-CAPÍTULO 4-

9 1 0
                                    


Abrí los ojos a la mañana siguiente, de nuevo con la luz del sol proyectada sobre mi cara. Había dormido bien y seguido, algo que me sorprendió al recordar todo lo que pasó el día anterior. Se me hacía extraño haber dormido tan a rienda suelta, sin cargos de conciencia.

Bajé las escaleras con miedo de encontrarme a Gladis y que me repitiera la misma conversación de siempre, o peor, que estuviera más molesta por si Mu le había echado la bronca, pero gracias a dios, no estaba.

¿Qué podía hacer hoy antes de ir a trabajar con Mu? Me quedé un rato parada en la plaza pensando cual sería mi recorrido de hoy, pero mi cabeza de pronto se nubló debido a un fuerte aroma a panadería, ese olor propio del horno donde se cuecen los bollos y es en ese momento cuando dirigí mi rumbo, dirección a la panadería.

El día anterior no comí nada por lo que tenía un hambre voraz. Solo podía salivar ante tal manjar. En el escaparate ya se apreciaban galletas de todo tipo, con canela, de mantequilla, de chocolate, con caramelo, con mermelada, croissants de chocolate, crema, con azúcar glas, brevas, magdalenas, palmeras... Pero hubo algo en lo que no me había fijado, su precio. Cinco monedas cada producto cuando solo ganaba 20 al día y le prometí a Mu que no tendría gastos, únicamente el del hostal. Aunque no creo que por cinco monedas pasase nada.

Entré en la panadería y tuve un serio dilema a la hora de elegir que dulce se vendría conmigo, pero finalmente el afortunado fue un croissant relleno de crema y con cacao por encima.

Salí de ahí custodiándolo como si realmente fuera un tesoro. Este merecía ser comido en un sitio especial, no por la calle, tenía que disfrutarlo.

- Decidido, me lo tomaré en la orilla del rio.

Cuando llegué no había nadie, puede que fuera muy temprano para que los niños estuvieran correteando y bañándose, casi lo agradecí. Me senté rozando mis piernas con la hierba, sentí un cosquilleo fresco, aún estaba un poco húmedo del rocío mañanero.

Ahora sí, era hora de comer. Abrí con mucho cuidado la bolsita y saqué mi croissant. El primer mordisco fue maravilloso, pero el segundo aún mejor, y así aumentando hasta que me tumbé en el césped como si ya me hubiera saciado del todo. Mis brazos estaban extendidos, como si fuera a hacer un ángel de nieve, pero sin nieve. Mi mirada se perdía en las nubes que iban pasando lentas sobre mí. De pronto sentí un cosquilleo sobre mi brazo. Giré la cabeza lentamente y vi una mariquita andando sobre mí. No me dio asco ni mucho menos, de hecho me quedé observándola, como movía sus patitas, hasta que sacó sus alas y comenzó a volar.

Estuve unos largos minutos así hasta que me reincorporé y decidí volver a la "realidad" e ir a trabajar, puede que Mu me estuviera esperando ya. Cuando llegué a la posada vi desde fuera a Mu sentada en una de las mesas con un papel sobre la mesa y mirando a la nada; malas noticias, seguramente. Su cara de preocupación se veía desde kilómetros de distancia.

Entré con un gesto de intriga y cuando Mu centró su mirada en mí, ya me confirmó que sí, eran malas noticias.

- Ha venido Tristán esta mañana, siéntate.

- ¿Te ha hecho o dicho algo?

- No, a mí no.

Me entregó el papel que tenía sobre la mesa y comencé a leerlo. Mi cara iba cambiando conforme iba leyendo.

"Estimada señora Muffis, soy Fabián, consejero y ayudante de su majestad Tristán (el faisán supuse). Me gustaría tratar con usted un tema de gran interés para mi amo y es que, ante tal éxito en la preparación de su nueva receta, nos gustaría ofrecerle una especie de oferta.

CRISTAL' S REBORNWhere stories live. Discover now