Un gato verdaderamente verde

7 0 0
                                    

Solo siento una extraña sensación, no sé cómo describirla. Probablemente sea de esas sensaciones que no puedes explicar por tan compleja que es. O puede ser también que yo no tengo las suficientes herramientas comunicativas para describirla. Por lo pronto, lo único que puedo decir es que me causa "ñañaras". Así es, "ñañaras", escalosfríos, me da cosa, vaya. Es como si al sentirla, inmediatamente me quisiera bañar, algo que ya es de por sí raro dado que yo no me baño con mucha frecuencia. 

¿Qué? ¿Algún Problema? Sí, no me  baño, cuido el agua; ¡yo sí pienso en mi planeta! Inconsciente. 

Bueno, el punto es que me empecé a sentir así justo después de encontrarme con aquel gato verde. Y estoy hablando en serio cuando digo que era verde. Esto no lo estoy inventado para beneficio de mi historia ni para que sea más interesante. El animal ese era verde, de veras que sí. Se habrá manchado con algo, yo creo.  O a lo mejor le dio el virus come carne, yo que sé. 

Yo estaba caminando para mi casa, cuando de repente decidí tomar un atajo, uno de esos que en vez de acortar el camino, lo alargan. Pero, digo, era para cambiar de aires, dejar la rutina aunque sea por un día. Entonces, al meterme por la calle del "atajo" comencé a darme cuenta de lo peculiar que esta era. Había casas gigantes, de todos los colores y con ornamentos de todo tipo, tan bellos que mi defectuosa imaginación no podrían reconstruirlos ni aunque utilizara todo su potencial. El detalle que cada edificio tenía era impresionante, como si cada parte de él hubiera sido pensada tanto aisladamente como en conjunto.

Yo, pues, me dejaba querer por aquella vista; iba maravillado, andaba por las nubes, o "comiendome los mocos" como dirían algunos. Por lo mismo, me tropecé con una de esas piedras que por pura casualidad están ahí tiradas en medio de la banqueta, esperando ver caer a sus victimas. Todo por andar de bobo (yo vivo en casas infonavit así que cualquier casa con dos pisos y con más de 4x5m2 de área me parece similar a la Torre Latinoamericana). Me quedé tirado en el suelo unos segundos, como reflexionando cada segundo que pasó antes de caerme, preguntándome qué es lo que había hecho mal en mi vida. Cuando estuve a punto de levantarme aquel gato/alien/moco se apareció frente a mis narices (moco = narices je[?]). Me saqué de onda, me exalté, quedé anonadado. Era una figura con un color muy extraño. Recuerdo haber entrecerrado los ojos, como cerciorandome de que no eran ellos los equivocados. Por un momento se me vino a la mente aquella sopa de champiñoñes que mi mamá había hecho para el almuerzo y que tanto me gustó (no es verdad). Sin embargo, descarté esa opción; eran champiñones comumes y corrientes... bueno, eso creo. Así que me levanté y me acerqué un poco más al gato. Él hizo lo mismo, y con sus felinas canicas verdes me miró también a mí. Fu-fu-fue ahí cuando me entró aquella sensación que me dejó con piel de gallina. Ese animalito verde me miraba igual de raro, como si yo también fuera un especimen sui géneris de ser humano.  Entonces fui notando como empezó a imitar todos mis movimientos, como si de un espejo se tratara, un espejo que te transforma en animales de colores extravagantes. Era algo que te estremecía, en serio; yo había visto a garfield, aquel gato naranja con conductas parecidas a las humanas, pero ya estar frente a un gato de verdad que se comporta como un ser humano, peor tantito, como yo, sí deja pensando hasta el punto del desquicio.

Como no pude soportar tal  situación tan intrigante y sin sentido, salí corriendo hacia el camino a mi casa de siempre. Fue un alivio ver de nuevo aquellos lugares tan aburridos por los que siempre pasaba, era como volver a mi mundo humilde, pero mío. 

Sin embargo, a las tres horas me entró de nuevo la curiosidad -mi mundo sí está bien aburrido-, y decidí dirigirme otra vez a esa calle tan interesante.  Al llegar ahí, encontré todo como lo recordaba, me volví a impresionar. Caminé y caminé por aquella larga banqueta de la derecha por donde ya había caminado hace algunas horas, mas no encontré a aquel gato. 

No estaba decepcionado, al contrario, me sentía muy bien ya que había podido disfrutar de las bellas y extrafalarias fachadas de aquellas recidencias sacadas de revistas de arquitectura.

Ya de regreso a casa era de noche, y yo caminaba tranquilamente, inspirado y relajado después de haber estado en el hermoso escenario de aquellos domicilios. Volví mi cabeza al cielo nocturno para ver las estrellas, cuando entonces miles de ojos de felino cerraron y abrieron sus ojos en aquella oscuridad. No sé porqué pero aquello me hizo temblar desde adentro hasta afuera. Llegué a mi casa con temblorina por los escalosfríos que se regaron a todo mi cuerpo. Intenté tranquilizarme un poco y luego me fui a dormir. 

Acostado, ya más en sosiego, me sentía aliviado. Mis ojos empezaron a cerrarse poco a poco, y cuando menos me di cuenta la oscuridad se apoderaba de mi mente para descansar... e inesperadamente, a un gato escuché decir: miau.

Todo se volvió verde. 

Desperté, estaba en el techo de una casa. Era la calle, aquella en la que ya había estado, la calle en la que otra persona tuvo que caer para que yo pudiera volver y contarles esta historia sobre el gato que me hace sentir raro, su pelaje es verde y su andar como de un humano, ¿cuál? No sé.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Apr 02, 2018 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Historias rarasWhere stories live. Discover now