Capitulo 4

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Capitulo 4

La noche de la fiesta de último año, todos estaban allí emborrachándose como si fuera el último día de sus vidas. Yo no quería ir, pero Sofí me convenció diciendo que sería uno de mis últimos recuerdos de nuestro segundo año, así que fui. Y me arrepentí de inmediato. 

La fiesta era en casa de Sebastián. Claro, porque de seguro su casa era probablemente la más grande de toda la ciudad, además sus padres no estaban - Algo que ocurría a menudo según Sofí - y entonces nadie tendría que preocuparse por la música alta ni por altos consumos de alcohol. Su casa era enorme y estaba llena de extraños cuadros por todas partes que de seguro valían millones. 

Me sentí bien alrededor de 15 minutos, mientras escuchaba la música y hablaba con Sofía y los demás. Hasta que su mamá la llamó porque algo le había pasado a su hermano pequeño y tuvo que irse. Le dije que iría con ella, pero prácticamente me ordenó que me quedara y que me divirtiera. 

Después de un rato de estar en la sala y ya que la noche estaba calurosa decidieron mover la fiesta hasta la piscina. La mayoría de los chicos ya estaban borrachos y no valía la pena hablar con ellos, así que fui a sentarme a la orilla de la piscina. Me quite mis sandalias, ya que solo había ido con un ligero vestido blanco de verano y metí mis pies en el agua tibia con una lata de bebida en mi mano. Estaba comenzando a dolerme la cabeza así que deje mi ca-bello caer libremente por mis hombros y bajo mi espalda. 

No pasó mucho rato hasta que alguien se acercara a mí para hablar. Yo estaba mirando a los chicos que se tiraban a la piscina en solo calzoncillos y la idea de sacarles una foto para luego publicarla en facebook era demasiado tentadora, pero luego recordé que la cámara de mi celular tenía muy pocos pixeles así que no lo hice. 

- Aquí estas, Julie ¿Quieres una cerveza? - dijo una voz alegre por encima de mí. Mire hacia arriba y pude ver a Luis con dos latas de cerveza en las manos. Jamás he sido muy aficionada a la cerveza y esa es la razón principal por la que no me gusta ir a las fiestas, siempre era lo mismo, todos me preguntaban por qué no tomaba y me sentía como una tonta. 

Empecé a negar con la cabeza cuando oí gritos de chicas. Pensé que tal vez estaban peleando e instintivamente me pare y ni siquiera recordé que estaba descalza cuando comencé a caminar fuera de la piscina, deje a un tambaleante Luis y fui a donde provenían los gritos. 

En mi camino vi a algunos chicos vomitando en los arbustos y por un momento mi mente se desvió hasta la mamá de Sebastián preguntándome si se molestaría al ver sus plantas llenas de vomito, la mía lo haría al menos. 

Los gritos me llevaron hasta la cocina en donde pude ver a dos siluetas, una más alta que la otra, aunque solo una estaba gritando. Al acercarme más me di cuenta de que era Teresa, quien agitaba sus brazos enérgicamente. Su rostro estaba rojo y era obvio de que estaba furiosa. 

- ¡Eres un cerdo! - le gritaba a Sebastián. En ese momento recordé que ellos habían estado saliendo durante algunos días. Teresa estaba usando un ajustado vestido rojo y su cabello rubio estaba desaliñado. Por la forma en que movía su mano y se tambaleaba supuse que al igual que todos probablemente también se le había pasado un poco la mano con la cerveza. 

- No firme ningún contrato que dijera que éramos exclusivos - comento Sebastián calmadamente, como si estuviera hablando sobre el clima en vez de peleando con Teresa. Estaba recostado en un mueble de la cocina, usando unos pantalones blancos y una camisa a cuadros del color de sus ojos - Si lo hubieras estipulado en alguna parte entonces tal vez lo hubiera hecho. 

Teresa dio un grito lleno de furia y entonces escapo como alma que lleva el diablo. Probablemente se iría de la fiesta. Yo lo habría hecho de haber estado en su lugar. 

¿Solo un beso?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora