CAPÍTULO III

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(Alma)

Al principio todo parecía ir mal: el coche no arrancaba, el taxi tardaría mucho en llegar, la parada estaba a un kilómetro... ¿Me vas a mandar algo más, buen Dios?

Pues claro que sí: uno nunca puede decir que nada puede ir peor.

Empezó a llover con fuerza y me había olvidado el paraguas; decidí que a esas alturas no valía la pena regresar a por él. El resultado fue este: el pelo hecho un asco... Y todo el rímel y la sombra de ojos que me había aplicado tan pulcramente me habían chorreado por toda la cara. Nada más entrar en el bar de la cita corrí hacia el baño para arreglar el estropicio, sería terrible que él me conociese así. Cuando me vi en el espejo, lo primero que pensé fue que la chica fantasma de la película japonesa The Ring había venido a vengarse de mí por no grabar una copia de su vídeo... ¡¡¡Arrrggghhh!!!

Lo mínimo que pude hacer para estar más o menos presentable para "el guaperas" fue lavarme la cara y hacerme una coleta. Tanto me había roto la cabeza para ultimar todos los detalles de mi aspecto y al final el esfuerzo no había servido de nada. El plan se había ido al garete. Mi intención había sido la de parecer una tía decidida, segura de sí misma, que realmente no estaba necesitada ni de amores, ni de hombres, ni de nada... Y que había llegado a una conclusión totalmente lógica desde cualquier punto de vista: que quería parecerme lo máximo posible a un hombre (emocionalmente hablando, por supuesto, lo de las extremidades colganderas ni de coña). Por tanto, no quería parecer la típica mujer desesperada, tenía que parecer completamente segura de mí misma. Opción elegida: Natalie Portman a lo Cisne-Negro-style (dejando a un lado la parte loca de su personaje, como es obvio, dado que yo estaba sanísima mentalmente hablando). Mi peinado pulcro y el vestido negro habían quedado hechos un asco por culpa de las inclemencias del tiempo. A pesar de que había intentado arreglarme un poco en el baño tenía la sensación de que mi seguridad y decisión se habían muerto junto con mi maquillaje. Y lo peor no era eso: era que el tipo estaba realmente bueno. No era que a mí me importara... Había aprendido a no fiarme de las apariencias y a desconfiar de todo, pero era una afirmación irrefutable.

Además, el chico logró hacer que mi propuesta pareciera una niñería, hasta el punto de casi conseguir que yo perdiera la compostura en varias ocasiones. Casi.

Logré mantenerme en mis quince y no perder los nervios ni mi falsa pose estirada, aunque ese dios sacado directamente del Olimpo me estuviera mirando todo el rato con esos ojos azules penetrantes que parecían desnudarme. Era tan guapo que me costó horrores no caer en su hechizo y no distraerme de lo que le estaba planteando. Pero conmigo no podía nadie, qué más quisiera él. Me daban igual sus profundos ojos turquesa, su nariz recta, sus labios carnosos en una eterna mueca y su piel dorada por el sol. ¿Pero qué les pasaba hoy día a los tíos con el solarium? Sin mencionar su pelo rubio dorado, de aspecto sedoso, esos pectorales enfundados en la camisa estrecha y oscura, deseando escapar de su prisión... Como iba diciendo, me la traía absolutamente al pairo.

Capullo. Al principio ni siquiera parecía dignarse a hablarme y después, cuando finalmente se decidió a hacerlo y a articular algunas palabras, no hizo más que ridiculizarme. Pero bueno, ¡si le estaba ofreciendo una suma ingente de dinero sin tener que acostarse conmigo ni hacer las guarrerías ni las cosas asquerosas a las que seguramente debía estar acostumbrado! ¿Qué se había creído ese pedante? ¿Que podía rechazar esa cantidad así por la cara, como si fuera una suma ridícula indigna de su categoría? ¡Le estaba ofreciendo casi todos mis ahorros! Lo daría todo, todo, por conseguir mi objetivo.

Una vez acabada la cita y cuando cada uno se marchó por su lado, solo esperaba que me llamara más tarde aceptando mi propuesta. Necesitaba algo a lo que aferrarme y lo necesitaba pronto. Pero al llegar a casa, el rumbo de mis pensamientos retornó a mis asfixiantes recuerdos.

CASTIGO DIVINO [A LA VENTA EN AMAZON]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora