente, nunca se olvidan.

Julia ha regresado a su habitación aún sin creerse lo que ha escuchado. Aún sintiendo esas mariposas de las que tantas veces ha oído hablar. Aún sin saber cómo actuará cuando vuelva a estar con Hugo. Con el chico que sabe que quiere intentarlo con ella. Todo es demasiado perfecto para ser real, ¿no?, piensa Julia. Pero, quizás la vida me esté dando una nueva oportunidad. Quizás la vida me está haciendo ver que hay más camino por recorrer y que la felicidad me está persiguiendo deseosa de encontrarme en cada rincón.

Hablando del Rey de Roma, seguro que es Hugo quien está llamando a la puerta. Quedamos en que nos veríamos en un rato para bajar a comer. Pero, estoy equivocada, para mi sorpresa, a la que me encuentro al otro lado de la puerta es ni más ni menos que María.

-Pasa, pasa si quieres María. –le digo invitándole a pasar.

-Vale, gracias. –contesta ella aceptando mi invitación.

-¿Qué tal? Hace días que apenas hablamos. Ya no vienes con Hugo y conmigo. –pregunto intentando adentrarme en el tema que han vivido ellos dos hace unos momentos en la habitación de este.

-Ya… Es verdad. Últimamente voy un poco más a mi aire. –me dice ella sin darme muchos detalles.

-Ya veo, da la sensación de que te pasa algo con nosotros. O al menos con Hugo. -indago en el tema.

-Bueno… No estamos en nuestro mejor momento. –me contesta ella algo molesta por mi comentario.

-¿Y eso? ¿Cómo así? Si se puede saber, claro. –pregunto yo con tono amable.

-Nada, tranquila, ya se nos pasará supongo. –contesta ella sin darme más explicaciones.

-Sí, eso espero. Tampoco quiero que estéis mal entre vosotros. Por cierto, ¿has venido a verme por algo en especial o simplemente para charlar un rato? –pregunto notándome extrañada por su visita.

-Bueno… En realidad… Tengo cierto interés en un tema… ¿Puedo preguntarte una cosa? –me dice mostrándose lo más amable posible.

-¿De qué se trata? Claro que puedes preguntarme lo que quieras. Otra cosa es que yo te responda. –bromeo guiñándole un ojo.

-Bueno, me arriesgaré a preguntártela entonces. –me dice ella siguiendo la broma. 

-Suéltalo ya, anda. –le digo yo impaciente. 

-¿Qué hacéis? ¿Vosotras dos? ¿Aquí? ¿Juntas? –Hugo ha entrado en la habitación sin que ninguna de las dos nos hayamos dado cuenta. Se muestra atónito ante nosotras. No sabe muy bien qué hacemos juntas, no creo que le agrade mucho la situación. Y más teniendo en cuenta que le ha mostrado los sentimientos hacia mí hace unos instantes a María, minutos antes de que ésta saliera llorando de su cuarto.

-Ha venido María a hablar un rato conmigo, me ha dicho que quería preguntarme algo pero justo has aparecido tú aquí. –le explico a Hugo que parece algo molesto por la situación.

-Salvada por la campana, se suele decir, ¿no? –contesta María sonriendo.

-No, no, pregúntame eso, no me dejes así. –le digo con la esperanza de que me lo pregunte de una vez por todas.

-Se me ha hecho tarde, me voy ya que he quedado con Lidia y con Nerea. – y, dicho esto, se va por donde ha venido.

-¿Sobre qué habéis estado hablando? –pregunta Hugo curioso.

-Nada en particular. De todo en general. Le he preguntado a ver porqué ya no viene tanto con nosotros y me ha dicho que ahora va más a su aire. –le cuento a Hugo intentando responder a su pregunta.

-Bueno… “más a su aire”, no creo que sea la mejor contestación ante esa pregunta pero, ella verá. -dice él algo molesto por ese último comentario de María.

-¿Qué pasa, Hugo? ¿Ha pasado algo entre vosotros últimamente? –intento averiguar yo, aunque ya lo sé, pero quiero que sea Hugo quien me cuente exactamente qué ha pasado.

-Demasiadas cosas. Algún día te lo explicaré. –contesta él pensativo.

-Tú me tienes que dar muchas explicaciones, el día que te decidas nos tiraremos horas y horas hablando sobre toda tu vida. –digo yo intentando olvidarme del tema de María.

-Mientras todas esas horas sean a tu lado, acepto. –me dice él con una gran sonrisa haciendo que, instantáneamente, otra sonrisa acuda a mi cara.

Me gustaría haber podido contestarle a eso con alguna otra cosa bonita que le dejara a él sin palabras pero es que yo soy de ese tipo de personas que cuando me dicen una cosa bonita, no sé qué responder, me quedo como inmóvil por segundos y cuando se me ocurre algo, ya es demasiado tarde. Aun así, creo que le ha quedado claro con mi sonrisa de tonta.

-Entonces, ¿bajamos a comer? –dice él.

-Sí, vamos. –contesto.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 17, 2014 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

El ayer vuelve hoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora