Capítulo 3.

124 10 2
                                    

Los días siguieron transcurriendo mientras yo me iba haciendo a la idea de seguir adelante sin mis padres. Día tras día sé que tengo el apoyo de Hugo que poco a poco se va haciendo imprescindible para mí. Todavía no sé nada de su vida. No sé cuándo llegó a este lugar ni cuál fue el motivo exacto de su llegada. Son cosas que tendré que ir descubriendo poco a poco. Supongo que tendré que ganarme su confianza. Por algún motivo que desconozco, no tiende a confiar en la gente demasiado pronto. Sigo con interés de conocer más a María pero hay algo en ella que no me transmite confianza.  Por alguna extraña razón siento envidia cuando veo que ella quiere estar a solas con Hugo. Puede que eso signifique que esté empezando a sentir algo por él, pero, no quiero complicaciones. Salir con alguien ahora mismo, sería demasiado complicado para mí ya que solo quiero volver a mi vida de antes, a la de siempre.

Echo de menos salir con mis amigas. Pasar los días con Jessica, sacarme fotos en cualquier lugar de la ciudad. No importaba dónde, sino con quién. Echo de menos esas semanas interminables de clase. Pero tengo que ir asimilando que no puedo volver a todo aquello.

Cojo mi iPod y lo pongo en reproducción aleatoria, me tumbo en la cama y bajo el sonido del mundo para centrarme solo en lo que aquellas frases acompañadas de música quieren transmitirme. La primera canción en sonar es Crash, de Sum 41.

“Abrázame,

porque yo no podría,

ni aunque lo intentara.

Ya todo terminó,

supongo que llegó mi hora.

No me quiero ir,

pero es hora,

tengo que decirte “adiós”.

Así que ahora abrázame,

porque esta será nuestra última vez.

Camino lento y no creo poder luchar,

sé que de alguna forma

tú encontrarás

una manera de vivir tu vida.

Solo recuerda vivir cada día,

como si fuera el último.

Así que abrázame ahora,

porque llegó la hora de irme..”

No puedo más, jodidas letras de las canciones que parecen hechas expresamente para nosotras en todo momento. Parece que en ese momento, un enanito de Dios sabe dónde ha decidido que esa canción sea la cual deba escuchar ahora mismo. En este instante. ¿Para qué? Para volver a recordar. Para jamás olvidar. Para que el vació jamás logre llenarse. Para que mi cabeza vuelva a ser una gran nube de pensamientos, sentimientos y emociones. Y para que a mis ojos vuelvan a acudir cientos de miles de lágrimas.

Un recuerdo inesperado, algo que me estremece.

Vacaciones en alguna parte de España, con apenas 8 años.

- Papá, cómprame esto. Por favor papá. Venga.

- Que te he dicho que no. Vámonos ya.

-¿Qué es lo que quieres, cariño?

-Ese peluche de ahí. Es muy bonito, ¿a que sí, mamá?

-Si, cielo, es bonito. Pero no te lo va a conseguir papá. ¡Intenta conseguirlo tú! Tienes que tirar de esa cuerda para que te toque un muñeco, igual te toca el que quieres o puede que sea otro.

-Lo sé mamá, pero a mí me gusta ese.

Julia abraza su peluche fuerte contra su pecho. Aquel peluche que tanto le costó conseguir y del que nunca se ha separado desde ese mismo momento. En su cabeza no deja de oír las voces de sus padres. No deja de ver ese recuerdo de aquellas vacaciones junto a ellos. Esa mirada protectora de su padre. Esa sonrisa que tanta confianza le transmitía de su madre.

Alguien llama a la puerta. Es Hugo.

-Pasa, pasa, está abierto. –contesto amablemente.

-Hola, pequeña. –esa manera de llamarme es lo que más me gusta de él. Siempre tiene algún adjetivo cariñoso para mí. Enana. Bonita. Guapa. Preciosa. Cualquier apelativo es cariñoso cuando sale de su boca.

-¿Qué tal, Hugo? –le digo secándome algunas lágrimas que han acudido a mí junto con ese recuerdo.

-¿Qué ocurre Julia? ¿Por qué lloras? –dice acariciándome la cara.

-Acabo de recordar unas vacaciones con ellos…-le digo mirando el peluche.

-Es normal que tengas recuerdos. Los recuerdos no son malos, todo lo contrario, nos ayudan a no olvidarnos de personas imprescindibles para nosotros. Tranquila. –intenta consolarme.

-Tienes razón, pero, me va a costar tanto superar esto. –otra lágrima desciende por mi mejilla.

-Lo superarás, no me cabe duda. Yo estaré a tu lado y juntos lo superaremos. –una sonrisa ilumina su rostro. - ¿Sabes qué me dijo María el otro día? Que ninguno de los que estamos aquí lograremos superar nunca la pérdida de alguien tan importante como nuestros padres pero lo importante es saber seguir adelante.

-Gracias, gracias de verdad. Sí, María tiene razón. Lo que tengo que hacer es seguir adelante. Por ellos. Por cierto, hablando de María, ¿cómo así no ha venido ella contigo? –pregunto intentando que mis celos no se noten.

-María… Bueno... Esto... No le he dicho que venía a verte. Le he dicho que quería estar un rato solo por ahí. –balbucea apartándome la mirada.

-¿Me estás ocultando algo Hugo? –intento averiguar.

-¿Ocultarte? ¿Yo a ti? Yo nunca te ocultaría nada. –contesta él haciendo que todas mis dudas se disipen. 

El ayer vuelve hoy.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora