Capítulo 1: ¿Hija...del Pombero?

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Ese día, parecía ser como cualquier otro, Aramí, una joven muchacha de 18 años, de piel clara, cabellos negros y lacios hasta la media espalda, ojos de colores verde yerba, se encontraba ayudando a su madre con las actividades del pequeño almacén que poseían, ella estaba acomodando en un estante los nuevos productos de limpieza que acabaron de descargar del camión. Su madre estaba afuera, pagando a su distribuidor.

- Ya está ya che papa(traducido dice "mí papá", pero en realidad es una forma cariñosa de referirse a otra persona aunque ésta no sea nada tuyo) -dijo la señora de unos talves 35 años de edad, su castaño cabello lo llevaba en una trenza que le llegaba hasta la cintura, mientras se despedía del señor que le trajo los productos.

- Mamá, ¿Y éste dónde pongo? -le dijo la muchacha quién al ver el estante lleno no sabía donde poner el sobrante.

- Y mi hija, ese ko(es una simple expresión utilizada al final de alguna palabra) tenés que poner arriba del estante nomás ya -le dijo su madre mientras ella se dirigía a la puerta del fondo del almacén que la llevaría a su casa, pues el pequeño almacén estaba construido frente a su casa, conectada así el almacén por un pasillo a su hogar.

Aramí obediente, intentó colocar los bidones de detergente arriba, pero ella era algo baja de estatura como para alcanzarlo, misteriosamente, se escuchó una silla siendo arrastrada detrás de ella. Ella observó todo el lugar, no había nadie allí, y además, en el almacén no tenían sillas. Pero ella no se asustó, era normal que apareciesen objetos de la nada justo cuando ella los necesitaba, es algo que le sucedía desde que ella era una bebé.

- Talves fue mi ángel de la guarda -sonrió ella. Ella desde pequeña siempre creyó que un ángel la protegía de todo y la ayudaba en todo, así que sucesos como el de hace unos segundos, no le asustaban ni le sorprendían, pues eso, ocurría muy a menudo desde hace más de 18 años.

Agarró la silla, la posicionó correctamente frente al estante y subió en ella, colocando así los bidones sobre el estante. Poco después volvió su madre la miró de reojo y sonrió. Pero nadie sabía que detrás de esa sonrisa ella ocultaba un secreto algo asustador.

- Mamá, hoy en la noche voy a casa de Cami, ella y unos compañeros de clase demasiado quieren festejar mi cumpleaños, y me invitaron a comer un asado -dijo Aramí quien descendía de la silla con cuidado.

- Mmm, che memby(mi hija) vos sabes que a mí no me gusta que andes sola por las noches, es peligroso -le dijo preocupada su madre.

- ¿Y cómo para vos no es peligroso?, la vez pasada te pillé mamá, eran como las tres de la madrugada y vos saliste de casa y corriste al bosque, quién sabe con quién te fuiste a encontrar -dijo burlona Aramí, ella pensó que su madre al fin había encontrado a una pareja, y ella se sentía feliz por eso.

- No metas tus narices donde no debes che memby, por tu bien nomás hina(expresión que acompaña a otra palabra) te digo -dijo mirando triste a su hija.

- Mamá, no va a pasar nada, mira, me voy antes que anochezca, a las seis y cuarenta por ahí, y te prometo que vuelvo antes de las once mamá -intentaba persuadir a su madre Aramí.

- Mi hija, muy tarde ko ya es las once, a las diez -le dijo su mamá.

- ¡Gracias mamita!, a esa hora ya me vas a ver acá -dijo ella sonriendo alegremente.

- Oita, moõpa ajuhu Ña Reynape (dice traducido "mirana dónde encuentro a la señora Reyna") -las interrumpió una voz masculina de un hombre, que no parecía mayor que la madre de Aramí- mira un poco, esa piko(expresión de algo inesperado que acompaña a una palabra) es la hija del karaí pyhare(traducido dice "Señor de la noche"), por eso corriste de Caaguazú ra'e(expresión que medio afirma algo) -finalizó el hombre.

- Volá de acá karai(significa "señor") -dijo la señora mirando mal al señor.

- ¿Ella no sabe o qué?, ya entendí ya porque te escapaste de la ciudad y viniste hacia acá había sido -empezó a reírse el señor.

