11. Sentimientos encontrados, envidia y muchos celos.

1.2M 51.1K 14.1K
                                    

Capítulo once: Sentimientos encontrados, envidia y muchos celos.

El beso fue suave, y no tan duro como pensé que sería. Sus labios gordos y rosas eran suaves, no había señales de sequedad ni nada por el estilo. Durante el beso, su mano derecha se las arregló para llegar a mi mejilla, quedándose sobre ella hasta que nuestros labios se separaron. Mi corazón latía cada vez más y más rápido después de aquel increíble beso. Por otra parte, un gran rubor subió hasta colocarse en mis mejillas. Por lo tanto, me aparté un poco para ocultarlo; aunque por suerte la penumbra de la sala hizo la mayor parte del trabajo, así como las luces de colores que brillaban por el alrededor.

- Madre mía. - Susurré en voz baja, muy baja para que Nathaniel no lo oyera.

Ciertamente, me había quedado sin palabras. No tenía ni idea de qué decir o qué expresar; cosas como estas no me solían pasar. ¿Ser besada por un chico que me ha gustado desde hacía tiempo? Un cuento de hadas. Y parecía que se había hecho realidad.

Él me conceció una sonrisa reconfortante sólo unos breves segundos después. Sus blancos dientes brillaban a través de la luz, justo en la esquina izquierda de su labio, me fijé que lo tenía levemente levantado. Una mueca tan sumamente sexy que debería ser casi ilegal. 

Y creo que estaba empezando a divagar.

¿Y desde cuándo pensaba cosas inútiles?

Oh Dios mío, quizá me estaba volviendo loca.

Ese beso me había dejado totalmente inútil. Pero sus labios eran tan ricos. Sabían a golosinas, y no sabía por qué. ¿Habrá tomado golosinas antes de besarme?

Y vaya, otra vez estaba divagando.

- Siempre he querido hacer eso. - Comentó.

Arrugué las cejas con curiosidad. Al darse cuenta de mi confusión, siguió hablando.

- Tú, Ariel, siempre me... - Vaciló un segundo, parecía que la palabra era lo suficientemente pesada o importante. - Me has gustado, Ariel.

Y si antes me sentía como una inútil; con esto me había rematado por completo.

Mi corazón comenzó a palpitar casi como si estuviera haciendo una carrera que no tenía fin. Mis ojos seguían fijos en los suyos, aunque deseaba apartar la mirada debido a esa confesión repentina. A pesar de que nos besamos y todo eso, no me esperaba que fuera a confesarse.

¡Já, ni siquiera esperaba que fuera a besarme!

Sus ojos me miraban con un toque de diversión, seguramente mi cara debía de ser de risa, y aún tenía la sonrisa plantada en su rostro. Esas eran sin duda las razones por las que me gustaba; tenía demasiada buena pinta, su personalidad era igualmente de buena, y su sonrisa, tan misteriosa e interesante...

No supe por cuánto tiempo me quedé mirándolo, me preocupaba que por haber estado mirándole fijamente durante tanto tiempo él pensase que había sido un error el haberse confesado.

- Yo... uh... - Me callé, mi voz mostró verdadera emoción: emoción, felicidad y no sé qué más. - Nathan... N-no sé qué decir, yo...

- ¿Fui demasiado rápido? - Me interrumpió.

Sus ojos marrones brillaban con curiosidad, y tenía el ceño fruncido. Definitivamente incluso con esa horrosa mueca era guapo.

Demonios, sí me estaba volviendo loca.

Seguramente si me vestías a Nathaniel de mujer incluso lo encontraba atractivo. O incluso con barriga, o con barba o... bueno, con esas dos cosas ya no. Pero casi, casi.

El Playboy es mi Niñero, [SP#1] | ✓ editandoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora