Las cartas - Capítulo 2

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"Soñarás más tiempo despierto que cuando tus ojos se cierren.
Soñarás tu vida.
Pero mantente firme. Mantente con los pies en la tierra. Tienes permitido volar, tienes permitido despegar, pero no viajes muy lejos. No te vayas a donde no pueda irte a buscar.
Tienes la fuerza de mil leonas, tienes el valor de las grandes heroínas de la historia, tienes más de lo que quieres, solo es cuestión de que aprendas a descubrirlo.
Nunca te sientas conforme ni aún satisfecha. Siempre se puede hacer algo aún más perfecto. Pero la perfección tiene su precio.
No te olvides de besar el suelo que pisas, no olvides amar con el corazón abierto, dolerá, pero aún así lo harás.
Harás cosas increíbles hija mí.
Harás lo que tengas ganas.
Serás quien quieras ser. Pero seas quien seas, no olvides de dónde vienes y hacia donde vas. No olvides a los que te ayudaron ni a los que ayudaste.
En el camino te cruzarás con personas que quizás no te simpaticen o quizás tú no les simpatices. No pierdas el tiempo. Simplemente aprende a esquivar con una sonrisa. Aprende a vivir con la risa. Aprende a reirte de tí mismo antes que de cualquier otro, porque será el chiste más gracioso del mundo y la risa más pura que hayas conocido. Nuestros errores marcan el futuro, pero solo son errores, no los conviertas en fracaso. El fracaso debe ser para ti, lo mismo que otro escalón en la escalera de la vida, por cada no que escuches estarás más cerca del sí.
Escucha a tu padre. Escucha a tu hermana.
No los pierdas de vista.
Y Vane... mi dulce y pequeña Vanesa, brilla, brilla aún cuando las lagrimas intenten ahogar tu grito, brilla como el sol en los días nublados, sopla como el viento en la tormenta más oscura, y disfruta de esos segundos de silencio... esos segundos antes de todo el éxito...
Esos pocos segundos de silencio bestial... son los que preceden a la paz. A la felicidad absoluta. Estés arriba del escenario o estés frente al hombre de tu vida, disfruta esos pequeños segundos de paz. Porque esos son los pequeños regalos que nos da la vida para saber que vamos por buen camino.
Te amo hija. Ama a la vida aunque a veces te sientas molesta con ella.
Si cuesta, si te exige. Entonces vale la pena."

Vanesa leía seguido las cartas que le había dejado su madre esa noche que partió, esa maldita noche de esperanzas frustradas. Tenía 17 años. Su madre hacía 3 meses que peleaba contra un cáncer de páncreas que lamentablemente no se diagnóstico a tiempo. Su padre le echó la culpa a la medicina homeopática. Por lo tanto, Vanesa también.
Quizás esa era una de las causas, no la principal, pero si una de las tantas por las que se encontraba estudiando medicina en Buenos Aires.

Y como hacía seguido, en momentos de tristeza, o también en momentos de gran alegría, luego de leerlas aleatoriamente, se quedaba dormida, rendida ante el amor eterno de su madre. Aún con algunas lagrimas que brillaban y rodaban por su rostro. Lagrimas de sal. Lagrimas de luz.
Las lagrimas nos enseñan cuán vivos estamos.
El televisor se apagó según estaba seteado en su reloj. Eran las 23.30hs.
Aquella dulce niña que se convirtió en una mujer, fuerte y directa, paciente y compañera.
Aquella mujer era Vanesa. Una de las favoritas por nuestras princesas vagas.

Shh. Dejenla dormir. Pronto les contaré más sobre ella. Sobraran los motivos.

MANUAL PARA PRINCESAS VAGASWhere stories live. Discover now