Orgullosa

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Apolo estaba sentado en el tronco de un árbol caído cuando, usando al Sol como un ojo, vio a Orión saliendo malherido de Rodas. Era una amarga sorpresa. Aquel escorpión era lo suficientemente venenoso como para matar a un dios desprevenido. Al menos se veía que no estaba del todo bien, pero a Apolo, Orión no servía vivo, y menos si Artemisa lo veía en ese estado. Si Orión nadaba, aún le faltaría mucho para llegar a su isla, pero Artemisa podía volver en cualquier momento. Con todo en su contra, Apolo supo qué podía usar todo eso a su favor.

Artemisa también quería impresionar a Orión, demostrarle que no era solo una cazadora, sino que también podía ser una mujer con la que él pudiera pasar toda su vida. Apolo creía que las necesidades amorosas de su hermana eran más que infantiles, cosa que ya se esperaba por la falta de una relación significativa con otros además de él y de su padre. Apolo armó todo el plan cuando Artemisa regresó de su viaje al Monte Olimpo.

— Hermana, llegas justo a tiempo.

— ¿Qué ocurre, hermano? ¿Pasó algo?

— No, pero se me ocurrió una forma de sorprender a tu amor.

Artemisa puso cara de sorprendida y golpeo a Apolo de la misma forma en que solía hacerlo cuando pequeña, con la misma cara de una hermana mayor desobedecida. Le instó a dejar esos juegos y a que le dijera qué tenía en mente.

— Deberías practicar tu puntería, pero con presas del mar. Me acuerdo cuando podías darle a un pez que saltaba en el mar a lo lejos cuando éramos niños. ¿Por qué no practicas un poco? Con ese truco dominado, podrás sorprender a nuestro invitado.

Los ojos de Artemisa se iluminaron con la idea de sorprender a Orión, y le dijo sin demora:

 —Deje mi arco y flecha en el carruaje. Iré a buscarlos.

El agua salada quemaba la herida ponzoñosa de Orión, haciendo de cada patada para mantenerse a flote una tortura. Podía sentir la respiración entrecortada de Sirio y se lamentó por aquel desenlace. Lo único que lo reconfortaba era la idea de que Artemisa lo estaría esperando y lo curaría lo más pronto posible. El solo pensar en Artemisa estirando la cuerda de su arco y disparando con tanta precisión a una presa lejana lo hacía recobrar la alegría que tuvo en aquellos días en los que se quedó en la isla. No hizo más que cazar con una chica día y noche, cosa que era bastante mejor que cazar con solo la compañía de su perro y pasar las noches viendo al techo de madera de su choza, contando estrellas que no veía. Solo cazaba por comida, amor de mujeres bellas y respeto de su familia. Lo único que quería hacer era ver a Artemisa, aquella única persona que podía entenderlo.

...

Artemisa alzó el arco y disparó una flecha. Un pez que saltó para describir un arco con torpes movimientos fue empalado por una flecha, que se devolvió mágicamente a su ama para evitar perderse en las profundidades marítimas. Ya había practicado lo suficiente y pensaba en regresarse al templo para reencontrase con su amigo y enseñarle el nuevo truco, pero Apolo la detuvo con una mano el hombro y señaló a un punto negro, chapoteando a la distancia.

— Mira bien, hermana. Ese es un gran pez del que escuche hablar en el Monte Olimpo. Gigante y terrible. ¡Una abominación, sin duda! ¿Crees que si lo matas, sorprenderás a Orión?

A Artemisa le irritaba la forma en la que él decía "Orión", con un aire despectivo que parecía fuera de lugar. Se volteó a ver a su hermano por última vez, tomando una buena vista de una sonrisa que parecía ocultar algo. Ella alzó el arco y disparo la flecha con la misma letal precisión de siempre. El punto negro se detuvo y cesó el chapoteo. Siguió a flote por un momento y fue hundiéndose por su propio peso. Notó que otro cuerpo se separaba del pez, uno más pequeño y peludo. Se acercó un poco más a la costa para tener una vista más clara, pero Apolo la detuvo.

 —Vámonos, me encargare. No podemos dejar esperando a tu amigo. Espero que le guste tu truco.

Artemisa le dio un último vistazo a los dos cuerpos que flotaban en el mar, hundiéndose lentamente. La flecha plateada, que había dado en el frente del pez gigante, se iba acercando.

— Si, espero que le guste.

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Esta es la parte final de "La Caída de Orión", la primera historia seria que le muestro a otros. Espero que sea de su agrado y si no, por favor comentar sus opiniones, me ayudarían bastante para mejorar otras historias que tenga escritas o por escribir.

Si llegaste hasta esta ultima parte, muchas gracias.

La Caída de Orión (#TheDomains2018)Where stories live. Discover now