Empalagado

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He comido muchísimos pasteles, de los más dulces que se puedan imaginar. Aun así, nunca me había empalagado, siempre soporté la dulzura, sin importar qué tan penetrante  fuera. Sin embargo todo cambió cuando llegó ella... no podía soportar su esencia como de azúcar pura, me hartaba y me daba jaqueca tan solo mirarla. Pero ella no lo sabía, y yo nunca se lo dije ya que nunca me escucharía y todos me verían raro. Hablar con las donas glaseadas rellenas de chocolate está mal visto, además, no tienen orejas para oír, solo para comer, y están a lado de los baguettes. 

Historias rarasWhere stories live. Discover now