La carta.

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Samuel se sienta en su sitio, mientras sus compañeros charlan animados, se gastan bromas, o simplemente observan y sonríen.

Aunque las dudas lo corroen, también lo hace la curiosidad, por eso no  pierde tiempo y desdobla el papel para descubrir una escritura fina, en lo que parece una carta.

Estimado señor Samuel:

Perdone que le moleste, no sé si seré capaz de entregarle esta pequeña misiva, pero si sé que haré hasta lo imposible, porque mi hija se lo merece.

Mi pequeña nació hace siete años con una insuficiencia cardiopulmonar congénita, los médicos no le daban más de pocos meses de vida, pero ella salió adelante, fue más fuerte que yo, solo el amor que sentía por ella y mi fe me mantenían en pie en tan dolorosa situación, pero mi chiquilla me enseño a luchar, se aferro a la vida con ganas y así sigue hasta hoy.

Quiero que sepa cómo es mi niña, ojala con estas palabras pueda transmitirle un poco de su carácter y personalidad, para que usted pueda hacerse una idea: es una niña que no ha podido salir del hospital más de un par de horas, su salud siempre ha sido tan delicada que incluso el aire puro le hace daño. Su corta vida siempre ha sido  dura, difícil y sufrida, pero mi pequeña Mariela nunca pierde  la sonrisa, es una niña positiva a pesar de sus circunstancias, alegre y muy divertida, no piense que lo digo solo porque es mi hija, se lo cuento porque ella es la que se encarga de animar a todos los niños en su misma condición, es incluso capaz de animar a las madres como yo, que aunque intentamos ser fuertes, la situación nos sobrepasa. Mi hija pequeña es un ejemplo de fortaleza, alguien que debería tener todo el futuro por delante, pero desgraciadamente es demasiada luz para este mundo.

No crea señor que soy pesimista, mi niña me ha enseñado a confiar en el mañana, incluso ahora no quiero perder la fe, pero la crueldad de la vida me enseña sus dientes a diario,  ahora esos dientes son tan afilados, que me desgarran la carne del alma y me cuesta mucho sonreír.

Las defensas de mi hija, entenderá que son inexistentes, esto le ha acarreado muchas dificultades que no le detallaré, he tenido la fortuna bendita de ver cómo salía de cada crisis, pero esta vez, su fortaleza ha menguado y la enfermedad está tirando de ella con más fuerza, del que su pequeño cuerpo posee. Aun así mi niña sonríe y yo pierdo un poco más de mí, pero no  es por mí por quien le escribo, es por mi niña. Usted es su ídolo y su mayor sueño es conocerlo, incluso se  imagina que usted le dedica un gol, sé lo osada que soy, pero no puedo por menos que intentarlo. He aquí el motivo de mi atrevimiento: le ruego y le imploro con todo el dolor del corazón de una madre, acuérdese de mi hermosa pequeña cuando celebre un gol, sé lo ambicioso que suena mi petición, pero si usted conociera a mi hija, sabría sin lugar a dudas, que ella se merece un trocito de sol.

Mi hermosa luz se llama Mariela Ortiz, y siempre sonríe haciendo la señal de la paz. Mi intención en ningún momento es incomodarlo, ruego me disculpe si le he ocasionado algún malestar.

Me despido de usted disculpándome por mi atrevimiento. Gracias sinceras.

Atte.

Graciela Manzano.

La carta arranca lágrimas a un emocionado Samuel, se lo pasa a sus compañeros para que todos conozcan la historia de la pequeña y entre todos llegan a un pequeño acuerdo.

Un disparo certero.Where stories live. Discover now