- Señor, por favor, está molestando a mi mamá, le pido que se vaya de acá antes que llame a la policia -dijo Aramí decidida mientras caminó hasta llegar al lado de su mamá.

- Mitakuña ne porã (dice "muchacha hermosa"), un día tu papá te va a reclamar nomás luego, y yo, yo me reiré ese día de tu maldita madre, que se acostó con el karai pyhare -continúo el señor.

- El Pombero(es sinónimo del Karai Pyhare) no es mi papá, mi papá era policia y murió en acción -dijo convencida ella y el hombre se rió aún más.

- Le lavaste el cerebro a ésta nena ra'e Ña Reyna, pobrecita, no sabe nada del pasado de su madre. Mejor me voy y dejo que la desgracia les siga -rió el señor y se fué aún riendo de allí.

- ¿Mamá porque ese señor te conocía y de qué estaba hablando? -dijo molesta Aramí mirando a su madre.

- Vyresa che memby(tonterías mi hija), no ves que estaba borracho y cualquier cosa nomás ya decía -dijo su madre intentando sonar tranquila aunque en el fondo esté preocupada.- andá preparate, mira que ya son las cuatro y cuarenta y cinco minutos hija, te vas a atrasar todo para tu fiesta -dijo su madre cambiando de tema.

Aramí no estuvo contenta con la respuesta tan vaga que le dió su madre, y se decidió a investigar. Llegó en su cuarto, encendió la computadora y entró en internet. Empezó a buscar sobre un tema, el "Pombero".

- El Pombero es una especie de duende espíritu de la mitología guaraní. Éste mito se es propio del acervo cultural de Paraguay. Puede llegar a ser tanto amigo como enemigo del hombre, según la conducta de éste. Según se cuenta, el hombre que quiera tener de aliado a este duende puede dejar ofrendas por la noche como tabaco, miel o caña (aguardiente, en otros lados). Generalmente, la gente del campo le pide favores tales como hacer crecer los cultivos en abundancia, cuidar de los animales de corral, etc. Pero después de pedirle un favor no deben olvidarse jamás de hacer la misma ofrenda todas las noches. Nunca se debe pronunciar su nombre en voz alta, hablar mal de él o silbar en horas de la noche, porque esto lo enoja. Puede vengarse molestando o ensañándose e incluso golpeando a esa persona. Un mero roce con sus manos peludas puede producir que la persona se torne zonza, muda o experimente temblores para el resto de su vida. Se dice que si se le imita el silbido, el pombero puede contestar de manera enloquecedora. Por eso, y para no ofenderle, la gente creyente prefiere nombrarlo en voz baja y se guarda de pronunciar su nombre en las reuniones nocturnas. Muchos testigos del campo afirman, todavía en la actualidad, que lo han visto. Puede molestar a sus enemigos tirándoles piedras o haciéndose invisible para luego mover las ramas de los árboles o imitar voces de animales salvajes o aparecerse como un asno sin cabeza y cosas por el estilo. Abre puertas y ventanas con violencia. Anuncia su presencia por un silbido agudo en medio de la callada noche. Busca asustar a la gente piando como ciertas aves cuando cae el sol, es otra forma de saber que el pombero está muy cerca. Se dice que le gusta rondar a mujeres embarazadas porque piensa que es el padre, o también a madres con bebés pequeños que no han sido bautizados y se les anuncia por las formas ya mencionadas. Aunque hay mujeres que afirman tener una relación con él e inclusive hijos -leía en susurros Aramí mientras más se asustaba.

Era imposible que ella sea hija de tal ente, su madre era una muy religiosa y tradicional, desde que ella era pequeña siempre la ha visto poner sal y agua bendita alrededor de toda la casa, y lleno de cuadros de santos y cruces en cada cuarto. Definitivamente aquél señor sólo estaba a lo mejor borracho, como dijo su madre.

En internet no había más que esa información, se sintió de una forma atraída a investigar aunque no lo creyera, más bien fue por la curiosidad de saber de sus orígenes, nunca habían visitado a la ciudad natal de su madre ni a sus parientes, y sus parientes nunca las había visitado, de su "padre" que supuestamente es policia no sabía nada, ni de sus parientes, era como si ella y su madre no existiesen, pues nadie más que sus vecinos las conocían. Ella debía encontrar respuestas, ella tiene que encontrar respuestas.

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